Kim Yuna había nacido para triunfar, o eso era de lo que había estado convencida hasta que cumplió veintisiete y un test de embarazo barato le indicó que iba a convertirse en una madre soltera. Kim Yuna no era supersticiosa, no creyó en esa maldició...
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El departamento de Taehyung quedaba más cerca de la estación de trenes que el de Jungkook, por eso el chico se empeñó en acompañarlo hasta allí, aunque estaba cansado y tenía cosas que hacer. Se quedó apenas lo suficiente como para cruzar palabras con sus amigos y comentarles un poco sobre lo que habían hecho en ese viaje fugaz. Para Taehyung eso fue una ventaja, porque desde que había conocido a su familia no había dejado de pensar en una cosa. Y aunque tuvo la necesidad de mantenerlo en secreto, se dijo a sí mismo que aquello era por su bien, por el bien de los dos y de una relación que se estaba construyendo de a pequeños pasos. Así que se lo contó mientras lo acompañaba hasta el ascensor.
—Iré a ver a mi madre. Todo esto me hizo pensar en que la última vez que la vi fue hace como ocho meses, en una cena de la empresa. Creo que tengo algunas cosas que hablar con ella.
—No vas a pelear ¿No? —Jungkook le dijo observándolo de costado, haciéndolo reír.
Taehyung se declaró culpable, en ese viaje y conmovido por la relación del chico con sus padres, le contó que solía ignorar la mayoría de las llamadas de su madre porque siempre terminaban discutiendo. Ella siempre intentaba justificar a su abuelo, incluso cuando los dos sabían que el viejo no tenía razón, y eso a Taehyung le hacía arder la sangre. Ya no era un niño y no estaba dispuesto a soportarlo, había dejado de ser inocente desde el momento en que entendió que su vida siempre iría contra la corriente por el mero hecho de existir.
No estaba orgulloso de eso, de que las conversaciones con su madre siempre rondaran sobre los mismos temas y siempre procedieran igual. Se enteraban de que ambos estaban bien, luego ella le preguntaba por la empresa y se desataba la guerra, porque para él siempre era «intenta entenderlo, Tae» cuando nadie se preocupaba de devolverle la misma cortesía. Así que a veces Taehyung pasaba hasta un mes sin oírle la voz, cortando las llamadas cuando todavía continuaba enojado, y luego fingiendo que justo estaba ocupado cuando entraban. Sobrevivía a base de mensajes cortos y directos, y por la información que su madre seguramente obtenía de parte de Jin.
—No, o al menos lo voy a intentar —negó pausado —Las conversaciones sinceras con mi familia siempre son difíciles, también con ella. No me frustran tanto como las que tengo con mi abuelo, porque eso es un infierno diferente, pero todas las deidades saben que pongo la mayor voluntad para que podamos entendernos. Al fin y al cabo, ella es lo único que tengo. Y creo que necesitamos tener una. Las cosas cambiaron —dijo suspirando.
—¿Para bien? —Jungkook le preguntó directo.
—Para mí bien, no sé si para el de ella.
—Vas a pelear —el chico chistó y lo hizo reír otra vez.
—No, no quiero hacerlo. Pero voy a preguntar cosas incómodas, porque necesito entender. Depende de ella querer decirme la verdad o seguir fingiendo demencia.
—¿Tiene que ver con tu padre?
—No lo sé —le dijo analizándolo por un instante —Yo no voy a preguntar por él, voy a preguntar por su incapacidad de negarse a la voluntad de mi abuelo y de arrastrarme con ella. No sé si tenga que ver con él. Yo solo quiero entenderla, ser justo. Tener una razón por la que debería tomarme la vida con calma, pelear menos y buscar alternativas coherentes y posibles. Porque en este momento siento tanto pánico de mi futuro que sería capaz de esconderme en un hoyo llevándome la única cosa que me hace sentir seguro.
