Tokyo estalló, hubo muerte y destrucción en la que los héroes difícilmente se repondrían. Un joven, entre las sombras, se daría la tarea de rescatar a su país, sus amigos, su maestro y los amores de su vida del mal que representan Tomura Shigaraki y...
Todos los jóvenes estaban recién bañados y ya listos con sus trajes. Se estaban acercando a las puertas de salida de la fortaleza a esperar órdenes, pero quienes estaban primero eran los padres de cada estudiante.
Los chicos estaban platicando con sus progenitores, cada quien se veía preocupado, abrazaban a sus retoños con todas sus fuerzas. Los padres de Katsuki estaban tratando de mostrar afecto, pero él no colaboraba; los padres de Ochako estaban con las lágrimas en los ojos por el miedo, que estaba bastante justificado; los padres de Yui mantenían un abrazo grupal, pero los rostros de los señores Kodai era de pavor.
Izuku veía esto y trataba de mantener una ligera sonrisa, pero sus ojos pensaban diferente, pequeñas lágrimas se asomaban hasta recorrer sus mejillas. Aunque no lo dijera, pero se notaba cómo extrañaba a sus padres Inko e Hisashi.
— Sr. Dek... otou-san.
— Deku-nee-san.
Un par de voces se posaron al lado de Izuku, una niña pequeña con un cuernito en su frente y un pequeño castaño con una gorra de cuernos. Midoriya se agachó a su altura para hablar bien con ellos.
— Eri-chan, Kota-kun. -ambos sin mediar palabra lo abrazaron-.
Midoriya se quedó sin palabras, pero mientras pasaban los segundos, sus ojos se fueron humedeciendo y ya no pudo evitarlo.
— ¿Se siente bien, Sr. Deku? -Eri estaba preocupada cuando cortó el abrazo y notó que su héroe lloraba-.
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(Cr: @ Astrolimes en Twitter)
— Descuiden, estoy bien. -Izuku era malo para mentir-.
— Deku-nee-san. Lamento no haber podido verlo más después que volvió, no quería estorbarle. -Kota veía a otro lado con pena-.
— Ustedes nunca me estorbarían, al contrario. -a Izuku le estaban limpiando las lágrimas-.
— ¿Los extraña, verdad? -preguntó Kota- Mi tía Shino me contó lo que le sucedió, lo comprendo muy bien, pero ella me dijo que mientras usted piense en ellos, jamás le harán falta.
Cuando Izuku iba a hablar, sintió una mano en sus hombros y este se puso de pie. Era Aizawa, quien vio que tenía su ojo bueno ligeramente hinchado, y no era para menos. E hizo lo que consideró que era correcto y le dio un abrazo a Midoriya, este hundió la cabeza en su pecho.
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