VI: La visita: Bowers ★

44 16 20
                                    


Beck

- Creí que algo te había pasado, ¿No podías al menos dejar un mensaje? ¡Una nota en el refrigerador al menos!

En casa, mi madre estaba un poco ansiosa y asustada, yo había estado con Lisa los últimos días. No quería que las desapariciones volvieran a empezar conmigo, y a decir verdad, yo tampoco.

Le expliqué que sólo me había ausentado porque pasaba tiempo con Lisa, y ella me pidió que le avisara en donde estuviera en cualquier momento.

- Cuídate mucho Beck, sabes que no quiero que te pase nada malo -me decía con un tono afligido en su voz.

- Lo siento mamá, estaré bien. Lisa vendrá ésta tarde, ¿Está bien? -dije abrazándola y frota do su espalda para tranquilizarla.

- Sabes que siempre es bienvenida- dijo mientras se alejaba hacia la sala a encender la televisión.

Amy Anderson era una mujer fuerte, creció con la idea de que las mujeres solo debían dedicarse a la familia y al hogar y desde muy joven abandonó su sueño de ser profesora; pero desde que se separó de mi padre, un hombre que siempre estaba ebrio y decía que mi madre no podía hacer nada bueno, -un total imbécil, si- poco a poco a poco había intentado lograr lo que quería y entender que ella podía hacerlo todo. Y empezó como profesora de un jardín de niños hace un año.

Mi madre tenía el aspecto de una mujer en los años 50. Usaba vestidos por debajo de las rodillas, zapatos bajos de tacón, medias por encima de sus piernas, siempre peinaba su corto cabello castaño con rizos y pasadores, tenía los labios de un color rojo bastante característico de la época. Había empezado a usar ese estilo, desde que su abuela le mostraba libros, moda, y otras cosas de sus años dorados cuando era una adolescente.

Yo trataba de no darle tantos problemas, mi madre también merecía ser feliz, por eso no pensaba decir una sola palabra de lo que estábamos haciendo Lisa y yo. No quería ver cómo se pondría cuando supiera que estábamos irrumpiendo en la estación de policía y dando visitas a lugares extraños, y no precisamente para conversar sobre nuestro día.

Porque si, tal vez mi madre me daba muchas libertades y me permitía salir en cualquier momento, pero también se preocupaba por mi, y nunca me ayudaría a robar archivos policiales.

Nuestra casa no era muy grande, pero tampoco muy pequeña. Era del tamaño suficiente para mi madre y yo, que éramos los únicos que vivían en esa casa, sin mencionar a Duvet, el gato mascota de mi madre.

Un gato de carácter amargado, que siempre tenía grabada en su rostro la expresión de '¿Qué miras, humano tonto?'

Escuché el viejo timbre resonar por el piso de abajo anunciando la llegada de Lisa. Dejeyal gato amargado en un sofá y abrí la puerta.

- Hola Beck -saludó depositando un beso eni mejilla al que correspondí alegremente.

- Hola Lis -digo apartándome de la puerta para dejarla pasar. Mi madre escuchó el ruido y corrió a abrazar a Lisa.

- ¡Lisa, hermosa! ¿Cómo estás? -preguntó lanzándo a Duvet para ir con Lisa.

El pobre gato gritó un muy enojado 'miau' y se fué subiendo indignado las escaleras.

- Muy bien Amy, cuánto tiempo ¿No? -dijo Lisa correspondiendo al abrazo.

- Tenía mucho tiempo que no venías, ¿Dónde estabas metida, eh?

- Cosas de la escuela, ya sabes -dijo con una pequeña sonrisa mientras subía por las escaleras y mi madre volvía a la sala buscando a Duvet.

Cosas de la escuela, si claro, nada de robos a la policía, ni mucho menos visitas al cementerio.

El diario de Lisa Morgan (En actualización) Where stories live. Discover now