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Viernes 21 de febrero 1794


—¡Corre Yoongi!


—¡Si voy detrás de ti!


Ambos jóvenes corrían por las calles de la ciudad como amigos comunes, nadie le tomaba importancia a los dos chicos que corrían, tal vez estaban robando, tal vez iban tarde a la escuela o tal vez simplemente estaban jugando.

Con entusiasmo y ocultándose por algunos callejones, ambos llegaron a su escondite secreto. Entre árboles y plantas encontraron su casa abandonada que tenían para ocultarse del mundo, pasaban sus días para pintar cuadros o dibujar desde que se hicieron amigos en el taller de la profesora Diana, aún seguían en el taller, tal vez no con todos los estudiantes del principio. Varios ya se habían ido porque estaban estudiando o trabajando, pero también entraron nuevos alumnos y alumnas.


—¿Qué te gustaría pintar hoy? —preguntó Jungkook entusiasmado tomando un lienzo y sus pinceles ocultos en el mueble viejo de la casa además de sus pinturas. Agust se acercó hasta el contrario tímido y dejó un beso en su mejilla con las suyas sonrojadas.


—¿Y si... Pintamos en la pared? —preguntó el más bajo y el contrario sonrió tomando su mano para dejar un beso en ella asintiendo.


—Claro que sí, plasmemos algo hermoso como tus ojos, Agust. —el mencionado alzó su rostro y sonrió mostrando sus dientes nervioso por la mirada del más alto.


—Pintemos algo hermoso como tu sonrisa... —dijo tímido Agust y Jungkook asintió.


Ambos disfrutaron del tiempo del otro, mientras creaban su hermoso mural, manchaba sus pieles, tuvieron que quitarse sus prendas de ropa para que no los descubrieran después, ambos ocupaban únicamente sus prendas inferiores excepto los zapatos que habían dejado en otra habitación.

Se estaba haciendo tarde y estaban a punto de terminar, faltaban sus firmas para que todo quedara finalizado, al igual que la fecha, pero Agust tuvo que ir al baño. Limpió su rostro, manos y demás con agua de lluvia que se encontraba en un gran balde. Tomó las flores que tenía ocultas desde el día anterior, todavía se encontraban en buen estado gracias al agua, con ello las tomó y secó la parte de abajo para amarrarlas con una cinta roja.

Jungkook en ese entonces solo sonreía como un bobo, era increíble haberle gustado un chico. Recordaba muy bien cómo llamó su atención el chico de estatura baja que pintaba siempre barcos y mar, su familia y corazones. Era un total romántico, todavía recuerda cómo se sintió y darse cuenta de que le gustaba estar al lado de Agust, cómo su corazón se acelera cada que estaba cerca de él, era simplemente mágico.


—Jungkook... —la voz de Agust se hizo presente en la sala, el mencionado dejó su pincel a un lado y se dio media vuelta.


—¿Sí, Yoongi? —respondió el nombrado y finalmente lo vio, Agust llevaba unas flores silvestres cortadas de alguna parte, seguramente de algún jardín con flores bonitas. —¿Y esto? ¿Son para mí? —preguntó el mayor y se acercó con una sonrisa.


—Sí, son para ti... Y-yo... —Agust relamía sus labios nervioso extendiendo sus brazos para acercar el ramo de flores al cuerpo del mayor.

Letters to my favorite sailorWhere stories live. Discover now