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Viernes 10 de agosto 1798



—¿Cómo sigues?


—Voy mejorando, los doctores pronto me darán el alta.


—Me alegro mucho por eso, sabía que saldrías adelante, amor.


Con ello Agust tomó la mano del contrario con cuidado y así dejar un pequeño beso en los nudillos de este. Agust había visitado a Jungkook todos los días sin falta a la misma hora en la mañana temprano antes de ir a continuar con sus deberes de la armada.

Desde que todo concluyó por suerte, la armada británica ha estado ayudando a los militares del país por las casas afectadas en los incendios provocados por los franceses, y gracias a ello, Agust se ha podido escapar un poco antes para ver a su amado y luego ir a los trabajos.


—¿Cómo se encuentra tu madre? —preguntó Jungkook luego de besarse con su amado y así continuar con su desayuno.


—Está mejorando, no puede caminar todavía porque aún le duele su pierna, pero espero que no mejore todavía. —se sentó el marinero.


—¿Qué? ¿Y por qué? —preguntó extrañado Jungkook.


—Porque nuestra casa se incendió, Jungkook... No tenemos donde vivir.


—¿No tienen dónde vivir? —una tercera voz se escuchó, esta vez femenina y con ello ambos se giraron hasta la puerta, la madre de Jungkook había ingresado junto con otra chica que desconocía Agust. —¿Agust, qué pasó? —suspiró el mencionado manteniendo la distancia con el hijo de la mujer.


—Cuando los franceses atacaron el puerto, atacaron las casas de bajos recursos y entre esas la mía, en realidad donde vive mi madre, porque prácticamente quedé internado en la armada para vivir como marinero. Pero ahora... Mi madre está en la tienda de campaña de la armada recibiendo atención médica, ella tuvo un accidente en su pierna ese mismo día del incendio y bueno, por suerte está viva, pero nuestra casa y nuestras cosas se quemaron. Cuando le den el alta a mi madre, no sé qué haré porque las casas aún están en reconstrucción, no están listas para ser habitadas... —pasó su mano por su cabello algo nervioso por lo que le estaba contando a su suegra.


—Dios... ¿De verdad no tienen dónde ir? —negó con la cabeza.


—No, pero veré qué puedo hacer antes que le den el alta, de alguna forma u otra tengo que solucionarlo. —se levantó tomando su gorra y así poder dejar a Jungkook con su familia tranquilos.


—Hey, hey, hey... No te vayas todavía, ¿Sí? Siéntate Agust, por favor. —sin negar y con cuidado volvió a sentarse esta vez un poco más alejado de Jungkook por precaución. —Has cuidado a mi hijo durante todos estos días, pendiente de su recuperación y prácticamente le salvaste la vida, en verdad estoy muy agradecida contigo y por eso me gustaría que tu madre y tú vivieran en nuestra casa.


—¿Qué? —dijeron al unísono ambos chicos sorprendidos y viéndose entre sí.


Letters to my favorite sailorUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum