Capítulo n°17: "Huyendo de las aves rapiñas y el oscuro".

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Rojo alcanza a ver una luz, que brilla con tanta intensidad en la esquina de una calle, por lo rápido que corre no logra leer cual es. Pero supone que no es nada malo o de lo contrario, ya la había atacado.

Las aves rapiñas son animales diminutos, que para atrapar a su presa se vuelven invisibles. Sus plumas son marrones, sus alas forman un corazón al abrirse y chocar entre si cuando pretenden volar. Se los identifica por el sonido de un instrumento que tienen en la punta del pico, es un violín que si lo tocan con mucha intensidad dejan sordos a sus víctimas. Lo único que consumen para sobrevivir es sangre de cualquier tipo.

El ruido del violín se escucha a lo lejos, respira profundo para tratar de llegar a la luz, exhausta necesita continuar, pero no tiene la flauta para llamar a Omega. Sin embargo, ellos son los que emiten luz para orientarla en su recorrido.

Las rapiñas se callan, aunque es un signo de marear a su presa porque surgen de otro lado. Omega llega a tiempo para defenderla quemando con su poderosa llama a esas aves. Rojo bastante agitada toma aire con los ojos cerrados tirada en el suelo.

Gingis la lame como avisándole que todo está bien. El amigo de Rojo sigue peleando para alejarlas de ellos, pero es hora de salir de esa ciudad. El oscuro no tarda en encontrarlos, ya que ahora si pretende matarlos.

La bruja Olva engaño a la chica de la oscuridad, aunque su padre no permitió que asesinara debió avisarles donde escondían el verdadero libro. Critonita no le creyó cuando le dijo que no sabía nada al respeto. Si no quiere ser comida para los cuervos necesita obtener ese manuscrito como sea.

Su janquins es un dragón verde con escamas negras sumamente veloz. Se guía por su olfato para no perderles la pista.

El Gingis de Sakí trata de ayudarla porque al estar tan cerca de Omega las llamas la dejaron aturdida por el estallido al chocar con las rapiñas. Se sujeta fuerte casi acostada sobre el lomo de Omega.

Los dos animales iluminan el cielo con su brillante luz, los cristales de Gingins se mantienen encendidos mientras las plumas de Omega son de rojizo furioso dando la sensación que cualquiera que lo toque se quema.

Navegan entre la oscuridad sin tener en claro por dónde ir. La neblina que va en aumento a medida que se adentran al espacio haciendo imposible la visión, aunque los ojos de ellos lo pueden ver todo.

La chica del cabello de fuego sigue sin reaccionar, Gingis detiene su vuelo olfateando lo que viene tan rápido hacia ellos, Omega lo imita. Gingis con una mano se toca el collar en su cuello, una piedra azul que los oculta del oscuro. Él pasa de largo y ellos están pendientes de que se vaya entre algunas nubes que impiden verlos.

Continúan apresurando su vuelo para salir, el tigre divisa un lugar donde descansar comienza a descender esperando que el ave lo siga sin oponerse. La caída es amortiguada por la cantidad de nieve en el lugar.

- ¡Auch! – quejándose la chica entre abre y cierra los ojos tomándose su cabeza - ¿Qué estés lugar?

Escanea cada rincón cubierto de nieve, pequeñas chozas o cabañas ordenadas con un mínimo de distancia entre ellas. Ellos se encuentran en la montaña Nevado Blanco y Gris, ya mas consiente se irgue para poder observar a que altura están.

No es mucho lo que tienen que escalar para bajar, un pequeño sendero le facilitad el camino, el frío se hace sentir. Deben avanzar entre la multitud apostada en las calles, es un festival porque todos bailan, las calles están adornadas con guindarlas en colores. Los árboles rodeados de luces, aunque son insectos que cumplen esa función. También cuelgan en infinito hilos velas en tres colores formando una bandera; azul, blanco y amarillo.

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