Capítulo n°34: "Inexplicable suceso ."

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Pasado.

El príncipe Mejías iba rumbo a encontrarse con el rey Sol, un aliado, más que poderoso para obtener su venganza, pero convencerlo sería difícil.

-La reina Luna ¿ya trajo los anillos de la piedra rosa? – interrogo Adén con voz cargada de malas intenciones.

Mejías lo observaba furiosamente, en sus orbes amarillos había una ira contenida por no saber nada al respeto, sin embargo, no podía retrasar su viaje ya que es muy importante reunirse con su amigo.

-No he tenido novedad de su parte – dijo confiando que a su regreso eso este resuelto – pero apelo al buen juicio de mi madre y cumpla con la parte de su trato.

Adén ya sabía lo sucedido en el castillo, pero aun no era el momento adecuado para contárselo o perdería a un valioso aliado sino llegaba al cosmos azul.

-Bien, entonces, esperaremos.

Adén, brujo de profesión y conocedor de muchas tretas para quedarse con lo que siempre quiso acompañaría a Mejías por mera curiosidad. Conocer a los que estaban de su lado, en la causa evitaba traiciones en un futuro por eso el príncipe no lo deja cuando se trata de asuntos importantes.

El rey Sol, antiguo rey perteneciente al planeta Estrella Amarilla, que, a raíz de una mala ejecución en relación a las reglas del universo, Sol no cumplió algunas quedando expuesto como un traidor. Siendo expulsado por los miembros de la Junta Lunar.

Badud integrante de la Junta Lunar decidió por decisión unánime sacarlo de su puesto como rey y enviarlo a pasar sus días hasta la muerte en el Fango Verdoso donde los monstruos de Babel se llevarán su alma dejándolos ser fantasmas, que nadan en aguas podridas. Carecerán de razón, sentimientos y después de quedarse sin nada pueden desaparecer si nadie reclama su cuerpo.

Pero el rey Sol nunca llego a su destino marcado por Badud. Mato a todos los guardias que custodiaban su traslado al Fango Verdoso e incluso juro vengarse escribiendo una nota con la sangre derramada de las personas que acribillo sin piedad.

Se marchó al cosmos azul donde fue escondido por el rey Polen. Allí esperan reunirse con su viejo amigo, el príncipe Mejías.

El ejercito que formaran está cargado de odio, rencor y no pensaran en los inocentes a los que les arrebataran la vida.

Listo para partir Mejías y Adén avanzan hacia la nave Cóndor gris. Su magia fue capaz de arrebatársela a un grupo de vigilancia que lógicamente buscaba a su amo, pero él se percató de tremendo acto, aunque su audacia lo hacía desconfiar.

- ¡Príncipe bienvenido a Cóndor! – adelantándose unos pasos hizo una reverencia sonriendo.

- ¿De dónde salió esta nave, Adén? – cuestiono temiendo que su ambición se volviera un peligro.

Aunque no lo podía culpar. Ellos eran similares en muchas cosas, pero no se atrevía a hacer las comparaciones en voz alta.

El príncipe inspeccionaba la nave seguido por Adén, que lucía más que encantado con lo que no era suyo.

-Le hice algunos arreglos, pequeños, pero cómodos – comento sirviéndose sangría en una copa – Respeto ¿a cómo la conseguí? Diría que ha sido un obsequio – mintió sin ninguna preocupación – Además de que necesitamos una porque el viaje es de tres días y cuanto más rápido regresemos será mejor para continuar con el plan.

Miro de hito a hito a su acompañante y no tuvo objeción alguna. Solo sentía curiosidad por saber cuál es el motivo para ayudarlo sino obtendrá más que su pago acordado o eso le dijo él.

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