Capítulo n°27: "El traslador que los llevara al Lobo Miurse".

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Pasado.

El príncipe Mejías Primero fue expulsado indignamente del reino, del planeta Loto por traición. Sin embargo, la venganza que prepara se llevara la vida de millones.

La reina Luna será su aliada, pero ella omitirá lo que es en verdad su hijo. Se convirtió en un monstruo por amar a la misma mujer que su hermano.

-Secuestrare a Marte y se la devolveré en pedazos, así como me sentí yo al ser desterrado de Loto – hablo con voz firme frente a su cómplice, Rocco el vengador fantasma.

Fiel amigo de los reyes de Loto, pero corrompido por la ambición de tener en sus manos el poder de la gema Rosa. Recuperar a su hijo del pasado que no puedes atravesar como si nada, al menos que tenga un motivo valido sino tu alma quedara atrapada en el corazón de la gema.

-Príncipe no cree que lo más prudente es esperar que las aguas se calmen porque Marte ya lleva en su vientre dos vidas, matarla sería un crimen del que nadie puede escapar.

Mejías pensaba bien esas palabras. Tampoco quería ser ahorcado en plena plaza de Turman solo por una venganza que no había comenzado.

-Puede que tengas razón, Rocco, pero necesito más aliados para enfrentar un reinado tan poderoso como el de mi hermano ¿Alguna sugerencia?

-No, sin embargo, podríamos usar a nuestro favor a los desterrados que duermen en la cueva de dragones, allá en el fregadero de la muerte, en Marte.

-Es una buena idea – una sonrisa maquiavélica se formó en sus labios seguida una carcajada llena de odio.

El príncipe Mejías Primero se había adueñado una parcela del despeñadero de las almas, en frontera con el planeta Loto y la ciudad Albanea, mejor conocida como la ciudad donde habitan las brujas.

Usaba mascara para no ser reconocido y no perturbar el orden de las ciudades aledañas porque ya nadie le tenía respeto. A raíz de su traición en todo el universo se hizo correr la voz para que no lo admitieran en ningún planeta.

Un traidor al rey merecía la muerte y él se salvó por suplica de la reina Luna.

Se escondía en una cueva que acondiciono con lo necesario al saber que su caída no tardaría en llegar. Los aliados no tardaran en llegar tampoco tendrán mucho por hacer cuando se desate la guerra por el poder.

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La reina Luna caminaba de un lado a otro. Llevaba tres días esperando noticias de su hijo menor, pero aún no había llegado nada. Ni un mensaje ni un pergamino que le indicara donde se escondía.

Se abrieron las puertas de la sala del trono donde se encontraba ella. Se sobre salto a ver a Marte acercase con total libertad. Su abdomen crecía dándole mucho esfuerzo al caminar.

Luna la miraba con desprecio porque si ella hubiera aceptado a su hijo antes que al rey Neptuno, estaría libre de culpa, pero no siguió a su corazón y no se equivocó.

-Reina Luna – logro divisarla en la penumbra - ¿Por qué luce tan alterada?

-Como no lo supieras – ríe irónicamente – Sientes tanta paz al tener al príncipe Mejías lejos ¿Verdad? Lo estas disfrutando mi dolor.

-Para nada, aunque eso usted no lo cree ¿cierto? – ríe concentrándose en la frondosidad del bosque a la lejanía – Como tampoco parece darse cuenta que su hijo traiciono a su hermano...

-Tú lo obligaste con tu presencia al lado de Neptuno – la corto con tanto odio y dolor que asustaba, pero no intimidaba a la nueva reina – Eres tan descarada al recriminarme no lo que no veo cuando tú le diste falsas esperanzas por eso hizo lo que hizo, y no lo culpo.

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