MUSA

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Me duele mucho la cabeza

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Me duele mucho la cabeza. Siempre tengo jaquecas, pero hoy creo que voy a explotar. He pasado por una experiencia increíblemente desagradable durante la clase en el Círculo de Piedra. Todos esos ecos retumbando en mi cabeza, sensaciones de miedo e incertidumbre, temor por quien es mi amiga y sé que es inofensiva. No puedo imaginar lo desagradable que debe haber sido para Ellie que la clase entera murmure comentarios ofensivos sobre ella. Estoy mareada de tanto sentimiento ajeno.

—La vasija se iluminó en cuanto la tocaste —Aisha me habla.

Nos encontramos en el comedor de la escuela mientras Doris, una mujer muy simpática que se encarga de preparar el menú de las hadas y especialistas, reparte una ración del manjar de hoy sobre mi bandeja. Le sonrió amablemente, intentando disimular mi agonía.

—No puedo desconectar mi magia —le explico a mi amiga—, las multitudes me resultan una pesadilla.

Con lo rígida y perfeccionista que es Aisha, dudo que pudiera soportar pasar una situación como la mía. Ella, literalmente, se moriría de un infarto si percibiera todo lo que percibo yo en unos pocos minutos. Es exasperante.

Caminamos entre las mesas del comedor buscando un sitio libre. Cada paso que doy permite que un bombardeo de sentimientos ajenos aterrice dentro de mí. Sé que mis ojos, tintados de rosa intermitente, deben de parecer bombillas a punto de estropearse. La de tez oscura, me mira compasiva y en respuesta le dedico una sonrisa amable. No pasa nada, llevo así toda mi vida.

—Doris está dolorida —le cuento.

Nos giramos para comprobar como la cocinera se masajea la espalda y contrae su rostro en una mueca de disgusto. Lo mismo que siente ella, lo vivo yo como si de mis vértebras se trataran. Proseguimos las andanzas entre las mesas y distingo a un chico moreno que esconde la cabeza entre las manos.

—¿Ese chaval? —indico a Aisha con la cabeza, a falta de manos libres con las que señalar—. Asustado y agobiado como un conejito entre halcones.

Frente a nosotras se cruza el profesor Harvey devorando una manzana. Siento una sensación de malestar que sé que no es mía.

—Preocupado e indeciso —dictamino—, o ardor de estómago. Es difícil diferenciarlo.

Aisha me contempla silenciosa, con una expresión divertida y reprimiendo una carcajada. Sí, lo sé, percibir los problemas estomacales de un profesor parece una broma. Aunque nada divertida para mí, ¿por qué he de sentir yo sus molestias? Que las sienta él mismo, que para eso son suyas.

Echo un vistazo rápido al resto del comedor: soy como un ratoncito en el centro del lugar más concurrido de Alphea y cantidad de sentimientos son recibidos por mi mente de forma abrumadora, sin darme capacidad para discernir qué o de quién son. Entre el más absoluto caos, mis ojos se posan en alguien que lo detiene todo.

Apenas puedo distinguir su rostro; solo una sobrecamisa verde y vaqueros tintados de negro, la espalda ancha y marcada de un chico de pelo castaño que desciende las escaleras rápidamente. Me ha parecido que ojeaba la pantalla del móvil, quizás comprobando sus notificaciones y, en menos de un segundo, su esencia desaparece por un estrecho pasillo, disolviéndose entre la multitud. Tan pronto ocurre aquello, el sonido de las emociones vuelve a abrirse paso hacia mí como si aquel breve descanso nunca se hubiera ocasionado.

·𝑬𝒎𝒑𝒂𝒕𝒉𝒚 & 𝑰𝒍𝒍𝒖𝒔𝒊𝒐𝒏𝒔 ·  ✨ꜰᴀɴꜰɪᴄ ꜰᴀᴛᴇ: ᴛʜᴇ ᴡɪɴx ꜱᴀɢᴀ✨Where stories live. Discover now