Feral

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— Al...

Cinco de la mañana.

— Mi estimado ángel.

Eran las cinco de la mañana y él no tenía humor para lidiar con esto.

— Él insistió. —Alastor se defendió con una sonrisa burlona.

Viejos hábitos morían difícilmente.

— Y tú tan caballeroso accediste.

Pero las cosas nunca fueron lo que parecían, ¿verdad? Porque Ángel nunca hubiera imaginado a Alastor cargando a alguien como si fuera una novia virginal. Especialmente no a él. Incluso el pequeño detalle donde la mano de Alastor, sin su guante, estaba en la parte posterior de la cabeza del otro demonio, sosteniéndolo contra su hombro. Casi como si el aterrador Demonio de la Radio no quisiera compartir con nadie, ni siquiera con Angel, la expresión en ese rostro oculto.

Angel respiró hondo y abrió la puerta de su departamento, haciéndose a un lado para dejarlos pasar.

— Oh... ¿En serio...? —Alastor lo miró sorprendido— No esperaba esto.

— ¡Tú lo trajiste! —Angel levantó sus manos al aire— Tuve un día agotador, cuatro de mis mejores prostitutos están incapacitados por la última guerra de pandillas, tuve que mover algunos favores y... ¿Qué quieres de mí, Sonrisas?

— Pensé que te negarías a ayudarlo. —Alastor entró al departamento y esperó a que Angel le señalara el sofá para recostar a Vox ahí.

Desde su habitación vino corriendo Fat Nuggets, totalmente indiferente a los otros dos demonios. Angel se sintió mejor al agacharse y abrazar a su mascota contra su pecho. Antes no tenía mucho tiempo para Fat Nuggets y ahora debía protegerlo para que ningún imbécil hiciera daño a su pequeño. Si estuviese bajo el control de Angel, no se separaría de Fat Nuggets la mayoría del día. Él le dio unos últimos mimos y lo envió de regreso a su habitación, era demasiado temprano para que estuviese despierto y Angel tenía que lidiar con sus invitados.

— Vox es mi socio. —Él se levantó del suelo y no quiso profundizar en las razones por las cuales le era tan natural ayudar al otro Overlord cuando lo veía herido.

El sonido de estática llenó el departamento pero él decidió no ser indulgente con la terrible actitud de Alastor. En su lugar, Angel fue a la bodega que tenía junto a su cocina y sonrió al ver la caja de herramientas de Husk en el suelo. Pequeñas cosas como esas lo hacían sentir que a pesar de todo, tenía algo sólido ahí. Angel movió la caja para poder alcanzar su pequeño kit de primeros auxilios tecnológicos y volvió a la sala. Alastor seguía parado donde lo había dejado, junto al cuerpo inconsciente de Vox y lo estaba mirando fijamente como si Angel hubiese hablado en otro idioma segundos atrás. La luz de la madrugada apenas iluminaba el lugar, así que el Demonio de la Radio estaba en toda su glorioso terror.

— Por favor, Vox es mi socio ¿O acaso olvidaste que tengo un estudio pornográfico? —Angel intentó esquivar a Alastor y la sombra de este obstruyó su avance — ¿Estás celoso o estás enojado? Porque no entiendo por qué trajiste a Vox aquí si no querías que lo atendiese?

— Pensé que ya no trabajas para los Vees. —Alastor murmuró.

— Y no lo hago pero ¿Tú sabes operar las cámaras, la luz y el sonido? ¿Tú sabes cómo hacer una película pornográfica? —Angel apoyó sus manos sobre sus caderas mientras cargaba el kit con sus brazos superiores— Porque yo se actuar en una pero no la parte técnica. Esa es el área de Vox. Así que no, no trabajo para los Vees pero Vox es mi socio. —Él se movió a un lado pero la sombra lo siguió — ¿Qué quieres de mí, Sonrisas? En serio. Porque comienzo a sospechar que solo viniste a quitarme horas de sueño.

Probabilidades implícitasWhere stories live. Discover now