New York

1.4K 155 22
                                    

Angel de vez en cuando visitaba el hotel.

Después de todo había sido ahí que su vida había cambiado a mejor y tal vez redención no fuese algo para él pero definitivamente lo era para alguien más. Así que él hacía su parte. Alastor usaba su influencia como Overlord para... lo que fuese que él quisiera y Angel usaba la suya para tomar las almas que acudían a él en un acto de desesperación similar al suyo tantos años atrás y los redirigía al hotel.

Muchos de los huéspedes se referían a él como un verdadero ángel de la guarda. Lo cual era gracioso considerando que el tipo de ángeles que ellos tenían en el Infierno eran los únicos depredadores que podían matarlos.

Ahí ellos se equivocaban, Angel no hacía ese tipo de cosas por bondad y amabilidad. Esa era su forma de pagar una deuda infinita con Charlie. La princesa tenía un complejo de salvadora que a veces podía ser excesivamente problemático y un nivel de entusiasmo que seguramente celebrarían en el Cielo. Pero al mismo tiempo habían sido las manos de Charlie tomando las suyas y su sincera voz la que lo había guiado cuando creyó que él se merecía muchas cosas que le ocurrían. Había sido la voz de la princesa la que había sonado una y otra vez en su mente mientras organizaba el asesinato de Valentino. Oh, seguramente Charlie no aprobaría eso pero ni siquiera ella lo había regañado por matar a su antiguo dueño. No había ángeles de la guardia en el Infierno, solo un Overlord que se negaba a que otro bastardo como Valentino se levantase tomando ventaja de la desesperación de otros.

Además, estaba Husk en la recepción y bar, siendo su carismático y gruñón demonio favorito.

Solo que él no estaba ahí ese día.

— Se fue a recoger un encargo para Alastor. —Niffty explicó mientras aprovechaba para limpiar el lugar de trabajo de Husk— Pero ya debería estar aquí.

Angel se sentó en su taburete favorito, mirando a Niffty trabajar a esa inhumana velocidad que la hacía casi aparecer y desaparecer de un lado otro. Él siempre había odiado limpiar o arreglar cosas. En vida siempre se había encargado otra persona de esas cosas y como su madre, él prefería hacer cualquier cosa menos tocar polvo o cosas sucias. Una de las primeras cosas que obtuvo como Overlord fue a alguien que se encargarse de todo eso por él. Angel prefería cocinar y no tenía problema con limpiar después de hacerlo porque era parte de su área de trabajo. Pero Niffty encontraba verdadero placer en lo que hacía.

— Muñeca ¿Te molesta si te pregunto algo?

— ¿Tiene que ver con Alastor y Husk? —Niffty consultó, deteniéndose abruptamente. Eso la dejó balanceando su cuerpo sobre dos tapas de largas botellas de licor en una de las repisas altas.

Ella debió estar en el maldito circo.

— No. —Angel sonrió de lado.

— Oh ¡Esta bien! —Niffty apareció frente a él en un parpadeo de colores, sentándose sobre el mesón— ¿Quieres que te preste una nueva novela? No me has devuelto—

Angel dio un ligero aplauso y el libro apareció en el regazo de Niffty. Otra ventaja de ser Overlord es que podía aparecer más cosas además de sus armas. Lo cual era beneficioso considerando que Angel constantemente se olvidaba de absolutamente todo.

— ¡Genial! Estuve leyendo este libro sobre una chica que fue vendida a un brujo de mar. Tú sabes, con tentáculos. —Niffty miró en dirección a su dormitorio — Te lo puedo prestar pero ahora que eres Overlord deberías comprarme libros ¿sabes? Como pago por todos los que te he prestado.

— Gracias y sí, tienes razón, pero no vine por recomendaciones literarias. —Angel sintió una punzada de culpa al ver el rostro de Niffty desanimarse. Maldita sea, este era el mismo demonio que tiempo atrás lavaba su ropa e imprudentemente lo regañaba por no remojar las manchas de fluidos— Pero otro día te voy a invitar un café y podemos hablar de libros y si son como la cosa real ¿Sabes? Tengo experiencia con ventosas y tentáculos.

Probabilidades implícitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora