En donde Iguro Obanai y Sanemi Shinazugawa, husmeando en el cuarto de uno de sus compañeros que tanto odian por "presumido", descubren la triste realidad detrás de la inexpresividad en el rostro de Tomioka Giyuu.
Y debido a que la culpa los carcome...
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Sanemi Shinazugawa puede decir que el es de todo, un egocéntrico, loco, maniático, tal vez un pesado, pero jamás, un arrogante como Giyuu Tomioka. Su compañero de clases.
Giyuu era un chico muy callado, pocas veces lo ha escuchado hablar. Ni siquiera le molestaría si tan solo el chico hablara, pero, Tomioka siempre se tomaba la molestia, para el, de ignorar a todos. Lo estreso más de lo que alguna vez lo estreso su hermano menor, Genya.
Y eso debería ser ilegal. Nadie, en toda su vida, lo había estresado tanto como Genya. Su hermano es un completo fastidio cuando quiere. Que si no conseguía sus dulces lo dejaría fuera de la habitación, que si no tendía la cama no le haría de comer. Y le hace un berrinche de una hora si deja la cortina de la ducha cerrada y no abierta después de bañarse.
Tanto a el como a Iguro les enojaba que cualquiera que le hablará Giyuu, este jamás respondiera. Ni siquiera cuando le molestaban el se defendía. Llego a un punto en que empezaron a tenerle inquietud o incomodidad porque no le importaba nada a aquel chico.
—¡Hey! ¡Depresivo! ¡Por aquí!
Recuerdan ese día, ellos llegaban algo tarde y cuando escucharon aquel grito, vieron lo que sucedió en cámara lenta. A Tomioka Giyuu le lanzaron harina en todo el cuerpo y el grupo de chicas se empezaron a reír, la gente al rededor los miraba impactados por el suceso, algunos enojados y otros como ellos, indignados que esperaban que Giyuu se enojara.
Pero como siempre, el levantaría la cabeza y se iría sin decir ni una sola palabra.
Ni siquiera respondía a sus provocaciones. Obanai siempre le estaba lanzando bolas de papel en la cabeza, Sanemi siempre estaba escondiendo sus lápices, ¿Por qué nunca les reclamaba? De ser por Sanemi, ya le hubiera dado un golpe a Obanai y mandarlo a China. Pero no, jamás reclamaba, solo suspiraba.
Entonces, Sanemi tuvo una idea. Una idea que lo comenzó todo y cerro una etapa en ambos mejores amigos para comenzar otra que guardarían en sus memorias por un buen tiempo.
Se levanto muy tarde, sabía que debía hacer la cama para que su hermano menor no entrara al cuarto compartido a tirarle un zapato en la cabeza. Compartían habitación desde el accidente en el que murieron sus padres y hermanos y solo quedaron ellos, que en aquel entonces, estudiaban.
Pero, gracias a la ayuda de Himejima, un hombre que decidió adoptarlos luego de la muerte de sus padres, estudiaban en un colegio pagado del cual solo salían los fines de semana. Entonces estuvo la complicación de las habitaciones. Himejima, hablando con el director del plantel, le permitió a Sanemi compartir habitación con Genya en unos de los edificios del lugar. Ninguno de los dos quería dormir solo, por lo que la mejor opción era compartir cuarto, aunque el problema no era ese, el problema a resolver fue que estaban en distintos años escolares, Genya solo tenía 12 años, por lo que cursaba el séptimo año de la primaria y Sanemi estaba en la secundaria por lo que era un poco difícil, tenían que cruzar todo el campus del colegio para llegar a sus respectivas clases.
