En donde Iguro Obanai y Sanemi Shinazugawa, husmeando en el cuarto de uno de sus compañeros que tanto odian por "presumido", descubren la triste realidad detrás de la inexpresividad en el rostro de Tomioka Giyuu.
Y debido a que la culpa los carcome...
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"La familia Loav eran de buena posición dentro de la jerarquía.
Cualquiera que mirara su familia diría que estaba llena de personas con suerte, nacidos en cuna de oro y fallecidos en los ataúd más caros existidos.
Riquezas, riquezas, riquezas.
¿Qué no tenían los Loav? ¿Qué podrían no tener que los demás si?"
Iguro camina por el escenario, posicionándose en el centro, donde las luces parpadearon y lo enfocaron a el y los que se supone que eran sus familiares. Todos mirando al frente, las pantallas reflejaron para los que estaban al fondo.
"Un sano juicio".
De repente, las manos de un hombre y una mujer fueron directo al cuello de su 'hijo', Obanai, quien solo mira hacia abajo, ya no mirando al frente. Los que eran sus hermanos, dos, agarraron sus manos con desespero, sus miradas reflejando miedo. Sin embargo el se sentía sofocado de tanta atención y tanto tacto sobre el.
"Los padres de la señorita Delilah Loav, estaban desesperados, sus riquezas fueron robadas. Y aunque , se casara con cualquiera, era poco probable encontrar alguien con la cual casarla debido a que poseía muchas imperfecciones."
Obanai siente que su ojo izquierdo es tapado por la mano de su 'madre', una lágrima silenciosa se desliza por su mejilla, dejando en claro su despecho por el rechazo. Las luces ya no enfocan al padre y los hermanos, solo a ellos dos.
"Delilah Loav, si no la conocieras bien, dirías que era la mujer mas afortunada del mundo.
Tenía dinero, padres amorosos, belleza, y hermanos protectores. Sin embargo, eso no era cierto".
De repente, las luces se apagaron.
Se enfoca una mesa grande, de color beige y patrón de flores negras. Cinco sillas negras donde estaban la familia Loav. El narrador para por un momento, y les toca a los actores empezar a hablar. Iguro estaba nervioso por dentro, se sabía sus líneas, pero lo tétrico le daba nervios, el maquillaje hacia que ello se vieran tan apagados que le dio miedo.
—Delilah — habla el chico que hace de su padre, mirándolo fijamente desde la cabecera de la mesa. Su voz gruesa y áspera cargada de indiferencia hace que que los demás bajen la cabeza y manos al instante.
—¿Si, padre? — Responde temblorosamente. Delilah es la única en tener las manos sobre la mesa al dejar los cubiertos.
—Necesito que vayas a la casa de la familia Merrick, debes conocer al hijo.
Todos se quedan asombrados, especialmente la madre.
—¡Esposo mío, esto no es... ! — La madre trata de intervenir, más por enojo que cualquier otro sentimiento, sin embargo, una mirada de su esposo vuelve a hacer que baje la cabeza.
