Capítulo VI

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  Kye no sabía cuántas horas de viaje habían pasado

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  Kye no sabía cuántas horas de viaje habían pasado. Había oscurecido no hace tanto y el sonido de los grillos era lo único que se escuchaba por todo aquel terreno. Recostó su cabeza dormitando, estaba exhausto.

  La tos de Elric le despertó, tocó su frente en busca de comprobar su temperatura y este estaba ardiendo.

   —¡William! ¡Elric está ardiendo en fiebre! ¿Qué hago? —preguntó el castaño alarmado.

  —Dentro del morral hay unos blísters. Toma una tableta y hazlo tragarla —Kyw obedeció y pronto encontró la píldora. Abrió la boca del caballero y depositó la pastilla sobre su lengua, tomó un poco de agua y la vertió en su boca.

  —Bebe, por favor —susurró en su oído. Elric inconscientemente obedeció.

  Leonora comenzó a removerse en el lugar, estaba despertando.

  —¿Cómo te encuentras? —preguntó el castaño preocupado.

  —Aún sigo débil, pero ya estoy mejor —contestó con una sonrisa. Su semblante se veía desgastado.

  —Sigue descansando, según William llegaremos en unas horas a Albagard —Leonora asintió y volvió a recostarse. El carruaje detuvo su paso de pronto.

  —Eh chicos, tenemos un problema —dijo Will desde afuera.

  Kye asomó la cabeza por la pequeña ventana. Tenían que estar bromeando, justo enfrente de ellos estaban Ezra, con una sonrisa sádica y Leah, con su expresión neutra de siempre.

  —Tienes dos opciones —comenzó Leah —. O nos entregas el chico a las buenas o a las malas. Tú decides.

  La mandíbula de William se apretó. Se había asegurado de cubrir su rastro. ¿Cómo es posible que los hubiesen encontrado tan rápido si no se habían detenido?

  —¿Y qué tal que ustedes dos se vayan con el rabo entre las patas antes de que se las parta?
—propuso el pelinegro.

  —Supongo que eso es a las malas  —Ezra traqueó su cuello preparándose para los golpes.

  —¿Ya puedo partirle el cuello? —Ezra miró a su hermana cuál perro al que le lanzan una rama. Leah hizo un movimiento afirmativo y Ezra se abalanzó contra el contrario.

  Apenas tuvo tiempo de escapar para evitar el golpe. El puño de Ezra traspasó el carruaje quedando justo a un lado de la cara de Kye a quién se le aceleró la respiración. Trató de cubrirse la boca para no hacer ruido.

  Leah caminó lentamente hasta el vehículo y arrancó la puerta de este. Kye se sobresaltó y lo invadió el pavor.

  —Un gusto verte de nuevo, gallina —sonrió y le tomó del brazo para sacarle a la fuerza.

  Es cierto que Ezra demostraba ser más sádico pero era impulsivo. En cambio Leah; era fría, calculadora, repensaba las cosas y no cedía a sus impulsos e incluso podía llegar a ser aún más sádica de lo que lo era su hermano.

Entre el Deber Y el Corazón. Where stories live. Discover now