Capítulo VII

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  Leonora carraspeó con incomodidad y desvió su mirada hacia un costado

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  Leonora carraspeó con incomodidad y desvió su mirada hacia un costado. La mujer, ahora Heliana, se levantó del trono en donde estaba sentada. Aún sin quitarse el velo del rostro bajó los peldaños acristalados, se acercó a Kye y acarició su mentón. Sus ojos se nublaron y sonrió nostálgica.

   —Eres igual a ella  —comentó con añoranza.

  Antes de que Kye pudiera preguntar de quién se trataba ella reveló su identidad. Retiró la suave capa de tela que escondía su rostro.

   —Soy Heliana, reina de Albagard y hermana de tu madre, Elara  —Kye se sorprendió.

  Era uno de los rostros más angelicales que había visto, su cabello de color cobrizo y sus ojos mieles contrastaban con sus finos labios y su respingada nariz. Era imposible que pasase de los 30.

  En menos de dos meses había descubierto un mundo totalmente nuevo y que nada era como creía, además de una familia diferente a la que había conocido.

   —Estoy segura de que tienes demasiadas preguntas. Falta poco para el almuerzo, allí te lo explicaré todo. Uriel te llevará a tu habitación —regresó grácil a su trono.

  Hizo una seña con la mano y el tal Uriel apareció. Era un chico de contextura atlética, cuyos bucles dorados caían a los lados de su cara.

   —Acompáñeme  —pidió e hizo un reverencia. Kye con algo de intriga lo siguió. Miró hacia atrás y William le tranquilizó con un asentimiento.

  Uriel le guió a través de los pasillos del palacio. Kye miraba con curiosidad a los guardias que custodiaban los pasillos. Todos tenían la piel impoluta y cabellos que variaban desde el rubio y el castaño hasta colores de fantasía como azul y verde.

  —¿Dónde ha estado todo este tiempo? —preguntó la monarca con el ceño fruncido.

  —En el mundo humano. Lo llevé allí para protegerlo de las garras de mi madre —comenzó a contar la hechicera.

   —¿Qué les trae por aquí ahora? ¿No está más seguro en el mundo humano ignorando su naturaleza? —cuestionó Heliana con las piernas cruzadas en su trono.

   —Le están cazando —simplificó Leonora.

   —¿Quién? —preguntó Heliana conteniendo la rabia.

   —No lo sabemos —respondió Elric con dificultad por su herida.

   —Ilia, lleva al caballero con el doctor de palacio  —Ilia asintió y apoyó a Elric en su hombro y lo condujo hacia el consultorio de la corte.

   —¿Sospechan de alguien en específico? —cuestionó la reina adoptando una posición más seria.

   —En mi caso, fui enviado para capturarle. Pero nunca entablé una conversación con esa persona, todo se hacía mediante intermediarios —explicó el pelinegro con calma.

Entre el Deber Y el Corazón. Where stories live. Discover now