Capitulo 12

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Me quede mirando hacia un costado, donde en mi campo de visión estaba su brazo, que al estar haciendo fuerza para sostenerse por encima de mi se veia todo marcado y cada musculo saliendo a la luz. 

— Mirame. —su aliento pego en mi cara haciendo que unos mechones de pelo se muevan. Bajo su cara a mi cuello apoyando sus labios carnosos y calientes en esa zona tan sensible que deje expuesta. Mi cuerpo hizo un leve temblor que pensaba que habia pasado desapersivido hasta que sentí la sonrisa de él. 

— Correte Enzo, a ver. —apoye mi manos en su pecho, sentí su corazón latir tan rapido como el mio, y mi respiración se acelero al darse cuenta de eso. Todo mi estomago se movio en respuesta a mis sentimientos y pensamientos. 

— Pero mira si me voy a correr porque me decis vos, no me mandas. ¿Tamo? —dio tres besos hacia arriba llegando atras de mi oreja, la respiración quedo trabada en mi garganta, tres besos largos y duraderos.— Mira como se te puso la piel de gallina, justo como me gusta. —entendi el doble sentido de sus palabras así que volví a empujarlo. En respuesta tiró todo su cuerpo encima del mío, aplastando mis tetas en su pecho y obligandome a abrir las piernas quedando él en medio. Si movía un poco mis caderas iba a poder sentir toda su dureza. La misma que sentí esa primera vez que nos conocimos.

— Jeremías. —alargue la última vocal en tono de súplica, yo no tengo que responder por nadie, él en cambio tiene una familia a la cual cuidar y respetar.

— Jeremías nada. Te mereces que te cachetee toda por hacerte la canchera. —cerre mis ojos con fuerza y mordiendo por completo mi labio inferior, me hace sufrir.

— Si ya sé, pero no se puede. —inconscientemente le estaba pidiendo unas nalgadas, o a propósito, no sé. Enzo levanto su cabeza dándome esas miradas pícaras que solo el sabe hacer.

— La nena de Porto mal. —dijo en un tono bajo a la vez que se levantaba y bruscamente me levanto del sillón acostandome en sus rodillas con el culo apuntando hacia arriba.

— ¿Que haces tarado? —queria moverme y salir de arriba suyo cuando sentí su mano caer sobre mi nalga izquierda en una cachetada sonora. Me quedé quieta a la vez que su mano masajeaba el lugar golpeado.

— ¿Que decías? —murmuro en mi oreja. Volvió a golpear y está vez me moje, me hunedeci, me exite. No sé cómo explicarlo, pero la comezón de dolor se transformaba en placer llegando a mi estómago.

Me dió otra nalgada y un gemido se escapó de mi garganta. Su mano subió a mi cadera y tomo el elástico de mi calza bajandola por mis muslos, dejándola por debajo de mis nalgas. Al quedarme ajustada hace que mi culo se vea más grande.

Quedé con solo la ropa interior color lila, es tan fina que no se ve, solo se pierde entre mis nalgas. Tomo la parte de atrás de la tanga y tiro hacia arriba haciendo que se meta entre mis labios vaginales. Ya no puedo ocultar mis gemidos de placer.

Me dió otra nalgada está vez haciéndome temblar todo el culo.

— Uf Felicia, el orto que tenés. —y sentí sus dientes morderme una de las nalgas.

— Salí Enzo, por favor te lo pido. —mis ojos estabas llorosos pero por placer, estaba disfrutando mucho de sentir mis nalgas latiendo y ardiendo.

— Rogame dale, suplicame pero que te garche. —dos de sus dedos recorrían la linea de mis nalgas hasta que agarro y corrió hacia un costado el tela, apoyando las yemas de sus dedos en mi humedad.— Estás toda mojada Felicia, viste que sabía que eras una nena mala. Sos la profe mala. —se corrigió a lo último, mis rodillas se separaron levemente para abrirme un poco más apra él. Iba y venía con sus dedos, de arriba a abajo, hasta de los metió lentamente hasta el fondo.— ¿Tan apretada ibas a estar? El juguete no te sir..—y quedó a mitad de camino con su frase. Me hizo sentarme en los talones y se levantó yendo hacia la habitación. Mi corazón late fuerte, nervioso. Siento la brisa fresca dándome de lleno en mi humedad. Enzo aparecío por el pasillo con mi juguete en mano.

Compañera de juegos (Enzo Fernandez)Kde žijí příběhy. Začni objevovat