Capitulo 18

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Sus puños golpearon repetidas veces su rostro y pecho, sus fosas nasales aleteaban con furia, su pecho subía y bajaba agitado.

— La concha de tu madre. —es la primera vez que escucho decir eso a Enzo, nunca dijo una puteada tan fuerte.— La reconcha de tu madre. —repitio está vez más enojado. Yo me arrodille como pude, arrastrandome hasta él.

— Enzo, por favor, para. —lo empuje por los hombros, pero no me miraba ni me escuchaba, estaba concentrado en un Marcos ensangrentado, quería cagarlo a trompadas, pero no quiero que se arruine la vida por esto. No por mi.

Me puse detrás de él, agarrándome a su cintura y tirando mi cuerpo hacia atrás lo pude sacar de encima del hijo de puta ese. Fue en el momento justo que la policía entro por la puerta de mi casa. Si lo llegaban a ver con las manos en la masa, se arruinaba definitivamente.

La policía ni dudo en actuar como corresponde, me sentaron en mi propio sillón primero curandome, asegurándose que no tenía nada roto y luego para tomarme las declaraciones, a Enzo lo tenían del otro lado de la habitación y Marcos estaba sentado en una silla de la cocina. Pude ver cómo Enzo miraba con odio al anterior nombrado.

— ¿Podría explicarnos qué sucedió? —uno de los uniformados tenía su libreta de película, mirándome espectante.

— Estaba acostada, cuando me golpearon la puerta, yo pensaba que era Enzo. —este cuando escucho que lo nombre me miró por primera vez en todo este lío, su rostro se relajo considerablemente y le pregunto algo a una de las policías, la cual negó y volvió a su mala cara. Pero está vez mirándome fijamente. A pesar de la situación, mis ojos se ponen llorosos de los nervios y mi cara hierve.— Por lo que abrí sin preguntar quién era, es muy raro que entre gente de afuera a este edificio, tiene muy buena seguridad. Marcos empujó la puerta y me empujó pidiéndome plata.

— ¿Es la primera vez que le exige algo así? —niego con mi cabeza.— ¿Y es la primera vez que la golpea? —asiento.

— Cuando estábamos en pareja era violento, pero nunca me pegó.

— ¿Cuando fue la primera vez que le pidió plata? —sin dudarlo mire a Enzo. No quería que escuche, pero no queda otra.

— Ayer. —no puedo creer que se haya delirado todo tan rápido.

— ¿Que le dijo para que le dé lo que pedía?—suspiro fuerte y refriego las palmas de mi mano en el pantalón de ositos que tengo puesto.

— Me amenazó con filtrar la información de que Enzo vive en este edificio. —este se descruzo de brazos y camino a pasos agigantados hasta estar frente a Marcos, lo tomo de la campera y lo puso cerca de su rostro. La policía fue más lenta que él cuando Enzo le volvió a enbocar una piña en la nariz.

Entre dos de ellos tuvieron que arrasrarlo y lo sentaron en la otra punta del sillon. Quedó sentado como si fuera un niño. Enojado quedó.

— Yo quería cuidar su tranquilidad y su privacidad, no tiene porqué sacrificar esas cosas por culpa de su vecina. —termine mi relato contando en qué momento entro Enzo, para que luego sea confirmado por su parte de la historia.

Luego de todo el papeleo de la denuncia, de dejar asentado con firma y aclaración que si me pasa algo va a ser culpa de Marcos, los uniformados se fueron llevando esposado a Marcos, el cual con su declaración no ayudo mucho a su causa, lo bueno es que dijo la verdad, su corazón está tan envenenado por odio que no lo dejo pensar lo que iba a decir.

Apenas cerré la puerta despidiendo a los policías, Enzo envolvió mi cintura con sus fuertes brazos y hunde su cara en mi cuello, dejando besos suaves en él.

— Perdón por todo Feli, esto al final es mi culpa. —frunci mi frente girando para estar de frente.

— No se en que parte esto podría llegar a ser tu culpa. No es así, no es culpa tuya que yo tenga un ex violento. Así que deja de decir pavadas. —le di una sonrisa tranquila, relajada. Cómo me siento ahora que estoy siendo apretujada por él.

— Si no hubiera vuelto antes me iba a arrepentir toda la vida. Pero creas o no, algo me dijo volve. —sus ojos concentrados en mi cara, yendo de un lado al otro tomando cada detalle de este. ¿Cómo no enamorarme si me mira así?

Acerco su cara a la mía haciendo que mi corazón se dispare a mil por hora. Sus dulces y calientes labios hicieron contacto con los míos, que suaves y hermosos. Me sentí en una nube placentera.

Succionaba mis labios tan delicadamente que casi no lo sentía, su lengua apenas jugaba tímida delineando mis labios. Dios, que ricoooo.

Es tanto lo que siento adentro mío que me dan ganas de gritar. Tomo aire y sonrió en medio del beso, me siento extasiada, como si hace una hora no me hubieran querido matar a golpes. Lo placentero que es saber que con un solo beso de este hombre, todos los malos pensamientos se alejan de mi cabeza.

Desgraciadamente en cuanto apoye mis manos en su pecho, haciendo puños con su remera para que no se aleje de mi, escucho las llaves de mi puerta haciéndome alejar rápidamente. Por ella veo entrar a mis papás y mis hermanos.

— ¡Sorpresa! —gritaron dejando sus mochilas en el suelo. Ellos miraron la escena y su mandíbula llegó a tocar el suelo. Antes de que se pongan en preguntones, salte a ellos abrazándolos, hace semanas no los veía y los extrañaba. Ignore todo tipo de dolor, y todas las ganas de llorar que tenía se fueron.

Mi papá prácticamente me empujó sacándome de encima de él para caminar a paso lento hacia el hombre de seleccion, parece sin creer que sea él. Por lo cual Enzo solo sonrió parece sin una pizca de nervios.

Mis hermanos, de 15 y 17 años, estaban quietos solo mirando para asegurarse que sus ojos veían bien.

Son muchas cosas en un día, tantas que sentí como comencé a marearme, mis oídos se taparon y crean o no veo estrellas.  De pronto fue todo negro, se me apagó la tele como quien dice.

Compañera de juegos (Enzo Fernandez)Where stories live. Discover now