Especial San Valentín: ¿Cita? y una mierda...

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Katsuki caminaba a paso firme y sin mirar atrás, absorto en sus maldiciones para no escuchar a su novio que venía gritando su apodo, como si a él se le hubiese olvidado, desde hace dos cuadras a todo pulmón. Estaba molesto como la mierda y en este momento deliberaba si echar a correr o simplemente tomar un taxi para dejar de escuchar a ese estúpido nerd.

—Kacchan... Por favor espera un poco... Déjame hablar... —decía cuando lo alcanzó con lo que parecía ser su último aliento.

El rubio harto de la situación volteó para enfrentarlo —Vuelves a decir Kacchan una sola vez más y juro que tendrás que ir a buscar tu culo a Argentina luego de la patada que voy a darte.

—Déjame explicarte ya luego me pateas —rogaba el peliverde que aún no había podido recuperar del todo el aliento.

—JA, ¿Explicar? ¿Qué mierda me quieres explicar? Este fue por lejos el peor San Valentín de mi jodida vida, teniendo en cuenta que esta fecha para mi no significa nada. Es puro marketing, hasta un puto café sale el doble el día de hoy por el simple hecho de que la mesera dibujo un corazon rojo a tu nombre. Si acepté tener una cita este día fue porque a ti te gustan estas mierdas y te hacía ilusión.

Izuku cayó de rodillas, no sabía si era por el sobreesfuerzo que había hecho o simplemente fue la decepción de saber que había arruinado totalmente un día tan especial como este. ¿Cómo mierda fue que esto se salió de sus manos? Lo había planeado por semanas y hasta Shoto fue de ayuda con ciertos detalles.

—Lo siento mucho Kats.

—¿Qué es lo que sientes? ¿Haberme jodido para que dejara el trabajo a las 4 y aparecer por mi a las 6.15? No sé si eres consciente de que tuve que hacer horas extras durante toda la semana para poder salir antes hoy.

—Shoto comió mariscos y se intoxicó, no lo noto hasta que casi deja de respirar. Según él la picazón que sentía en el cuerpo era debido a su suéter, el cual se negaba a quitarse.

—... Luego cuando llegaste lo hiciste sudando como cerdo que va al matadero. Tuve que dejar que te bañaras en la oficina, esperarte aún más y prestarte una camisa porque habías olvidado llevar un cambio de ropa.

—Ya iba tarde Kats. Si volvía a mi oficina para hacerlo habría llegado justo para la reservación.

—Como sí hubiéramos llegado mucho antes. ¿Qué me dices de la cafetera de auto que te dio la empresa? La cual nos dejó a medio camino y tuvimos que llamar a la grúa. Y obviamente esperarla.

—¡No controlo cuando la mierda de auto se va a descomponer! ¡No puedes culparme por eso!

—No te culpo, sólo te estoy dando las observaciones de mi espléndida noche. Cuando creí que ya todo iba a salir bien, que equivocado estaba, bien dicen que no hay que escupir al cielo, los ineptos del restaurante se confunden con nuestra orden

—... —Izuku no podía refutar, Katsuki tenía razón.

—Y la pinche vieja de al lado se ahoga con lo que sería mi sushi, por un lado bien hecho quien la manda a tragarse mi comida, y como sí ya todo esto fuera poco, cae desparramada sobre nuestra mesa haciendo que mi camisa blanca se manche con vino.

—Las cosas no debían salir así.

—¿Sabes qué camisa es esta? —el peliverde lo mira con confusión. A sus ojos Kacchan siempre lucía camisas blancas entre semana por su trabajo —. La camisa Valentino que me regalaste en mi primer cumpleaños juntos. Es mi favorita y ahora está arruinada.

—Te compraré 10 si me dejas hablar —el rubio cruzó sus brazos al frente y puso los ojos en blanco, señal de que lo que tenga que decir lo diga, pero a la de ya —Shoto se intoxicó y casi muere dos veces. Primero por los mariscos y luego porque la droga que le dieron no era la adecuada para contrarrestar lo otro causándole otra alergia. Tuve que esperar ahí hasta que su madre llegó con su historia clínica, para que no vuelvan a ponerle otra medicación a la cual es alérgico. Agradezco que me hayas dejado darme una ducha en tu oficina como también usar tu camisa, aunque me quede algo justa. Lo del auto fue mi error, lo reconozco, Shoto me había ofrecido llevar el suyo, pero con la urgencia ya lo olvidé. Que se hayan equivocado con la cena si fue culpa del mesero y entre en pánico cuando la señora se ahogó con tu comida... fue horrible darme cuenta que...

—... ¿Qué me podría haber pasado a mi? ¿Me crees tan idiota como para ahogarme hasta morirme con tan poco?

—No, es que la señora...

—Deku no juegues con mi paciencia. La señora ¡¿Qué?!

—SE AHOGÓ CON TU ANILLO ¡MALDITA SEA! Planeaba pedirte matrimonio hoy y todo se fue a la mierda. Lo siento mucho —

El peliverde se incorporó y empezó a caminar hacia el restaurante de nuevo, llorando a moco tendido y sin poder mirar por una última vez al rubio que se había quedado de piedra en medio de la calle, procesando todo lo que el otro le había dicho. Entendiendo el porqué de esforzarse tanto para algo que sabía que no le gustaba festejar.

Él había tenido un día de mierda, pero comprendió que Izuku también. Debe haber sido frustrante ver como cada cosa que pensaste con esmero para que fuera del agrado de tu pareja se iba al caño por cosas que ni siquiera eran tu culpa.

—Deku... —el peliverde voltea a verlo —La noche no ha terminado aún, comamos en el McDonald de la avenida.

—Pero arruine la propuesta —dijo con un puchero que demostraba que iba a seguir llorando.

—Aún no has hecho ninguna maldita pregunta.

—Ya no tengo anillo. La señora se lo trago — dijo bajando la mirada a sus manos entrelazadas.

—No es necesario, si la propuesta sale de tu corazón. Sinceramente creí que todo esto había sido adrede porque querías dejarme y no sabías cómo.

—Nunca... —el peliverde se acercó a paso ligero y rápidamente se hincó frente al rubio —Kacchan, ¿quieres casarte conmigo? Prometo que no todos los días serán así de divertidos.

Katsuki tomó su mano para hacer que se levantara —Esa si fue una propuesta épica, en medio de una calle desierta, con vino en mi camisa y tus mocos. Cualquiera pensaría que me quieres robar —lo beso tiernamente —. Aceptó mi estúpido nerd.

—Lo único a lo que aspiraría robar es tu corazón. Gracias Kacchan, estaba tan nervioso de que dijeras que no.

—Mi corazón es tuyo desde que teníamos 4. ¿Sabes que hizo la noche aún más épica?, aparte de la propuesta lógicamente.

—¿Qué? —pregunto riendo.

—Que el bastardo mitad mitad casi se muere. Dos veces.

—¡KACCHAN! —no pudo evitar carcajearse de las ocurrencias de su ahora prometido.

Cupcake de My Pastry AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora