Nadie sabe de lo que es capaz el ser humano cuando su cuerpo es invadido completamente por la ira y el enojo. Taehyung lo va a descubrir cuando encuentre a su esposo bañado en sudor debajo de las sábanas de su hermana.
Contratar un mercenario, cosa...
Cuando Taehyung regresó de su empresa, luego de revisar el progreso de los nuevos artistas que estaban siendo entrenados, ya estaba oscureciendo.
Decir que estaba cansado era poco, se dio cuenta que últimamente se cansaba más rápido, tampoco podía comer bien, las náuseas no se iban, los mareos también eran frecuentes.
Quizás la anemia que tenía cuando era niño había regresado. Por eso, antes de que Jimin se fuera de su oficina, habían acordado ir al día siguiente a alguna clínica privada para hacerse un chequeo.
Para cuando llegó a casa del rubio, ninguna luz estaba encendida, lo que le pareció normal, casi siempre llegaba el primero y luego llegaba el mayor con compras para que cocinara la cena. Taehyung se había dado cuenta de que a Yoongi le gustaba cocinar, siempre lo hacía con buen humor.
Prendió la luz de la sala, se sacó su saco y dejó sus zapatos en la entrada. Pero cuando se dirigía para ir a la cocina a tomar algo de agua, una luz proveniente de la parte inferior de la puerta de la habitación del rubio llamó su atención.
Abrió la puerta y se sorprendió por dos razones.
La primera era que el rubio, ya no era rubio. Agust tenía el cabello negro ahora, era algo nuevo, pero negar que el color le quedaba bien era un sacrilegio.
La segunda razón es que el mayor no se había percatado de la presencia de Taehyung, ni cuando llegó a casa, ni cuando abrió la puerta, ni cuando dio un pequeño grito de sorpresa al ver su nuevo look.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
— Hyung... — llamó, acercándose a la cama.
El pelinegro estaba tan metido en sus pensamientos que ni siquiera se inmutó con la voz del menor.
— Hey... — Taehyung sacudió el hombro del mayor con delicadeza, aún cuidaba la herida de bala que tenía el mayor en esa área.
Yoongi volvió a sus sentidos con el repentino movimiento y volteó a verlo.
Sonrió al ver al menor a su lado, pero esa sonrisa no llegó hasta sus ojos.
— Hola, belleza. — Yoongi dejó el cuaderno que tenía entre sus piernas sobre su mesa de noche, y dio una palmada a su costado de la cama para que Taehyung se sentara.
— ¿Todo bien? — preguntó el menor, sentándose donde le habían indicado.
El mayor se puso de costado y asintió.
— Te tengo una sorpresa. — acarició su rostro, tan delicadamente con la yema de sus dedos, como si quisiera tatuarse cada milímetro de piel en su memoria.
Taehyung sonrió, quizás está un poco ebrio, pensó, podía sentir el olor a licor en el aliento del pelinegro.
— ¿Sí? ¿qué es? — puso sus manos sobre las de Yoongi, haciendo que sus movimientos se detengan.
