Capítulo IV: Charles...

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Grabar videos o cualquier tipo de contenido en el Motorhome de Ferrari, junto a Carlos, previo a una carrera, le generaba paz. Lo hacía sentirse tan bien y cómodo, generándole tranquilidad y haciéndole olvidar por completo la ansiedad que sentía antes de cada Gran Premio, al menos de esta temporada; por el momento lideraba la tabla del Campeonato de Pilotos, era un enorme peso que tenía encima, la presión que sentía por aquello era máxima y sabía muy bien que no debía equivocarse o fallar, porque eso le costaría su sueño y meta de toda la vida.

Las carcajadas inundaban el lugar en el que se encontraban, ambos pilotos estaban sentados frente a las cámaras y parte del personal de producción, jugando algún tipo de juego en el que Charles debía repetir frases en español con Carlos guiándolo, pero evidentemente le costaba un poco seguir el ritmo, aunque bueno, de escucharlo a su compañero de equipo hablar en su idioma natal, se le habían pegado un par de palabras que pronunciaba de manera correcta.

La estruendosa risa de Carlos distraía un poco a Charles, el verlo lucir tan alegre y calmado, con sus ojos brillando a más no poder, lo dejaba enternecido; le gustaba verlo así. Daría lo que fuera por siempre ver a su compañero feliz, le daba años de vida y, por alguna razón, hacía que su corazón diese un vuelco en su pecho.

Apenas terminaron de grabar aquel video, el chico de Mónaco escuchó que su celular sonó por una notificación, revisó este y detuvo su caminar de manera abrupta.

El texto apenas decía un simple: «Charles...», pero le bastaba ver el número que se lo había enviado —el cual no tenía agregado —, para saber de quién se trataba.

Repentinamente sintió ganas de vomitar, su corazón empezó a latir con tal rapidez que parecía que dentro de poco explotaría, de pies a cabeza fue recorrido por una sensación que lo llenó de miedo, además de incomodidad, movió sus pies con rapidez en busca de algún lugar para estar completamente solo, quería llorar, gritar o quizás estrellar el celular contra la pared. Las personas a su alrededor se dieron cuenta de la manera tan extraña en la que había empezado a actuar tras revisar su celular, pero nadie se atrevió a preguntarle nada al menos en ese momento, no obstante, una vez empezó a dirigirse a su lugar de descanso, Carlos decidió ir a ver qué le sucedía, quizás fue el primero y único en fijarse en cómo el monegasco quería llorar, su cara lo delataba por completo y más aún la expresión de desesperanza que estaba plantada en esta.

Charles cerró la puerta con un poco de fuerza y recostó su espalda contra esta, sintiendo que sus piernas se debilitaban y se sentó en el suelo, mientras sostenía sus rodillas las cuales pegó a su pecho, escondiendo su rostro entre ellas.

Quería llorar pero no se lo permitía, internamente se decía que ya había llorado mucho por aquel tema y que era algo estúpido, pero en la otra cara de la moneda, tenías sus lágrimas acumuladas porque él lo volvió a buscar después de lo que le hizo. No lo entendía, no sabía porqué lo hacía, ¿Qué ganaba atormentándole la vida así? ¿Por qué le escribía como si nada? Se suponía que después de todo lo que pasó, cada quien se iría por su lado, Charles estaba en su mejor momento como piloto de la fórmula 1 con el equipo que siempre anheló y él debía prepararse para un Mundial de Fútbol, se encontraban separados y limitados, eso era bueno, o al menos para Leclerc lo era.

Habían roto a finales del año anterior, ese fue el momento en que Charles se dio cuenta de todo lo que le hizo y lo sacó de su vida como pudo, sin saber que él se ofendería por eso y lanzaría un contraataque que casi hace que el monegasco pierda absolutamente todo. Caminó por una débil cuerda floja durante casi dos meses, hasta que las cosas volvieron a su lugar, tuvo mucha suerte para tapar lo que él hizo en aquel momento y sabía que, si las cosas nuevamente se salían de control, todo se desmoronaría. Además, no es como si aún siguiese enamorado de él o queriéndolo, con la decepción, los sentimientos desaparecieron en poco tiempo, siendo reemplazados por algo que era como una mezcla entre ansiedad y enojo, algo que no lo dejaba en paz por completo y que le hacía temer, pero que al mismo tiempo le daba ganas de mostrarle al mundo como el chico con el que estuvo, era realmente, también le enojaba haberse permitido pisotear por alguien que supuestamente lo quería, prometiéndose a sí mismo nunca más enamorarse o siquiera fijarse en alguien más, pero...eso es otra historia.

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