Capitulo 16

30 4 0
                                    

Por un momento, el silencio se había vuelto incómodo entre ambas. Dawn acababa de confesarse ante mí exponiendo sus más grandes secretos, esos que nos habían mantenido separadas por tanto tiempo y que, había comenzado a creer, serían los que volverían a unirnos.

Si bien era demasiado pronto para suponer que todo estaría bien entre nosotras a partir de ese momento, al abrazarla allí, en ese viejo pub londinense, sentí que algo en mí había cambiado, como si finalmente fuera capaz de reflexionar sobre mis acciones pasadas y mis sentimientos presentes. Sin embargo, justo cuando sentí que una pequeña chispa dentro mío empezaba a brillar para hacerme ver aquello que tanto había querido ocultar durante años, Dawn me trajo nuevamente a tierra al contarme que estaba en pareja con otra persona.

Sé que te debes preguntar, cómo después de tantas páginas aún no me oíste decir que la amara. Y es que, por más que suene estúpido, hasta ese momento yo estaba queriéndome convencer de que el amor que yo sentía por ella era diferente, que cuando había dicho que ella era el amor de mi vida me refería en sentido figurado como quien habla de sus mejores amigos como sus almas gemelas. Al menos hasta ese día, pues, de no haber sabido la verdad, es decir, si ella no me hubiera dicho que estaba enamorada de alguien más, jamás hubiera tenido esa sensación tan extraña de tristeza, la cual efectivamente estaba sintiendo allí, en el pub, con ella frente a mí.

Miré mis manos sudorosas por un momento esperando que se me ocurriera una idea brillante, algo que decir para romper ese silencio y no quedar en evidencia. Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, la sombra de una persona apareció por el costado de mi ojo haciendo que me diera un sobresalto. Se trataba de la moza que minutos antes habíamos visto detrás de la barra, traía un cuaderno y una pluma en su mano y estaba viéndonos con el ceño fruncido.

— ¿Van a pedir algo o no? — preguntó ella en un modo muy descortés.

Dawn y yo nos miramos desconcertadas, pues el modo en el que la joven se estaba refiriendo a nosotras era detestable, sin embargo, decidimos hacer caso omiso. Pedimos lo primero que vimos en la carta, hamburguesas de res con papas fritas. Aun así, la moza no parecía estar contenta tampoco, se dio media vuelta y se marchó refunfuñando.

A penas se fue, Dawn y yo nos miramos y no pudimos evitar soltar una carcajada cómplice, la cual duró varios segundos, hasta que fue muriendo de a poco en un nuevo silencio.

Fue ella la primera en romperlo.

— Entonces, ¿vas a decirme por qué estás realmente aquí? — preguntó ella levantando una ceja. Levanté la mirada y me encogí de hombros.

— Es justo, un secreto a cambio de otro — respondí yo, más relajada que antes. Ella sonrió — Tenías razón en asumir que se trataba de algo de mi padre, el biológico, digamos. Aunque creo que a esta altura se ha vuelto un problema que los involucra a todos.

Dawn se acomodó en su silla, se cruzó de piernas y apoyó sus brazos sobre la mesa. Estaba poniéndose en posición de escucha, y yo me dejé llevar. Le conté todo, hasta cada minúsculo detalle. Algunas cosas ya las sabía, como por ejemplo el hecho de mi madre me había enviado un cuaderno escrito por ella relatando toda su historia de amor con Thomas, también cómo Thomas había desaparecido y Alice seguía sin saber si él estaba vivo o no. Sin embargo, había muchas otras cosas que desconocía, las cosas que mi madre no le había podido contar, ya sea porque quiso aparentar ser fuerte o porque simplemente las desconocía ella también. Entre ellas estaba el hecho de que mi madre me había enviado a que encontrara al amor de su vida vivo o muerto, pues de otro modo ella no encontraría la paz.

— Vine aquí porque quería obtener respuestas para ella, pero también para mí. Al menos lo puedo ver así ahora. Pero temo que inicié este camino con falsas esperanzas, las mismas esperanzas que mi madre debió tener hace más de 20 años atrás cuando vino aquí a hacer lo mismo que estoy haciendo yo, buscando respuestas. A ella no quisieron dárselas y la echaron en medio de amenazas y sin ningún tipo de consuelo. En cambio yo he tenido un poco más de suerte.

Nuestro atardecer doradoWhere stories live. Discover now