Capítulo 24

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Ella estaba justo frente a mí, con una sonrisa que cubría todo su rostro. Su cabello rubio platinado estaba peinado en dos trenzas a los costados de su cabeza. Traía un cárdigan blanco y un vestido amarillo que llegaba a sus tobillos. La luz del sol sobre su piel hacía que pareciera como si jamás se hubiera tenido que internar en ese Hospital.

Se veía viva. Se veía como mi mamá.

Corrí hacia ella como si hubiera tenido cinco años otra vez. La rodeé con mis brazos y besé su mejilla, estaba rebosando de alegría.

— Feliz cumpleaños, Cathy — dijeron mi tía Amanda y su esposo, Jay.

— Feliz cumpleaños, hijita — dijo mi madre mientras acariciaba mi cabello.

Amanda me contó que había ido a visitar a mi madre después de haberme ayudado con la casa, y que no había podido contenerse de contarle a Alice sobre lo que estaba haciendo. Mi madre se había emocionado tanto que ambas planearon venir a visitarme para mi cumpleaños. En el hospital habían dado el visto bueno, asumo que para ellos significó más bien un alivio, puesto que, desde intervención en salud mental para la depresión, siempre era una buena señal que los pacientes quisieran salir de sus habitaciones al mundo real, indicaba algún tipo de mejora. Consecuentemente, aquello también implicaba que el departamento de Psicología del hospital debió haber sido el que recomendó la aprobación de la salida, y no pude evitar sonreír al pensarlo.

— Han hecho un trabajo maravilloso — dijo Alice al ingresar a la casa. Sus ojos escaneaban cada rincón de la habitación con asombro y una sonrisa se dibujó en su rostro.

El hogar que ella tanto había amado, había vuelto a la vida.

— Si puedo preguntar, ¿qué te llevó a hacer esto, cariño? — preguntó ella mientras se sentaba en el sofá junto a mis tíos.

Mordí mi lengua con temor de decir algo de lo cual me arrepentiría luego. No podía, al menos no aún, decirle a mi madre que me había peleado con Joe porque había descubierto que nos había engañado durante años sobre Thomas. Simplemente, era demasiado.

Tuve que inventar una excusa con rapidez.

— Erm… Verás, sentí que era una manera de ayudarte a salir del Hospital, ¿sabes? Volver a ver tu hogar como solía ser… No lo sé, imaginé que podía motivarte a seguir luchando — respondí.

Un honesto brillo se formó en los ojos oscuros de mi madre y me devolvió una media sonrisa, en la que podía ver destellos de felicidad, pero a la vez, tristeza. Conocía su culpa, leía su debilidad, no tenía que darme más explicaciones, al menos no a mí.

— ¿Has hablado con tus hermanos? — me preguntó mientras me puse a acomodar la mesa del comedor para dejar la torta allí junto con unos platos, vasos y alguna bebida.

— Ambos me llamaron esta mañana. Tati dijo que tenía una presentación muy importante en el teatro esta tarde y que no podría venir por eso, pero que deseaba que tuviera un muy feliz día; y Phill, bueno, ya sabes cómo es él, ma. Charlamos unos segundos y luego se despidió, él y Clarissa están ocupados con todo lo de su casamiento…

No pude evitar poner los ojos en blanco al decirlo, y mi madre se dio cuenta de ello inmediatamente. Torció su cabeza hacia un costado, juzgándome con su mirada, sin decir una palabra.

— Nunca tuve el placer de conocer a esa muchacha — dijo Amanda poniéndose de pie junto con Jay para ayudarme.

— ¿No es la jovencita morena que vimos con él caminando por Nottinghill un año atrás? — preguntó Jay mientras tomaba unos vasos de la alacena y los colocaba sobre la mesa. 

Nuestro atardecer doradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora