Capítulo 10 | La ayuda de Sanzu.

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Ran.

Lidiar con Rindou era un dolor de cabeza, en especial a la hora de las comidas.

- Vamos, no puedes vivir de ensalada. -mufé.

- No quiero, Ran. -apretaba sus labios y corría la cara esquivando la cucharada de sopa.

- ¿Avioncito? Di "Ah" -intenté ser juguetón con él y siguió con su cara de culo. - Aburrido.

Llevaba cuidando a Rindou todo este tiempo por mi cuenta, estaba quedándose en mi casa y durmiendo en mi cama.

- ¿Quieres dormir siesta juntos como cuando éramos pequeños? -le pregunté dejando el cuenco con sopa en un armario bajo.

- No jodas. -aventó un cojín de la cama en mi dirección y lo esquivé. Reprimió una sonrisa y sacó su lengua en mi dirección. - Acuéstate, qué va.

Reí y corriendo me tiré en la cama cayendo sobre Rindou. Gritó y me gané un puñetazo.
Sentía que nuestro vínculo volvía a ser cercano como en la adolescencia cuando curaba sus heridas por los pleitos en los que nos metíamos.

Dos semanas después...

Rindou ya se ponía de pie e intentaba moverse por la casa, aunque no debía. Mi atención estaba puesta solamente en él ayudándolo a bañarse, a vestirse y todo.

Es muy inquieto, siempre lo fue.

No he tenido tiempo para estar con el teléfono ya que en mis ratos libres trataba de dormir. Mi hermano es muy madrugador y en lo que me descuido lo encuentro cojeando e intentando escaparse del departamento.

- ¿Voy a tener que esconder las llaves de la casa? -pregunté perdiendo la paciencia.

- ¡Me estoy volviendo loco aquí contigo! -gritó apoyándose en la pared.

- Vete a la cama. -me planté frente a la puerta de entrada con los brazos cruzados.- Ya.

Rindou insistió queriendo empujarme para abrir la puerta pero era inútil.

- Basta Rin. -forcejeó y no me quedó otra opción que pegarle en la herida del estómago haciendo que se doble del dolor. - A la cama.

(...)

- Me voy a trabajar, no hagas estupideces. -hablé desde el marco de la puerta. Rindou estaba acostado mirando el techo, no contestó, sólo afirmó con la cabeza.

Cerré la puerta y me dirigí hacía la persona que cuidaría a mi hermano. No es la mejor opción pero es el más cercano a él de Bonten.

- Sanzu. -el nombrado se giró y apagó su cigarro en el mármol de la mesa.

- Si, si, yo lo cuido. Vete ya. -sacudió su mano con desdén.

- Que no salga y no le des drogas.

Me giré y mientras me dirigí hacía la puerta escuchaba al otro carcajear.

Rindou.

Estar solo sin tener a Ran como una mosca era liberador a pesar del estado en el que me encontraba. Pero la puerta del cuarto se abrió de golpe y me sorprendió quién me iba a cuidar.

- ¡Eres libre, carajo! -sacudía sus brazos como si hubiera ganado un premio.

- ¿Sanzu? -estaba confundido.

- Tu hermano se fue, salgamos a beber algo. No soporto estar aquí.

Mi rostro se iluminó y me puse de pie, como pude fui al closet y busqué entre ropa de Ran una sudadera y joggins para ponerme, tomé mis lentes también.
Cuando ya estaba listo el loco rosado se acercó y me ayudó a caminar. Reíamos los dos como desquiciados ansiando la libertad.
Me subí a su auto y mi mente sólo decía que aprovechara esta situación para ir a la farmacia.

Galatea | Haitani brothersWhere stories live. Discover now