Capítulo 12 | ¡Te encontré, tusi!

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Ran.

Entré histérico al pub que le tocaba a Sanzu controlar esta noche empujando y buscándolo entre toda la gente, vi a Kakucho manoseando a unas chicas y Takeomi fumando mientras observaba la escena que montaba el pelinegro, al lado de él, Mikey durmiendo a pesar de la estruendosa música. 

— Takeomi, ¿dónde carajo está el drogadicto? –el nombrado me miró y señaló con su mentón en mi dirección. 

— ¿Y a tí qué te pasa qué me hablas así? ¿Quién te crees? –preguntó parándose de mala manera. Lo que faltaba es que este payaso me quiera pegar, nunca hace nada.

— El estúpido rosado se llevó a mi hermano y no hay rastro de ninguno.

Takeomi se limita a asentir y observarme en silencio ante mi explicación, me sigue por el lugar buscando a Sanzu.

— Allá, con Koko. –me grita en el oído mi compañero, dirijo mi mirada a donse señala y puedo ver cómo el pelirrosa se pone pastillas en la boca y besa a Kokonoi para compartir la droga. No me lo esperaba. – Mirá tú el secreto de Haruchiyo.

Me dirigí hacía el drogadicto lo más rápido que me permiten mis piernas y lo tomo del cuello interrumpiendo lo que estaba haciendo con el platinado.

— ¡Te dije que cuides a mi hermano y lo desapareciste! –grité a centímetros de su rostro el cual estaba tornándose morado por la presión que estaba ejerciendo. 

— La far…f…armacia –balbuseó como pudo y dejé de hacer tanta presión. Kokonoi estaba pálido observando todo, no sé si por las drogas o por ser descubierto por el resto de Bonten, él alardeaba de ir a los prostíbulos porque las chicas pedían a gritos por él. 

— ¿Qué farmacia? ¿Qué tiene que ver con Rindou? –se metió el hermano mayor del rosado.

— ¿¡Qué hizo!? ¿¡A dónde está!? –grité sacudiéndolo y lo solté para jalar de su cabello, Sanzu no oponía resistencia lo cual es raro. 

— ¡Agh! Mierda Ran, ya sabes, me pidió ir y que golpeara a una chica. Tu hermano actuaba muy eufórico, dijo que lo volvías loco.

Solté a Sanzu, no tenía sentido y a la vez si, pero ¿golpearla?. Mi cabeza estaba llena de preguntas y ninguna me daba la respuesta que yo quería saber, dónde estaba mi hermano.

Tomé una de las tantas botellas que estaba en la mesa y una bolsa pequeña con el polvo rosado que solían consumir en Bonten. Decidí salir del pub, una vez dentro de mi auto miraba dudoso la bolsilla de tusi por lo peligroso que es meterse esta mierda en el cuerpo. Sanzu es un gran consumidor de la misma, cuando no está intoxicado con esto tiene muy mal genio y temblores horribles. Me costó mucho dejar el consumo de estupefacientes, al principio de la organización era divertido gozar de los lujos y drogas categóricas pero los vacíos internos eran cada vez peores. 

Es una vez, una sola vez. Estoy muy cansado y tengo que buscar a Rin.

Angustiado abrí la pequeña ziploc y metí mi nariz en ella para esnifar un poco, con esta porquería podría estar despierto fácilmente 8 horas. 
Esperé los quince minutos a la sensación de subidón energético e hiperactividad para arrancar el auto bramando por la avenida a máxima velocidad saltándome semáforos y esquivando lo que se me cruce. 
Después de tres horas de dar vueltas y entrar a todos los lugares abiertos de madrugada empezaba a preocuparme el paradero de Rindou, su teléfono estaba en mi casa. 

Estoy en la calle 7, cuando veo una tienda abierta indicando que está las 24 horas. Automáticamente me dirijo allí con la certeza que sí Sanzu dijo que Rindou vino a la farmacia de aquí, lo habrán visto.

— Buenas noches, ¿has visto a este sujeto hoy? –le grito a la chica y muestro la pantalla de mi teléfono casi estampandosela a la joven con pintas darks que atendía y está dudó un poco.

— Lo he visto con un tipo de pelo rosa, iba cojeando detrás de una chica en aquella dirección. Luego el otro tipo pasó corriendo. 

Sonrío como puedo y salgo de la tienda, veo mis manos las cuales se empiezan a ver deformes por el producto de la cocaína y comienzo a tener sudoración. Rin rin,¿dónde estás?
Sigo recorriendo las calles ahora en la dirección donde la chica me indicó y no hay rastros de mi hermano, ofuscado voy a su departamento ya sin esperanza de tampoco encontrarlo allí.

El resto de noche se me pasó en un dolor de mandíbula, temblores y mucha paranoia chequeando las ventanas a cada rato. Odiaba esa sensación de necesitar más. 

(...)

Me miraba en el espejo y sentía asco, estaba con el cabello grasoso, los ojos rojos y ojeras muy notables. La barba comenzaba a salir y mi aliento apestaba a cigarros.
Estaba en el balcón fumando cuando escucho la puerta abrirse y allí estaba el culpable, más sonriente y feliz que nunca después del caos que formó. 

— Tú, pedazo de mierda. –me acercó hacía Rindou y lo empujo– Escapaste como un puto criminal y me arruinaste la existencia. –lo señalé con el dedo acusándolo porque sé lo mucho que le molesta. 

— ¿¡Qué mierda te pasa!? –tiene el descaro de exaltarse y devolverme el empujón. –das asco Ran, vete de aquí, déjame en paz.

— ¿¡Dónde estabas!? ¿¡Dónde!? ¡Confíe en tí y huiste, estás mal Rindou, parece que mataste a alguien! ¡Mirá tu ropa!

— ¡Qué te importa dónde estaba! –grita, su mirada se enfoca en mi ropa, su rostro se desfigura y luego me mira con asco. – ¿eso es Tusi? ¿Te drogaste? 

— Necesitaba estar despierto para encontrarte. –murmuré y Rindou suspiró decepcionado.

— Ya soy adulto Ran.

— Eres un niño para mí. –mis ojos se llenaron de lágrimas. 

Me jaló del brazo con mucha fuerza y me llevó hasta la ducha de su cuarto. Abrió la ducha con el agua fría y me empujó dentro, sentí mis músculos contraerse y me pesaban los ojos. Estaba parado allí con la boca abierta observando como Rindou se fue del cuarto y a los minutos volvió en bóxer, su pierna tenía vendas limpias. Se metió en la ducha.

— Eso te aflojará un poco, puedes dormir en mi cama pero vete antes de que vuelva. –habló bajito– traeré a una chica quizás y no quiero que estés aquí. 

Asentí en silencio y seguí parado allí viendo al menor enjabonar su cabello, me sentía un zombie. Luego Rindou lavó mi cabello y jugaba con la espuma. 

 Me sentía fatal pero verlo reírse al hacerme una barba de espuma lograba sacarme una sonrisa. 

— Estaré en el cuarto de huéspedes, puedes follar en tu cama. –empecé a reír y el menor se ponía colorado de vergüenza.

(...)

Me estiraba entre las sábanas de la cama para huéspedes, no escuchaba gemidos ni gritos, ¿habrá venido la chica, no querrá un trío si me ve? No me molestaría follarla.
Rindou se había marchado después de la ducha, lo vi arreglarse mucho y llenarse de perfume, no dejaba de chequear sus dientes y se los había lavado por cuarta vez antes de salir.

Aburrido me levanté y comprobé que era de noche ya. Apoyé mi oreja en la puerta de su habitación, silencio total. 
Me adentré en su cuarto y empecé a recorrerlo, Rindou siempre fue muy ordenado y esto era un caos, apestaba a su perfume, habían corbatas y relojes esparcidos por la cama. Sin embargo, no se colocó ninguno de los dos accesorios.

Mi vista bajó a la montaña de ropa esparcida en el suelo, la que Rindou tenía antes de ducharse. Tenía sangre y olía a quemado mezclado con fritura. Me agaché y la revisé, tenía cosas en los bolsillos. 

Bolsillo izquierdo, papelillos y basura.

Bolsillo derecho, ¿ropa interior de mujer? Lencería azul. 

Reí ante la idea de que a mi hermano le guste usar esas cosas. 

La examiné y parecía limpia, no pude contener el impulso y la acerqué a mi nariz, inhalando su aroma. Agh huele bien, me echaré una paja con ella, perdón hermano.

Galatea | Haitani brothersWhere stories live. Discover now