Capítulo 14 | Hermano contra hermano.

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Galatea.

Me encontraba en el baño de la farmacia más roja que un tomate mientras le contaba a Kazutora lo sucedido en el auto de Rindou. 

— Gal, ¿le pagaste con sexo ese iPhone? –se carcajeaba– se la puedo chupar si me compra uno. 

Mientras el pelinegro se reía yo tomaba la pastilla de emergencia en mi mano y una botella de agua en la otra. Kazutora al verme sacar esa caja de mi mameluco se puso serio. 

— ¿¡No te has cuidado!? Lo conoces hace nada Galatea, es un chiflado obsesionado contigo ¿te lo follaste sin protección? –me arrebató la botella de agua y la abrió para volver a entregarmela. 

— Si no te estuvieras riendo de mí, lo hubieras escuchado… Aún así, no puedo explicar la química entre nosotros. 

— Irás a un hospital. –me señaló acusándome. – Y conmigo. Tomá eso ya. Estás haciendo las cosas mal. 

Kazutora salió del baño para volver al mostrador y atender a los clientes que empezaban a acumularse.

El sentimiento de culpa empezó a crecer dentro mío, gran parte de sus palabras eran ciertas. Lo conocía hace poco y era el sujeto que quiso saltar el mostrador para seguirme. 

Tomé rápido la pastilla, avergonzada de mí y salí del baño para continuar trabajando. Desde atrás de las repisas con medicamentos estaba mi jefe, observando cómo atendemos y controlando. Se lo notaba eufórico y me miraba fijo, generando incomodidad. 

Mi celular vibraba mucho en mi bolsillo y el nerviosismo aumentaba. Luego de haber comprado el teléfono y hacer papelerios, logré recuperar el número y la línea. 

Rindou: 
— Buen día, ¿cómo va el trabajo? Yo estoy en el mío. 
— Imagen:

— Qué tengas un lindo día Gal :)

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Qué tengas un lindo día Gal :)

Sonreí levemente al ver su foto, me sentía linda al saber que le interesaba a alguien. Volví a guardar mi teléfono en el bolsillo y seguí con lo mío. 

(...)

Al salir de la farmacia, Rindou estaba esperándome con flores. 

— No me contestaste los mensajes, pensaba invitarte a salir. –dijo entregándome las rosas y abrazándome. 

— Gracias Rin, qué hermoso. –sonreí oliendo las flores– es que estuvo mi jefe con nosotros y es medio pesado. 

— No hay problema. –besó mi frente y abrió la puerta del acompañante del auto para que entrara. 

Al adentrarme al vehículo y sentarme, vi como mi jefe desde lejos observaba la situación con seriedad. Rindou al sentarse y verme tan seria, miró hacía la misma dirección que yo. — Ese viejo no me cae bien. 

Galatea | Haitani brothersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora