Capítulo 16 | La torre.

243 33 12
                                    

Galatea

Me encontraba sentada en el piso del baño respirando hondo y pensando cómo salir de acá, el parecido que notaba entre ambos era porque eran hermanos.

Me levanté para mirarme en el espejo, estaba roja y con los ojos vidriosos, Rindou lo notaría y eso me generaba más miedo.

Me enjuagué la cara e intenté distraerme revisando el botiquín de la habitación. Perfumes, cremas, gel para el cabello y muchos botes de tintura ¿celeste? Rindou tiene el pelo morado.

Tres golpes en la puerta y una voz me alertaron haciendo que casi cierre la puerta del mueble de un portazo y me enderece.

— Gal, ¿estás bien? Llevas casi 40 minutos allí, ¿quieres que entre?

Jadeé al no haberme dado cuenta de eso.

— Sólo es que estoy... encerrada y no puedo abrir. –inventé mientras trataba de relajarme y mi teléfono se cayó al suelo estrellando la pantalla de nuevo.

Rindou simplemente giró la perilla y abrió la puerta como si fuera lo más fácil del mundo, mirándome incrédulo. Claramente no se lo creyó.

— ¿Pasó algo con mi hermano? ¿Te dijo algo?

Su rostro era serio, sus puños estaban cerrados y me miraba expectante. Me hizo sentirme pequeña e indefensa.

— No... no hizo nada. –Rindou dió un paso dentro del baño y me apresuré a contestar. - me pidió que me aleje de tí, que solo quieres usarme.

Me tapé la boca por la mentira y me giré queriendo evitar ver su reacción. Sin embargo, solo escuché un suspiro y pasos alejándose. Me quedé parada procesando lo que dije, el sonido de un objeto de vidrio reventandose me sacó de mis pensamientos y corrí por la casa buscando a Rindou.

Estaba en su cuarto, tirado en su cama mientras miraba el techo. Al abrir más la puerta para poder entrar los vidrios de la lámpara de noche se crujieron. Me quedé parada allí esperando otra reacción de su parte pero no hizo nada.

— ¿Y te alejarás? –preguntó finalmente.

— N-no. No puede decirme qué hacer.

Me acerqué lentamente y me pare cerca de él, Rindou se habia enderezado y me miraba sin interés alguno en su rostro.

—  Él siempre es así, me quiere solo, a veces parece envidia.

— Quizás quiere cuidarte, no lo veas de ese modo.

Cuando quise acercarme más, el pelimorado se levantó para tomar su teléfono de la mesa de noche y luego me abrazó.

—  Ya ni hambre tengo y la pizza debe estar quemándose. Iré a hacer un llamado, ¿puedes apagar el fuego? Si quieres que te lleve a tu casa puedes decírmelo, sino quédate a dormir.

Las palabras de Rindou eran apagadas y su rostro solo me transmitía amargura, no sé qué habrá pasado con ellos antes pero las cosas no estaban bien entre ellos. Lo dejé solo cuando tomó su teléfono y fui a chequear la pizza, se veía deliciosa y no estaba quemada pero tenía ¿lechuga?

Al abrir la heladera de Rindou todo eran verduras y suplementos de gimnasio.

Preparé la mesa y me senté a esperar a Rindou para cenar, él apareció y se sentó pero no comió. Solo me sonreía cada vez que tomaba una rebanada más.

—  Deberías relajarte, ya pasó lo de tu hermano, no me alejaré. Entiendo tu rabia pero no permitas que logre alejarme de tí, eso lo decides tú. Somos adultos. — tomé su mano y la acaricié, su ánimo era completamente distinto a cuando llegamos.

Galatea | Haitani brothersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora