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27 de diciembre
17:39

— ¡Milagros cálmate por favor! ¡¿No ves que me pones nerviosa a mi también?!.

— ¡Pero vo' no entende' culia'! ¡Me vo' a casar! ¡¿Cómo no vo' a esta' nerviosa mujer?!.

La pelea de ambas mujeres era provocada gracias al nerviosismo de ambas, mientras Milagros estaba apunto de casarse Dana era su dama de honor.

— ¿Podrían dejar la pelea? Me están estresando a mi también — Camila intervino, la mujer del progenitor de la novia tenía un delicado vestido beige, está se encargaba de manejar el nerviosismo de ambas jóvenes.

— Perdón Camí — Dijieron al insomnio, desde los jóvenes 17 de ambas Camila estaba con el progenitor de Benítez, Dana no tenía la mejor relación con su madre y Milagros directamente no tenía.

— No pasa nada amores, ¿Ya estás chiquita?.

— Si, ya estoy — Suspiro pesadamente mientras una pequeña sonrisa se asomaba y asentía felizmente.

— Dale amor, ahí lo llamo a tu papá — Camila salió de la habitación en busca de su marido, quien era el que llevaría a Milagros al altar.

— Yo me voy ya, seguro vienen tus hermanos también, viste que son re metidos, y bueno es un momento familiar, no me quiero meter — Ambas se acercaron y se juntaron en un abrazo, la morocha rodeo sus brazos en el cuello de la rubia mientras está la abrazaba por la cintura.

— Te amo — Susurro Milagros, sus palabras vibraron en el cuello de la rubia haciéndola sentir escalofríos, porque si, podría "superar" y estar con varias personas pero la morocha hermosa siempre iba a causar ese tipo de cosas en ella.

— Yo también, te espero allá, linda.

La rubia salió rápidamente de la habitación en el momento en el que cayó del apodo que había usado, amaba a la morocha pero de la forma en la que amaba al resto de su círculo social, con ella siempre fue diferente.

— Mi amor — El padre de Milagros entro junto a todos sus hermanos detrás de este, estaba llorando desconsoladamente y tenía una casa de pañuelos en la mano.

— Papi — Retenía sus lágrimas, el maquillaje había costado una bocha y no quería arruinarlo.

Se acercaron y se unieron en un abrazo reconfortante, pero su abrazo de padre e hija se vio interrumpido cuando los brazos de los hermanos de la pequeña se unieron al abrazo.

Un silencio reconfortante se hizo presente, desde la mudanza a Europa de la morena no habían tenido momentos tranquilos o de mucho cariño, el trabajo del, próximamente, marido de la chica no lo permita.

— Los amo mucho.

— Nosotros más chiquita.

Se alejaron levemente para mirar en dirección a la otra mujer que estaba en la habitación, el marido de esta agarro su brazo y la atrajo al abrazo, volviendose a cerrar.

— Vamos a llegar tarde y Cuti se va a preocupar — Luchi hablo, todos le hicieron caso sumiso y se fueron, dejando solos a padre e hija de nuevo.

— No llores pa, porque lloro yo — Ambos rieron y miraron la hora, cinco minutos tarde, iban bien, Cuti no sé iba a preocupar, desde siempre supo que la puntualidad no era la mejor cualidad de ninguno de la familia.

Entrelazaron sus brazos y suspiraron por última vez, mirándose a los ojos, los de la morocha tenían ese clásico brillito de cada vez que miraba al jugador y el del padre igual, mirando a su hija tomar la decisión más importante de su vida, junto al que sabía que era el amor de su vida.

𝗮𝗱𝗶𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀. cuti romeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora