capítulo 25

2.7K 233 28
                                    




Al llegar al hospital mis hermanos nos dejaron y se fueron, alegando que nuestro padre no los quería ver por una pelea que habían tenido días anteriores. Estando frente al elevador, vacilé por un instante, me daba miedo volver a encontrarme con mis padres después de años, después de cómo habían terminado las cosas.

— ¿Qué pasa?—escuché a Jake decir a mi lado e inhalé profundo.

— Tengo miedo... Pero sé que si no voy a verlo me arrepentiré el resto de mi vida.—tomó mi mano.

— Entonces vamos, estaré junto a ti, amor.—asentí dándole una mirada y apreté su mano suavemente antes de subir al elevador.

Afuera de la habitación estaba mi madre sentada en una silla que se encontraba en el pasillo, se veía muy cansada y afligida, siempre se había visto joven para su edad pero en ese momento parecía que los años le habían caído encima de golpe, unas canas relucían en su cabellera negra y comenzaban a notarse sus arrugas. Era extraño para mí verla de esa manera.

Al sentir nuestra presencia volteó a mirarnos, su expresión pasó de sorpresa a indiferencia muy rápidamente, que dudé si en verdad se sorprendió al verme. Se puso de pie, acercándose a nosotros, inexpresiva y fría como la recordaba.

— ¿Qué haces aquí?—dijo con molestia en la voz. Bajé la cabeza instintivamente, cuando me hablaba así no podía evitar sentirme intimidada y no la podía ni ver a la cara. Sentí un ligero apretón en mi mano y miré a Jake, acarició el dorso de mi mano dándome una mirada tranquilizadora y sonreí. Lo tenía conmigo, no tenía porqué temer.

Levanté el mentón, confrontando a mi madre, y me pareció que se hacía chiquita al ver el cambio en mi comportamiento. Ya no era la misma niña que se dejaba insultar y denigrar.

— Vine a ver a mi padre, así que con permiso.—pasamos a su lado y nos acercamos a la habitación. Toqué suavemente antes de abrir un poco la puerta, asomando la cabeza.— ¿Papá?

— ¿Hera?—se sentó en la cama, sonriendo con alegría al verme. Abrí más la puerta, entrando por complemento y me acerqué a él. — Mi niña, viniste.

Me quedé sin palabras al verlo, estaba demasiado delgado y había perdido mucho cabello. Mordí mi labio inferior sintiendo que los ojos se me humedecían, era muy impresionante ver a mi padre en ese estado, la última vez que lo había visto se veía perfectamente bien.

Sentí las manos de Jake en mis hombros y lo miré de reojo.— Abrázalo, amor.

Susurró en mi oído y salí de mi trance, abracé a mi padre con fuerza pero cuidando de no hacerle daño. Correspondió al abrazo dándome palmadas en la espalda con una mano mientras que con la otra acariciaba mi cabello. Comencé a llorar en sus brazos, no nos habíamos dado un abrazo en años, la última vez que recordaba había sido el día de mi graduación de primaria.

— Mi Hera, mi pequeña, no sabes lo mucho que te extrañé...—murmuró en mi oído.

— También te extrañé mucho, papá.—me separé un poco para verlo a los ojos y me acarició la mejilla sonriendo. Miró por detrás de mi hombro unos segundos y luego volvió su vista a mí.

— ¿Quién es el joven que está contigo?—susurró para mí y me hice para atrás, limpiándome las mejillas y miré a Jake.

— Papá, él es Jake Sim, mi novio. Jake, él es mi papá, Henry Kim.—los presenté algo nerviosa.

— Mucho gusto conocerlo, señor Kim.—dijo haciendo una reverencia, como siempre tan educado.

— Igualmente....—preguntó analizando a Jake de arriba a abajo.— Te conozco de algún lado... ¡Ah, ya sé! Un día pasé por Hera y estaba escondida detrás de un arbusto espiando a un chico. ¡Y ese chico eras tú!

Abrí los ojos en grande, ruborizándome, y comencé a negarlo rápidamente haciendo movimientos con las manos. Mi padre estalló en risas a la vez que Jake sonreía divertido por la situación.

— No, no, no le creas, yo no te estaba espiando.

— Amor, no mientas, sé muy bien que en ocasiones me espiabas. Eso me pasa por ser tan guapo.—dijo pasándose la mano por el cabello al mismo tiempo que hacía una cara seductora y suspiró con resignación fingida, logrando que mi padre se riera con más fuerzas. Entre tanta risa comenzó a ahogarse y tuve que ir a conseguirle un vaso con agua.

— Me caes bien, Jake.—dijo al terminar de tomarse el agua y carraspeó un poco.— Tienes mi aprobación para casarte con mi hija.

— ¡¿Qué?!—dijimos los dos al mismo tiempo, mi padre nos miró confundido.

— ¿Que no vinieron a eso? Se notaban muy nerviosos cuando llegaron, por eso pensé que... ¿No se van a casar?

— Por el momento no, señor Kim, aún somos muy jóvenes, todavía tengo que terminar mi carrera y buscar un trabajo para darle una buena vida a su hija y a nuestros futuros hijos.—respondió Jake con naturalidad, como si ya hubiera pensado en eso antes, lo miré sorprendida. Me miró de vuelta y se sonrojó rascándose la nuca.— Hablé de más, perdón.

— Hija, cásate con él.

— ¡Papá! No vine a hablar de eso.—dije sentándome a su lado y tomé su mano.— Eileen me dijo que no quieres el tratamiento.—rodó los ojos.

— Sí, no lo quiero. No quiero estar yendo y viniendo a un lugar como este, tan deprimente, no me gusta.—se cruzó de brazos girando el rostro. Suspiré, lo terco no se le quitaba con nada.

— Pero si no te tratas, no vas a poder entregarme en el altar o conocer a tus nietos. Quieres nietos, ¿verdad?—asintió volviendo a verme.— Entonces inicia el tratamiento, papá.

— ¿Me prometes que me darás nietos? Eres mi última esperanza, Hera, ya sabes que tus hermanos son...

— Sí, te daremos nietos, ¿verdad, amor?—Jake parpadeó confundido pero al final asintió.

— Mmmm, está bien. Mañana le diré al doctor.—sonreí dándole un abrazo.— Quiero que le pongas mi nombre a uno de tus hijos.

— Lo haré.

Una enfermera apareció en la habitación, avisando que la hora de visita había terminado. Nos despedimos de mi padre, prometiéndole que volveríamos al día siguiente.

— ¿Por qué estás tan callado?—le pregunté a Jake al salir del hospital.

— ¿En verdad quieres casarte conmigo o sólo lo dijiste para que tu papá iniciara su tratamiento?—detuve mi caminar para voltear a verlo. Sonreí pellizcando sus mejillas.

— Quiero casarme contigo, pero no ahora.

— ¿Y si nos casamos cuando termine la carrera?—pasó sus manos por mi cintura.

— No lo sé... ¿No te estás adelantando un poco? Llevamos apenas tres semanas juntos.

— Tal vez pero siento que eres la persona con la que quiero estar el resto de mi vida.—su sinceridad hizo que mi corazón latiera con fuerza, me abracé a él escondiendo mi rostro un su pecho.

— Yo... Yo me siento igual.—levanté la mirada viéndolo a los ojos.— Casémonos.

Roommates | Jake SimWhere stories live. Discover now