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La mañana continuó con normalidad después de su visita al cementerio. Se había ido a desayunar algo en una cafetería cercana al kinder y luego había ido hasta allá, para limpiar el aula y acomodar las sillitas, los materiales y los instrumentos musicales en las cajitas de artefactos que solían usar sus pequeños durante los recesos.

Ya solo faltaban ellos.

La tranquilidad abundaba en el aula vacía y ordenada. Se esmeraba en dibujar en el pizarrón algunas figuritas graciosas y números en colores vividos y atrayentes a la vista. Hoy tocaría enseñarles un poco de matemática básica, empezando por los números. El pizarrón había quedado pasable y hasta ciertamente adorable. Sonrió orgulloso y se limpió las manos en el delantal para después quitárselo, dejándolo en el mueble de materiales.

El bullicio de afuera captó su atención rápidamente y se apresuró a mirar por la ventana, encontrando los rostros conocidos de sus queridos alumnos y sus padres, quienes poco a poco se iban volviendo sus amigos. La sonrisa en su rostro se volvió más amplia y se encaminó hasta la puerta, abriéndola.

Las vocecitas de sus alumnos llamándolo no se hicieron esperar. Leonarda comenzó a hacer burbujitas de jabón y Bobby corrió a darle un abrazo hasta donde llegaba, sus piernas.

Esa simple acción hizo que su corazón se sintiera cálido y sus ojos picaran. ¿De nuevo iba a llorar? Si, probablemente. Era justificado, había tenido un duro despertar y cualquier sensación podría provocar su llanto.

── ¡Buenos días, cositas! ¿Cómo están? ¿Disfrutaron su fin de semana? ──se apresuró a decir limpiando de manera disimulada las pequeñas lágrimas en sus ojos y poniéndose en cuclillas para abrazarlos.

Los niños rápidamente lo atraparon en un grande abrazo, casi haciéndole caer. Su risa no tardo en hacerse presente ante la acción comunitaria, dejándose hacer.

Roier rio alegre. Él sabía lo que sucedía ese día, por lo que notar el bueno ánimo de su mejor amigo le era reconfortante y hasta cierto punto tranquilizante.

── Buenos días, Quacks, ¿qué tal estás? ──se anima a preguntar Roier acariciando su hombro.

── Hola, estoy bien, ¿por qué preguntas? ──la actitud serena del menor le hace dudar.

── Hazte wey, pinche menso. ──bromea un poco, realmente no quería indagar mucho, no al menos frente a los niños, porque sabía que Quackity prefería mostrar su mejor cara y no ser completamente honesto.

Quackity ríe de nuevo y se encoge de hombros, liberándose del abrazo comunitario de los pequeños y pidiéndoles que vayan pasando al aula y se pongan cómodos. Roier no indaga más, ríe con él y se aleja, alegando que llegará más temprano por su hijo.

Ramón es el último en llegar y saludarle. Sus bracitos se alzan en su dirección pidiendo ser cargado, cosa que Quackity no niega y obedece.

── ¿Te la pasaste bien el sábado, Ramón? ──el niño asiente de manera enérgica, provocando una risita divertida en Quackity.

── Traje de vuelta su libro, lo tengo en la mochila. ──informa. Quackity asiente comprensivo y le agradece bajito.

No era algo muy valioso o qué pensará pudiera necesitar en algún futuro, así que si Ramón deseaba quedárselo no le preocupaba en lo absoluto.

Dejó al híbrido de oso de nuevo abajo y le ánimo a pasar. Ramón no rechisto ni hizo un berrinche, simplemente asintió de manera obediente y dio media vuelta buscando el rostro conocido de su padre para despedirse de él con un movimiento de manos antes de entrar al aula.

Quackity se quedó afuera un rato más, por alguna razón sentía que alguien faltaba. Al notar la ausencia de su dupla, Missa, el omega casi idéntico a él fue que una chispa se encendió, faltaba Chayanne. Se alarmó un poco, el menor siempre había sido muy puntual y responsable, pese a tener apenas cuatro años, nunca había faltado un solo día a sus clases, así que eso le preocupaba, que el niño lo odiara no le daba pie a que fuera ignorante de esos pequeños detalles.

Debatiendo en si ya debía entrar y mandar un mensaje a Missa, mordió su mejilla por dentro. Los padres de sus alumnos habían abandonado la instalación después de asegurarse que sus pequeños estaban dentro de la pequeña escuelita, así que no había modo de preguntar a nadie.

En la lejanía pudo notar la cabellera rubia del menor y detrás de él, a su padre, Philza. Suspiro aliviado al notar como ambos llegaban frente a él, recibiéndoles con una sonrisita.

── Philza! Man! How are you? Why did they take so long? ──saluda apenas los ojos esmeraldas del mayor le miran y una pequeña sonrisa se muestra en sus labios.

── Sorry, Quackity, we had a little problem with some ducklings that had left the yard. ──apenado Philza rasca su nuca y empuja con delicadeza al menor, animándolo a pasar.

Quackity ríe ante la pequeña excusa y asiente. Chayanne se abraza a su padre y se despide con un "bye, bye, Dada", antes de soltarlo y caminar hasta la puerta, entrando a la escuelita. Los mayores no dicen nada, simplemente le miran en silencio.

── Well, I think I should go. ──murmura el mayor de ojos esmeralda, despidiéndose con un movimiento y dar media vuelta.

Quackity le observa alejarse en silencio, inmerso en sus pensamientos. El alboroto de adentro le hace regresar y apresurado por saber lo que sucede abre la puerta, entrando. La escena era adorable, tanto que una sonrisa sincera se formó en sus labios. Todos sus alumnos estaban sentados en círculo jugando a la papa caliente en su espera.























no es mucho, pero es trabajo honesto.

unfaithful. ㅤ© spkity. ㅤ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora