𝟸𝟼

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Los toques en la puerta hicieron presencia en el silencio perturbando su sueños, obligándolo a despertar y abrir los ojos, asustado por la insistencia y los ruidos bruscos al otro lado de la puerta. La luz del día lo incandilo cegandolo de manera momentánea.

Quejándose entre maldiciones varias se arropó de nuevo en las frazadas de algodón y decidió ignorar los toques insistentes en la puerta. No podría ser tan importante.

── ¡Quackity! ¡Levántate, nalgón! ¡Nalgonsito! ──resoplando con fastidio por los gritos del castaño tiró la frazada a un lado y se destapó entero, sentándose en el filo de la cama antes de tallar sus ojos en un intento por acostumbrarlos a la ridícula cantidad de luz del día.

Agotado y con un ligero dolor instalándose en la cintura se levantó con cuidado de la cama, buscando con los ojos achicados alguna prenda que pudiera ponerse encima al estar técnicamente desnudo.

── ¡Quackity! ──el grito agudo de Roier lo hizo saltar asustado y maldecir por lo bajo, cubriendo su rostro con ambas manos como habito para protegerse.

── ¡Espérate, me ando cambiando, pendejo! ──se ánimo a gritar con la voz ronca por el uso reciente de su garganta, tomando una bóxer limpio, una camiseta y un short holgado del armario para vestirse.

── Ta' bueno. ──ante el comentario, ríe terminando por ponerse la camiseta blanca encima.

Ya más despierto peina con sus dedos su cabello despeinado y camina a la puerta de la habitación, abriéndola, encontrando al castaño entretenido con su móvil.

── Buenos días, Roier. ──saluda con una pequeña sonrisa, obteniendo la atención del mencionado, mismo que apenas lo ve le devuelve la sonrisa.

── ¡Nalgonsito! ¿Cuáles buenos días, menso? Ya van a ser las 2 de la tarde, cabrón. ──regaña el castaño con una ceja arqueada, dejándole boquiabierto.

¿De verdad era tan tarde?

── No seas pendejo, ¿neta es así de tarde? ── incrédulo parpadea un par de veces y ambos ríen a la par luego de que Roier confirmará su pregunta con un suave "si".

── Por eso vine, güey, se me hacía bien raro que no dieras señales de vida, me preocupe. ──justificó rápidamente el beta su presencia en el departamento. ── Y el Spreen no me dijo que te echará una vuelta ni nada, eh, eso es lo que me pareció más raro ──reveló.

Eso fue suficiente para que pensará un poco.

Una mueca se formó en su rostro.

──Ayer fue el último día de mi celo, de manera oficial, no creo que vuelva pronto ──informó apagado, con una pequeña mueca de dolor al tomar una pose diferente.

── ¿Otra vez te dejó como bambi? ──la pregunta divertida de Roier en juego a su ceja alzada y la sonrisa burlona, lo sonrojo por completo.

──Cállate pendejo ──susurro avergonzado, haciéndose espacio para salir de la habitación.

Los rugidos de su estómago eran demasiado obvios e insistentes, parecía que tenía años sin comer algo y Roier parecía haberlo notado, ya que, todavía con la sonrisa burlona plasmada en su rostro lo siguió haciendo ruidos similares en burla.

── ¡Ya güey! Déjame en paz, pues ¿qué quería? ──se quejó con las mejillas sonrosadas. ──me acabo de despertar y es bien tarde, obviamente voy a tener hambre.

── Dile al Spreen que te venga a hacer algo de comer, a ver. ──suelta juguetón sentándose en la silla de la isla.

── ¡Ya, Roier! ──lloriquea avergonzado.

Las risas escandalosas del beta resuenan en toda la sala y pronto se suman las del omega también.

El timbre suena entre carcajadas, y, aún con Roier estallando en risas, ambos se dirigen hasta la puerta para atender al llamado. Quackity abre la puerta luego de limpiarse los pequeños rastros de lágrimas y rápidamente se queda en silencio cuando ambos caen en cuenta de la persona al otro lado.

El pánico se siente en el aire y la tensión crece poco a poco.

unfaithful. ㅤ© spkity. ㅤ Where stories live. Discover now