𝟷𝟻

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Después de una larga y buena ducha en la tina con agua tibia, de un rico aroma a coco y fresas, se sentía mejor. Su cuerpo seguía doliendo casi o un poco peor que cuando se había levantado, pero era un dolor que le agradaba un poco y que al final de un rato terminaba olvidando. Roier había tenido el bonito detalle de acomodar su cama, ayudarlo a cambiarse y prepararle un rico desayuno, cosa que no era realmente nuevo.

Roier solía hacer ese tipo de cosas cada vez que su celo llegaba para distraer a su lado omega de la ausencia del alfa y que todo fuera más llevadero, y menos doloroso. El desayuno como siempre había sido delicioso, como cualquier cosa que fuera hecha por las manos del beta.

Después de un rato armando un nido improvisado con varias mantas, almohadas y peluches, platicaron de cosas sin sentido como la razón por la que las quesadillas llevaban queso y esas cosas. El beta se había terminado retirado al finalizar su tiempo disponible antes de retomar su puesto como padre, teniendo que ir con su esposa para cuidar de su bebé. Quackity no protestó ni tampoco intento retenerlo, podía ser su amigo más cercano, pero no estaría ahí pidiéndole que se quedará por más que le necesitará, al final, no era la obligación del beta estar al pendiente de él.

Quackity yacía tranquilo mirando la televisión. Un programa infantil era trasmitido en ese momento entreteniéndolo, como si fuera un niño chiquito. En sus manos descansaba un bowl azul cielo lleno de palomitas dulces que había preparado Roier antes de irse y a su lado una botella de jugó de durazno. Podrían confundirlo tranquilamente con un niño pequeño y consentido, pero era la única manera que encontraba para mantener su lado omega lo más tranquilo que pudiera, aunque el calor en su cuerpo siguiera siendo similar a una fuerte fiebre y su entrada chorreará el líquido viscoso en espera de ser tomado.

Al final, no tener un alfa con el cual pasar su celo de manera formal y comprometida era triste. Aunque aquel alfa le había dicho que le ayudaría con eso, había comprendido que se refería al momento de necesitar follar y nada más. Estaba de acuerdo, aunque no mentiría al decir que no extrañaba los mimos, las caricias y poder acurrucarse en el pecho de su alfa ronroneando con tranquilidad como solía hacerlo con sus amigos, esos que ahora estaban casados y a los que él daba clases a sus hijos.

Foolish había sido alguien muy bueno con él en cuanto al celo se trataba, nunca lo había tocado de manera sexual al tener, en ese entonces, una relación con Mariana, simplemente le acompañaba y tomaba el puesto del alfa, esparciendo sus feromonas por el departamento para mantenerlo quieto y tranquilo, a veces aprisionándolo entre sus fornidos brazos y dándole pequeños besitos en la frente. Si, Foolish había sido muy bueno con él.

Lamentablemente era imposible siquiera pensar en pedirle que le ayudará con el celo, el chico de cabellos rubios y ojos esmeralda estaba casado con Vegetta y tenían una bonita relación, estable y sana. No sería nada malo que decidiera ayudarlo, pero no lo consideraba correcto.

Aunque claro, si hablando de ser una persona correcta se trataba no había sido el mejor, había aceptado acostarse con un hombre casado y eso le hacía sentir demasiado culpable, más sabiendo que estaba siendo cómplice de una infidelidad, infidelidad a alguien que él conocía y consideraba un buen amigo.

Suspiro agotado y se recosto en el respaldo del sillón, ya había dejado de prestarle atención a la televisión desde hacía varios minutos: ── Perdóname Fit, perdóname Ramón por meterme con tu papá. ──murmura bajito cerrando con fuerza los ojos.

La culpa sería algo que siempre cargaría, pero nada se comparaba con el cinismo al admitir que ser parte de una infidelidad le generaba una satisfacción exquisita y un sentimiento de adrenalina pura por haber probado algo prohibido. Tal vez era algo malo, pero no podía descifrar la satisfacción de recordar los besos húmedos y necesitados que le daba aquel alfa, que de manera demandante tomaba su cuerpo y lo reclamaba como suyo.

Ante el recuerdo mordió sus labios y ronroneo un gemido agudo: ── Not now, there's no one. ──susurra al sentir la necesidad de frotarse contra algo.

Para su buena o mala suerte tres toquidos son dejados en la puerta, llamando su atención. Confundido al notar la luz del día aún asomarse entre las cortinas de la ventana mueve las cosas a la mesita ratonera de la sala y se levanta con dificultad, tratando de no lastimar sus mallugadas caderas, caminando a paso pausado y lento hasta la puerta.

── ¡Ya voy! ──grita frustrado al escuchar de nuevo los toquidos ansiosos en la puerta, apresurado un poco más el paso, llegando al final a la puerta. Toma el pomo con cuidado y abre un poco, lo suficiente para asomarse. No podía tomar el riesgo de abrirla por completo en su estado con alfas tan mal educados rondando el edificio.

Los ojos negros de Spreen le reciben. La mirada de cazador que le dirige y que le analiza pese al poco espacio le hacen soltar un gemido agudo y poco audible, sintiendo su entrada aún más necesitada y clamando ser atendida.

── ¿Puedo pasar? ──la voz ronca le hace flaquear. Asiente lentamente y termina de abrir la puerta por completo para dejar pasar, haciéndose a un lado con lentitud, soltando un pequeño lloriqueo al golpearse sin querer y por mera distracción contra el mueble del pasillo en la cadera. ── Mierda. ──escucha con atención antes de sentir las manos intrusas sostenerle con cuidado y medio abrazarlo.

Entre abre los labios queriendo decir algo, más se ve incapaz de hacerlo, dejándose hacer por el alfa que le sostiene aún en un medio abrazo, alejándolo del mueble.

── ¿Estás bien? Vine a asegurarme de no haberte dejado inválido o que ya hubieras comido algo. ──informa Spreen soltándole despacio, como si no quisiera hacerlo, moviéndose a un lado con una mano en la nuca.

Su pecho se sintió cálido de pronto.


















no sé amigo, wtf, ya me voy a dormir pa' traerles contenido mañana, chao, un beso en la cola.

unfaithful. ㅤ© spkity. ㅤ Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum