Capitulo 17

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Sentados en el compacto cuero de un lustrado auto se encontraban Angelo y Scott, con el vehículo estacionado afuera de aquel local de una memorable cadena de restaurantes, ambos saboreando unas simples y típicas hamburguesas, Scott no era de comer esa clase de comida chatarra a menudo, pues se consideraba cuidadoso con su físico, y ese perfeccionismo que tanto lo caracteriza se notaba en todo lo que en su mando estaba, su cuerpo, su auto, su dieta, hasta en su misma habitación, odiaba cualquier rasgo de suciedad o imperfección, lo consideraba algo impuro e indigno, pero ahí estaba, comiendo esa mundana comida llena de aditivos, solo porque pensaba que así se ganaría al menor, dandole cosas, cosas que Angelo nunca pidió, pues a pesar de no haber sido un niño que gozaba de muchos lujos, tampoco tuvo carencias, y desde siempre se le enseñó que exigir algo estaba mal, para Angelo era hasta vergonzoso de cierto modo, no quería que Scott se preocupara más de lo debido por él, porque además de no estar acostumbrado a ese tipo de atención por parte de nadie, tampoco sentía que se lo mereciera. Angelo tampoco era de comer esa clase de comida a menudo, los únicos recuerdos que tenía de esta eran las veces que sus padres lo llevaban a aquellos locales de olor peculiar y característico en su niñez, recuerda todos los efímeros momentos en las reconocidas areas de juegos de esos lugares, Angelo recordaba esos momentos como si hubieran pasado hace décadas, pero ciertamente, no había mucha diferencia entre esos momentos y el presente.

Todo estaba silencioso, lo único que se escucha en aquel espacio era la radio y el reconocible sonido de el sistema de aire acondicionado del auto, hace pocos minutos el mayor de los dos se había terminado su hamburguesa, a pesar de no comerlas, las amaba, volteo a ver a Angelo, quien apenas iba por la mitad, esto le irritó, veía ese acto como una debilidad, pero tampoco le exigiría mucho, pues no se podía permitir tratar hostil al niño.

Paso un rato, ya Angelo se había terminado su hamburguesa, se sentía avergonzado, sentía que le debía algo inexistente al mayor, sentía que su obligación era compensárselo a Scott.

_¿Está todo bien?_ se dirigió Scott a Angelo.

_S-si, m-muchas gracias por traerme, la paso muy bien contigo siempre_ dijo Angelo, su mejillas ardían, sus manos sudaban.

_La verdad es que yo también, pequeño_ dijo Scott, peinando los rebeldes mechones que cubrían la frente del menor, cuando Scott acercó su mano, Angelo percibió su olor, lo amaba, la esencia indescriptible del mayor combinada con el fresco aroma de su cítrico perfume, a la distancia se podía percibir lo costoso de este, lo hacía a salvo y que todo estaba en control.

El menor sonrió, Scott amaba ese sonrisa, pero en su sentir estaba la molestia, podía sonar egoísta, pero odiaba que los demás vieran tal aperlada sonrisa, ellos no merecían ver tan pura y angelical imagen, pero había algo distinto esta vez, un oscuro magenta corrompía la blanca tez del niño, Scott desearía poder culpar a alguien más por aquellos moretones, pero no era tan facil como para ignorarlo.

    Angelo miraba al mayor, amaba su rostro, sus gruesas cejas encima de sus almendrados ojos color miel, con su ligero ceño fruncido, tan fuerte para él, nunca pensó que llegaría a sentirse así de cómodo con alguien, y muchos menos con Scott, no tendría que preocuparse por nada más si él estaba a su lado, de verdad le gustaba ese joven.

    Con timidez y lentitud se acercó al más grande, el olor cítrico del perfume ajeno se intensificó, sus rostros se encontraban cerca, pero aún eran ajenos uno del otro, Scott observaba todo, quería saber hasta donde era capaz de llegar el pequeño por su cuenta, claro está que las ganas de adueñarse de su inocencia lo invadían como plagas malignas.

    Angelo por fin tomó el valor y lo hizo, duró apenas unos segundos, solo fue un toque, aún no sabía muy bien como besar, y mucho menos si era hacerlo con la lengua.

El Prominente (gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora