Capítulo 24

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Carla era hija única, vivía junto a su padre en una casa de un solo piso, pero al ser dos, de vez en cuando aquel estrecho lugar parecía ser mucho terreno para ambos. La muchacha tenía años sin ver a su madre, estaba viva, pero separada de su padre, y ciertamente, la fémina no estaba bien.

    Tuvieron que alejar a la mujer de su hija, pues era un claro riesgo para su hija. La madre de Carla era drogadicta. Actualmente en rehabilitación, pero parecía hacer efecto, y aunque la mayor logré sanar, nadie borrará las cosas que tuvo que ver Carla sin siquiera llegar a ser una adolescente.

    Su mejor amiga, Melanie, era una de las pocas que sabía tal cosa de ella, además era un tema al que Carla odiaba tocar, odiaba las cosas que su madre hizo y también las razones por las cuales lo hizo, pero no a ella, era su mamá al final de día, no podía cambiar lo hecho.

   Carla en su vida diaria solía llamar bastante la atención, su avasallante personalidad iba perfectamente de la mano con su excéntrica forma de vestir, cosa que para el pópulo general podría llegar a hacerla parecer una inadaptada, pero para ella era la única cosa que la motivaba a seguir con vida, saber que el mundo sabe que ella existe.

    La atención ajena le recordaba que era alguien con propósito en la vida.

    Amaba a su padre, al igual que a su madre, pero no entendía por qué ese amor ya no era suficiente para motivarla. Se sentía mal por eso.

    Todo eso le dolía. Le dolía todo el tiempo.


    Scott estaba sentado en su auto con la respiración agitada, sus manos tenían manchas de sangre, sus nudillos estaban rotos pues hace unos instantes golpeó desenfrenadamente el tronco de un grueso árbol a forma de deshago. Lana había terminado con él.

Se sentía rabioso, humillado, estresado y molesto, que rompieran con él había sido un golpe bajo para su ego y su orgullo. Necesitaba desquitarse con algo. Su auto tenía un poco de aroma residual del perfume que Lana traía puesto, eso lo irritó aún más.

Su celular sonó, avisándole que le habían escrito. Busco entre todas la notificaciones y encontró mensajes de su novio, Angelo, él que en verdad le importaba al mayor, más de lo debido.

    _Ya llegué a mi casa :3_
    _La pasé bien, me agradaron mis compañeras, se llaman Melanie y Carla_
_Me caen bien Ajajsjjs_
    _Pero no logramos terminar y creo que mañana también nos vamos a reunir_
    _Sé que debes estar ocupado, pero quería contarte como la pase hoy :))))_
    _Ya me voy a acostarrr, tengo sueñito_
    _Buenas nochesss, te quiero <3_

    Los mensajes eran de hace un par de horas, al mayor se le hizo curioso la manera de escribir del menor, quien poco a poco se iría soltando con él, eso a Scott le hacía sentir un cosquilleo y calor agradable en el pecho, pero para su pesar, a su mente volvió como una peste la situación de Lana, era como una mancha oscura en su felicidad, impidiendo que pudiera disfrutar como quería de las cosas buenas que tenía.

    La odiaba.

    Odiaba a Lana por sentirse suficiente y ser capaz de romper con él, pero ni siquiera llegó a gustarle en verdad, aunque no sabía si eso era la culpa de alguien precisamente.

    Su celular sonó, era un mensaje.

    _Bro ¿estás?_

    Era Kevin, un compañero del equipo de basquetbol.


Scott pagaba un par de botellas de vodka junto con algunas cervezas en una modesta tienda que, en otra ocasión, hubiera pasado desapercibido ante su visión, pero los chicos del equipo le habían invitado a una fiesta de ultima de hora, y decidió llevar para su consumo. Odiaba esas cosas, pero era inevitable sentir presión por sentirse socialmente relevante, o lo que él creía que lo mantendría en la cima.

Con su mirada perdida y sus finas pintas esperaba a que la amable cajera termina de registrar su compra, a pesar de ser una acción muy cotidiana y familiar, Scott no estaba para aguantar nada, y el hecho de que aquella fémina este parada frente a él atreviéndose siquiera a mirarlo lo irritaba muchísimo, tanto que, de no ser por su mínimo conocimiento de normas sociales, ya le hubiera soltado un puñetazo a la cara.

Una campana sonó al chocar con la puerta cuando Scott salió de la tienda con el licor en una mano mientras q con la otra buscaba las llaves de su auto para poder llegar a la afamada fiesta.

    Bajó las ventanas del auto y así mismo comenzó a conducir. El aire helado nocturno cochaba contra su rostro mientras abría una cerveza, burlando todo los peligros que eso pueda traer.

    Por mas que el aire entraba al vehículo el olor de su ahora exnovia parecía no desaparecer, eso le hacía doler la cabeza. Le dolía, pero no de la manera en que cualquier otra persona creería que le dolería, no era despecho, era rabia. Al final del día era Scott el que le había dado una oportunidad a Lana.

    Contrario a eso, también pensó a en su novio, Angelo, era el niño mas dulce y gentil que jamás creyó conocer, la verdad ni sabia como es que tuvo tiempo de conocerlo soltero, cada vez que recordaba su rostro y los delicados que jugaban en él, su cuerpo sentía un cosquilleo que hasta el mismo lenguaje se quedaría corto si lo tratara de describir. Sabía, muy en el fondo, que había tenido suerte al encontrar a alguien con él, y por eso mismo no permitiría que se alejara de él de la manera en la que Lana lo hizo.

    Lo molería a golpes si se atreve siquiera a intentarlo. Al fin al cabo, Angelo era hombre, podía hacerle al menor cosas que hacérselas a una mujer serían vistas como inmoral y brutales sin consecuencias.

Eso pensaba Scott.

Llegó al lugar donde la reunión se llevaba a cabo. De verdad pensó que sería modesta.

Cuando entró se hizo paso entre adolescentes alcoholizados de actitudes caricaturescas e hiperbolizadas, parecía una competición sobre quién podría llegar a ser mas ridículo ahí; todo tan mundano y fácil de desmontar, todo tan actuado...

No los culpaba, él era peor; no recuerda una sola conversación con sus amigos que haya disfrutado genuinamente, era patético.

Se acercó a uno de sus amigos, Kevin, quien disfrutaba su trago observando a su alrededor ajeno a el. Kevin era el que mejor le caía a Scott, era lo mejor entre la escoria, siempre tranquilo y sin meterse en las vidas ajenas, era reconfortante tener una conversación con él entré tanto bullicio. Scott se preguntaba por qué Kevin no tenía pareja, era un buen partido, aunque no del gusto de Scott.

Ambos jovenes se saludaron y comenzaron a hablar de cualquier tema que viniera, la conversación era fluida, pero le faltaba naturalidad.

_¿Y Lana?_ preguntó Kevin a Scott, le extrañaba demasiado que el mayor no estuviera acompañado de la fémina.

Scott calló unos instantes, no sabía si contarle a Kevin, sabía que el chico no le diría a nadie, pero tampoco sentía que le daría el consuelo que necesitaba.

_Está descansando_ mintió Scott, decir que habían terminado sería aceptarlo, y apenas había tenido el tiempo suficiente para procesarlo, tenía la esperanza de que Lana cambiara de opinión y viniera a él otra vez.

Kevin no le dio mas vueltas al tema y la cambios rápidamente, había notado la forma en la Scott se tensó ante su pregunta.

Mientras ambos seguían hablando la atención de Scott se desvío hacia otra cosa, una muchacha un tanto ebria lo miraba coqueta desde algunos metros de distancia, a Scott le llamó la atención la chica, nunca la había visto.

Lo que sea que Kevin pronunciaba pasó segundo plano. La chica de identidad desconocida era linda, pero no fue su belleza lo que llamo la atención de Scott, sino su anonimato.

Le serviría para distraerse.

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⏰ Last updated: Apr 09 ⏰

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El Prominente (gay)Where stories live. Discover now