8. The thing in that drawer.

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Hi~ Como les dije, el capítulo de hoy se viene más duro en cuestión de Ash y su propio desarrollo personal, vamos a irnos enfocando ciertos capítulos en Ash y otros en Eiji un poco al azar según amerite cada desarrollo de personaje, espero que no quede un revoltijo nada más. Mil gracias por el apoyo.

Espero que les guste~

Por supuesto, Ash va a terapia

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Por supuesto, Ash va a terapia.

No porque crea que pueda serle de utilidad, su mente está tan podrida de trauma que sería hilarante sabotear la vida de un profesional solo por un capricho, más, está seguro de que el vino le pertenecía a Yut-Lung y nada que implique a esa víbora es un buen indicio ¿para qué buscó a Eiji? Ja, es hipócrita preguntárselo cuando entiende que si lo ha buscado es a causa de su relación, ahora es su esposo y por ende, su obvia debilidad, le puso un blanco en la cabeza accediendo al matrimonio y ya no puede hacer vista ciega en relación al peligro, ha sido peligroso desde el inicio y ambos han sido conscientes de eso, sin embargo, Ash siempre encontró una u otra manera de protegerlo.

¿Siempre?

No. Hubo una vez en que...

Ven conmigo a Japón. Allí no necesitarás una pistola. Podrás volver a nacer, podrás ser libre. No quiero hacerte luchar de nuevo, no quiero que te enfrentes a más peligros.

Y por un momento, fue real.

Aslan se imaginó a sí mismo en una ciudad con nombre de Gremlin en dónde existían miles de dioses con habilidades extraordinarias como volver pobre a la gente o cuidar los baños, no sabía qué asunto tendría un asesino como él en una prefectura tan pacífica, Eiji le dijo que podía ser modelo, más, no era lo mismo hacer pornografía infantil a trabajar en eso profesionalmente, no entendía cómo podía su vida ser diferente cambiando de país, los traumas lo seguirían, su pasado siempre lo atormentaría en cada maldita pesadilla. Pero Eiji estaría allí. Y si Eiji estaría allí entonces nada más importaba. Aun si no podía imaginarse una vida valiosa o "normal" para sí mismo, mientras estuviera con Eiji trataría.

Entonces le pidió que le enseñara su idioma. Te envidio, tú sí sabes cómo volar.

Le pidió que le enseñara cómo.

Eiji lo hizo, siempre lo hizo y esta vez lo hizo sentándolo en una pequeña mesa con un papel arrugado y un lápiz gastado, quería enseñarle saludos y despedidas y Ash anhelaba prestarle atención en serio pero su corazón seguía latiendo con ferocidad por la conversación previa, es que Eiji, Dios, ¿por qué? Eiji siempre se empeña en hacerle saber que es una persona y no un leopardo y aunque la habitación era un mugrero, sus ojos brillaban como si fueran las puertas del alma más deslumbrante que podría haber existido, su sonrisa tímida pronunciaba palabra tras palabra tomándose a pecho su papel de hermano mayor y entonces.

Sa-yo-na-ra.

Entonces pasó.

Fue un puto segundo.

Fue un segundo que bajó la guardia y Eiji no dudó en recibir el disparo en su lugar y la imagen todavía se repite en cámara lenta en el sótano de su corazón. Sayonara. Se volvió real, cruel, fue la despedida que nunca tendría que haberle dado o tal vez, la debería haber dado del inicio. Ash no recuerda más que haber disparado y disparado y disparado. Nunca nada le dolió tanto. Ninguna violación. Tortura. Ni siquiera cuándo era un niño y su entrenador lo abusó. Ni cuando la policía se burló. Ni cuando su propio padre le dijo que se callara y lo dejara hacer lo que quisiera mientras le cobrara. Ni la violación grupal en la cárcel. Ni los videos. Ni sus primeras muertes. Absolutamente nada se equipara al dolor de ver a Eiji tendido en el piso, con una herida de bala únicamente preocupado por él.

Vida doméstica.Onde histórias criam vida. Descubra agora