Capítulo VI

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Bar

Sil: ¿Que sucedió?

Vic: Debo ir a buscar a Inés al Luxor, mi padre tuvo un imprevisto y debe salir de inmediato. (Terminó de un sorbo su trago) Vamos.

Sil: ¿Vamos? No no, yo me quedaré.

Vic: Acompáñame Silvana, luego te traigo nuevamente.

Sil: ¿Por qué? ¿Temes de lo que puedes hacer con un par de copas de más?

Vic: Tampoco estoy borracho.

Sil: Pero seguro que tienes más coraje. ( Rió mientras comenzaba a batir sus manos escuchando la música del lugar)

Vic: Silvana.

Sil: Oye, sé sincero. ¿De verdad que no te gustaría ir solo con ella?

Vic: Si.( Dijo titubeando)

Sil: ¿Entonces?

Vic: Hace un rato no me decías eso, es mas me alentabas a que dejara la casa.

Sil: Hace un rato no estaba bebida. ( Rió)

Vic: No puedo...

Sil: No hagas nada entonces, llévala pero disfruta su compañía. No hay nada malo en eso. ¿O si?

El hombre se quedó allí un momento mientras tomaba las llaves de su coche.

Ya tendrás tiempo de arrepentirte. Vete Santos que esa damisela te espera...y no regreses, a menos que vengas con malas noticias.

Victoriano se acercó para darle un beso en la mejilla y se fue rápidamente.

Momentos después se encontraba manejando nervioso con sus emociones revueltas. Sabía que lo que hacía estaba mal pero no podía evitar sentirse ansioso por estar a solas con ella, así sea por un corto trayecto en coche. Aunque, pensándolo mejor, el camino podría durar unos minutos más.
Vaya, ¡que demonios estaba imaginando! Y peor aún, ¡tramando!

Llegó al lugar y descendió acomodandose el cuello de la camisa, pues como no había salido esa noche de traje, se notaba algo incómodo.
Caminó directo a la puerta hasta que preguntó al mesero que lo recibió sobre la ubicación de la mesa del señor "Servando Santos". El joven le indico donde estaba su acompañante y allí la visualizo.

Miraba hacia la ventana, quizás pensaba en su hijo, o estaba preocupada por su padre y su salida repentina. Eso le hizo sentir nuevamente ese malestar que había sentido antes y que su amiga ya le había puesto nombre.

Vic: Inés. ( Dijo acercándose)

Ella volteo.

I: Oh...

Busco su bolsa cual había dejado colgada en el respaldo de la silla mientras el mesero se acercaba con postres que había pedido Servando antes de marcharse.

Vic: Puding. ( Comentó)

I: La cuenta por favor...

El mesero asintió y se retiró.

Vic: Sería una pena no aprovecharlo.
Tomaba asiento ante la mirada desconcertada de la mujer.

Sin embargo, y al ver las intenciones del hijo de su marido, Inés tomó la cuchara y juntos comenzaron a degustar sus respectivos platos.

Ella intento relajarse, pues tuvo el presentimiento que Victoriano no había llegado a su mesa para mortificarla.

Vic: Es el postre favorito de mi padre, y mío.

Se detuvo con el bocado de puding en la boca sin realizar ningún movimiento mandibular y se percató que del comentario. Padre e hijo no solo tenían el mismo gusto en postres.

La Nueva SantosWhere stories live. Discover now