Capítulo VIII

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"Eres inevitable amor,
casi como respirar, casi como respirar...
Llegué a tus playas impuntual,
pero no me rendiré,
Soy tu amor clandestino"...

I: Si ...(dijo intentando calmarse mientras se abotonaba la camisa y se bajaba la falda) Me quedé dormida aquí.

El anciano frunció el ceño del otro lado de la pequeña división.

La luz de la cocina se mantenía algo baja por lo que Servando intentaba asomarse a la sala para ver dónde estaba su esposa. Cuando se acercó un poco más, ella se adelantó para impedir que este avanzara.

Ser: ¿Estás bien? Te noto agitada ...

I: Si, si ...es que me desperté sobresaltada cuando te oí llamarme.

Ser: Tienes...en tu cabello. ( Acercó su mano y tomo con sus dedos algo pequeño)

¿Una palomita?

I: Ah, ( sonrió) Debió pegarse cuando me recosté en la cama de Emiliano.
¿Vamos a dormir? Estoy algo cansada.

Ser: Si...si sólo que quería un poco de agua.

I: Claro ...ven a la cocina que yo también necesito agua.

Victoriano trato de mantenerse inmóvil. Ni siquiera tuvo tiempo de subirse el pantalón. Por lo que ni bien la pareja bebió su bebida y se alejaba al cuarto, rápidamente se acomodo su ropa y se dirigió al suyo.

Ingreso y fue directamente al baño. Se apoyó unos segundos en el lavabo tratando de asimilar lo que había ocurrido entre ellos. Refresco su cara y se miro al espejo. Claro que no era el mismo de antes, esa noche había cruzado la línea con la esposa de su padre, esa noche lo había traicionado.

Inés decidió darse una ducha ligera mientras sentía palpitante aún sus partes íntimas. Cómo si aun desearan ser llevadas al éxtasis nuevamente.
Apoyo su frente sobre los azulejos del cubículo al tiempo que dejaba caer el agua sobre su cuerpo.

Limpio el vapor del espejo y controlo que en su cuello no hubiese alguna marca visible. Cerro sus ojos y recordó tremendos besos que Victoriano le había propinado en ese lugar mientras la embestia una y otra vez sin poder evitar estremecerce.

Al salir, Servando estaba despierto y sentado en la cama. Necesitaba hablar con ella de aquel tema que lo tenía angustiado.

Ser: Estaba pensando en averiguar alguna medicina que pueda ayudarme.

Inés tragó en seco, sabía a lo que se refería.

I: ¿Medicina?

Ser: Si...existen unas en forma de pastillas pero no son recomendables para mi problema cardíaco.

I: Ah...si, entiendo.

Ser: Hace algún tiempo que no puedo...tu sabes. Comenzo a sucederme con mi otra relación. Claro que casi nadie lo sabe.

I: Descuida.

Dijo mientras aún podía sentir aquella molestia entre sus piernas. Habían pasado años desde la última vez que había estado íntimamente con un hombre; el padre de Emiliano.

Ser: Voy a consultar con un especialista. Me acompañarás ¿verdad?

I: ¿Yo?

Ser: Claro, eres mi esposa. Es natural que lo hagas.

I: Si...cuenta con eso ( sonrió sin ganas)

Ser: Bien...¿puedes acurrucarse aquí? ¿Junto a mi?

Ines lo dudo un momento pero luego cedió.
Así quedó inmóvil por unos momentos y en cuanto noto que su esposo se había quedado dormido, se separó de él y se hizo bolita con las sábanas.

La Nueva SantosWhere stories live. Discover now