CAPITULO 4

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El día de la muerte de Metroman llegó, no es que yo lo hubiera planeado, sí bien la idea de fingir mi muerte ya había cruzado mi mente desde hacía días, no había planeado como hacerlo. La oportunidad se presentó sola y de la mejor manera posible.

Era la ceremonia para la inauguración del museo de Metroman, toda Metrociudad estaba ahí para celebrar y alabar a su tan amado héroe. Ahí estaba yo, fingiendo sonrisas y dando otro show malabareando bebés como si realmente me hiciera feliz que miles de desconocidos me jugarán amor cuando yo sé que no es de verdad.

–¡Te amo Metroman!–

–¡Y yo a ti ciudadano promedio!–

Mentira.

Yo no amo a nadie, ni mis padres biológicos porque jamás los conocí, ni a mis padres adoptivos que solo vieron en mi un método para aumentar su fortuna, ni a los que se hacen llamar mis amigos pero solo quieren colgarse de mi fama, ni a todas estas personas que solo se dejan llevar por su ego y necesidad de sentirse protegidos. Yo solo lo amo a él.

Todo era como siempre, dando volteretas por aquí y por allá mientras ellos veían maravillados mis movimientos, todo se sentía tan vacío y tan banal, estoy seguro que sin mis poderes ninguna de estas personas me ofrecería si quiera un vaso con agua. De repente las pantallas fueron hackeadas y la imagen del hombre azul se presentó en ellas, toda la multitud abucheó a Megamente mostrando su odio y repulsión hacia él.

–¡Buuuuu! Yo también puedo jugar a eso jajajaja– decía el azul burlándose en las pantallas.

Y aquí va otra vez, volando para fingir interés por esa reportera a la que siempre secuestran, Roxanne. Era una guapa mujer, pero mi corazón ya está tomado desde hace mucho tiempo. Por alguna razón toda Metrociudad me emparejaba con ella, yo solo fingía interés pues era mejor que creyeran que me gusta ella, una mujer, a qué supieran qué a quién le dedico mis pensamientos día con día es a él, un hombre.

Llegué al viejo observatorio abandonado donde se suponía que estarían, pero al llegar no encontré nada, me habían engañado. De pronto apareció uno de esos robots de Megamente proyectando una imagen a mis espaldas.

– Por aquí amigo, por si no lo has notado caíste directito en mi trampa –

Y ahí estaba al que todas las noches le dedico mis suspiros, no sé si sea una capa nueva la que trae, pero que bien se le ve.

– Nadie atrapa a la justicia, es un ideal, una convicción –

– Incluso la más arraigada convicción se oxida con el tiempo –

– La justicia es de acero inoxidable –

– Pero también se puede fundir al calor de la vAnganza –

– Es vEnganza, y sabe mejor fría –

–¡Pero se recaliente fácil con el microondas del mal!–

–¡Pues creo que tú garantía está por expirar!–

–¡Pero tengo garantía ilimitada!–

–¡Las garantías invalidan si no usas el producto para si propósito!–

– ¡Aaayyy! –renegó la chica de cabello corto atada en la silla –Nenas las dos son bonitas, ¿Ya puedo irme? ¿Sí?–

–Desde luego, eso sí Metroman resiste la fuerza concentrada y potente del sol... ¡FUEGO!–

Un largo silencio incómodo reinó el lugar, me resulta adorable que sus planes casi siempre resultan mal, es parte de su naturaleza torpe la cual me encanta. Mientras él se quedaba en esa posición esperando lo que sea que iba a hacerme, yo me quedé admirando nuevamente su extraña belleza que tanto me atrapaba.

Sus enormes y preciosos ojos verdes, eran tan raros, su piel de un popular color primario que se ve que es tan suave y radiante, me encanta como la punta de sus orejas es de un ligero color rosado a diferencia del resto de su cuerpo y eso me hace preguntarme si habrá más partes de su cuerpo que también sean rosas. Espero poder averiguarlo algún día.

El panorama parecía ser el mismo de siempre, Roxanne secuestrada y yo debía detenerlo. Que aburrido.

Decidí usar mi super velocidad para dar un paseo lejos de todo, solo quiero alejarme y desaparecer. Estoy tan harto de tener que ser siempre el protector de todos, nadie es realmente mi amigo, la única relación real que tengo es mi enemistad con Megamente ya que él realmente me detesta, pero ni siquiera esa relación es verdadera... Si él supiera que lo único que quiero es tenerlo entre mis brazos cada mañana al despertar me pregunto cómo reaccionaría.

Veo mi estatua en el museo y no reconozco a quien está ahí, ese hombre sonriente no me representa en absoluto, no soy yo. Pero no puedo renunciar, si lo hiciera toda la ciudad me odiaría y eso es lo que desde niño he evitado, no soporto el rechazo.




Pero entonces recordé lo que ya había pensado hace unos días.



La brillante idea de fingir mi muerte.


– Servil ¿FUEGO?–

– Se está calentando señor– dijo el inocente pez.

–¿Calentando? ¡¿El sol se va a calentar más?!–

Aproveché para regresar al observatorio y puse en marcha mi plan, fue bastante fácil, desde siempre todo lo que hago o digo las personas me escuchan y me creen, una ventaja de ser el centro de atención.

–¡El cobre anula mis poderes!– exclamé con una actuación digna del Oscar.

–¿Tu debilidad es el cobre? ¿Es chiste verdad?– preguntó Megamente incrédulo.

Yo por dentro me reía a carcajadas, cuando el rayo golpeó el lugar jamás me sentí con tanta vida: por fin sería libre, ya no tendría que servirle a nadie, por primera vez en toda mi vida estoy eligiendo algo, ahora yo tengo el control de mi propia vida.


Así que tomé un esqueleto de la facultad de medicina.



Metroman, al fin había muerto....

































Ya por fin mi amor, soy libre de ir a buscarte.









Continuará.

¿Les está gustando el rumbo que está llevando la historia?

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