Capítulo 35

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Tal vez se debió a que hace mucho que no tengo nada con nadie o haber pasado dos semanas sin acercarme a ella y fue solo una reacción natural, digo, tampoco soy de piedra.

Julieta es linda..., creo que podría incitar a cualquiera y eso no significa que vaya más allá de un repentino interés. Estábamos solas, en su habitación, ella olía realmente bien y estábamos besándonos, lo extraño habría sido que no me provocara nada.

En la frente me rebotó una bolita de papel. Volví la cabeza al instante y miré a Clara a mi derecha, alistando otro proyectil.

—¿Estás triste? —preguntó Mike a media clase.

—¿Mi chiquita la está pasando mal sin su dueña? —se burló la chica.

Supongo que su pregunta se debe a que llevaba toda la clase mirando hacia el techo y no había dicho una sola palabra, y no estaba triste, pensaba en lo de hace dos días, con Julieta.

Ya que se supone terminamos, no hemos hablado con ningún testigo de por medio desde la semana pasada y tampoco me he acercado, ni ella a mí.

—Me siento como un perro extraviado —divagué.

—Anímate —Mike me sacudió el hombro—, hoy acabamos con esto.

El chico se refiere a que es el último día del curso. A partir de mañana, empieza el período vacacional.

Creo que no están considerando que nuestras calificaciones no son precisamente buenas. Aunque a ellos no les ha de importar, a mí sí, por la beca. De hecho, estamos esperando a que el profesor termine de revisar los trabajos finales para que nos dé la calificación del semestre.

Desde ayer, ya nada más estamos aquí por evaluaciones, así como por las respectivas notas.

El hombre comenzó a repartir los documentos y, al poner sobre mi mesa el que hice con Clara y Mike, su expresión me dijo que no nos había ido bien.

—Siete, directo a su historial —anunció para los tres, luego encaminó hacia otro alumno.

—Tampoco nos merecemos un siete —se quejó Clara, a lo que el hombre se volvió.

—Ya está.

—Solo pónganos un ocho, le juramos no ejercer —propuse.

—¿Todo es un juego para usted, señorita Altea? —enserió.

—No, pero dudo que quiera vernos, en especial a mí, durante las vacaciones, porque son las suyas también.

—... —Posterior a la mueca de desdén, recogió el trabajo de mi mesa, de mala gana—. Volveré a revisarlo.

Si tengo un siete, me quitan la beca.

Antes de que nos retiráramos, el Consejo explicó a detalle el itinerario del viaje. De verdad había asegurado no ir, aun si ni siquiera se los había dicho a Clara y Mike y tal vez estaban contando con mi presencia.

Después de eso, no teníamos a qué más quedarnos, así que me retiré. Ambos chicos me siguieron hasta la librería, no sé muy bien para qué.

A juzgar por la paleta helada que me compraron, algo quieren de mí.

—Entonces... —expresó Clara a medio camino.

—No —dije.

—Todavía no pregunto —se quejó.

—Dime.

—¿Vamos de compras?

—No.

—Tenemos que ir, me faltan cosas para el viaje —añadió Mike.

En el vino y el café | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now