Capítulo 63

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Básicamente aventé la mochila, para salir corriendo. Llegué hasta la sala del Consejo, afuera estaban América y Danielle, además, la puerta está cerrada.

—¿Quién está adentro? —les pregunté.

—Julieta —contestó América—, con una chica...

—¿Quién? —mandé.

—No sabemos —me respondió Danielle, un tanto molesta por el tono con el que les hablé.

Clara y Mike llegaron corriendo también.

—¿Qué pasó? —cuestionó él.

—¿Cómo era? La chica, ¿cómo era? —empecé a desesperarme.

—... —Danielle se encogió de hombros—. Como de tu estatura, creo que no traía mucha ropa y de cabello corto, blanco.

Empecé a temblar. Intenté tirar de la puerta, pero esta no se abrió.

—Nos dijo que quería hablar a solas con Julieta —explicó América—, por eso nos quedamos... —Pateé la puerta con fuerza. No solo se abrió, se vino abajo.

Lo primero que vi fue a Grace sentada en una silla, con las piernas abiertas y el pecho semidesnudo recargado en el respaldo, mirando hacia aquí.

Sonrió en cuanto me vio.

—Debí apostar contigo a que venía —murmuró con los ojos en mí, luego volteó hacia el escritorio, donde estaba Julieta de pie. Se incorporó con las manos en los bolsillos—. Era esto —señaló a Julieta con un gesto—, lo que vi en tu cara; te pusieron correa. ¿Por eso eras tan reacia? —se recargó en el escritorio, justo a un lado de la chica—. Debo admitir que es muy linda.

—Aléjate de ella —dije, haciendo todo por mantener la calma.

—Vamos —cantó acercándosele más—. No sería la primera vez que compartimos algo... —Me aproximé a tomar a Julieta de la mano y tiré de ella para ponerla detrás de mí.

—¡¡¡No quiero que la toques!!!

Sonrió. Sin inmutarse, se separó del mueble, luego se enderezó para mirarme a los ojos, sin expresión alguna, y enalteció la cabeza.

—Perdí el interés contigo, no te preocupes —indicó con seriedad—. Solo vine a decirte que Raina te está buscando —hizo una pausa—, y te va a encontrar —dicho eso, se dirigió a la puerta y finalmente se fue.

Me quedé mirando a la nada, con las palabras de Grace en la mente. Raina... Ella me está... No... Maldición.

—... Lisa —al escuchar la voz de Julieta, recordé que la seguía teniendo prensada de la muñeca. La jalé para traerla delante de mí y la sujeté de los brazos.

—¿Qué te dijo? —pregunté mirándola a los ojos. No me respondió, por lo que la sacudí—. ¡¿Qué te dijo?! —enfurecí, gesto que la asustó, entonces caí en cuenta de lo que estaba haciendo. No la solté, solo dejé de apretarla y agaché la cabeza—. Dime qué te dijo, te lo suplico —mascullé.

—... No me dijo nada —contestó. La miré—. Te lo juro. Preguntó cosas de la escuela y si te conocía, casi enseguida llegaste.

Cierto, la puerta. Al girar la cabeza, vi al resto, ninguno con la intención de acercarse o moverse.

—¿Quién era ella? —cuestionó Clara.

—... No importa —solté a Julieta y me recargué en el escritorio. Por un momento, me comió viva el miedo de que Grace se lo dijera.

—¿Y Raina? —le siguió Mike—, ¿quién es?

Desvié la vista, después suspiré rendida.

—Mi hermana —respondí.

En el vino y el café | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now