Capítulo 81 [+18]

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Por lo que supe, el día que los padres de Danielle se enteraron de que estaba viéndose con una chica, Clara, a quien conocían muy poco, asumieron que su hija tenía esas "ideas antinaturales", la enfrentaron y Danielle nunca admitió nada, solo escapó de su casa, fue así que llegó al bar mientras todos la buscaban.

Después de lo que habló conmigo, y de lo que yo le dije, le aseguró a su familia que todo había sido un malentendido y que no volvería a ver a ninguna chica. Se encargó de eliminar cualquier indicio de que con Clara siquiera se conocían y además le pidió que no volviera a buscarla.

Viéndolo así, debí haber entendido a Clara. Es que me empecé a enojar por el innecesario golpe. Aunque creo que lo de «maldita malagradecida» sí me lo merecía.

Por otro lado, estaba segura de que esta chica estaría de mejor humor pasados un par de días, en cambio, no, para nada.

Estábamos cerrando el semestre, así que no se presentó en la escuela y no pude hablar con ella, asimismo, Julieta fue muy en serio con lo que me dijo; no me dejaba ni tocarla.

Intenté llevarlo bien, hasta que pasaron las primeras veinticuatro horas, seguidas de otras veinticuatro, tres días, cuatro, cinco, seis... y siete.

Empezó a ducharse con la puerta abierta o hacerlo cuando yo estaba cepillándome los dientes, dormir con poca ropa o decirme «Buenas noches» en el oído.

Siquiera que pasara cerca de mí me martirizaba.

La tarde en que estábamos comiendo, ella se inclinó en la mesa para tomar algo, directamente delante de mí, a lo que levanté la vista. Que los botones de su camisa estuvieran desatados no era incidental.

No dije nada. Me puse de pie, tomé las llaves y salí directo a casa de Clara.

Esa chica no se había aparecido y mi orgullo no me dejaba buscarla, sin embargo, mis ganas de tener sexo con Julieta pudieron más conmigo.

Llamé a su puerta, la cual tardó bastante en abrir y, en cuanto me vio, intentó cerrar en mi cara, a lo que detuve la puerta y la empujé.

Entré sin permiso, cerrando detrás de mí.

—Vete —mandó.

—No hasta que me escuches.

Rodeó los ojos y fue a sentarse en una silla del comedor, con los brazos y piernas cruzadas, por si fuera poco, sin mirarme.

—No me interesa.

Me cargué.

Fui y coloqué las manos en la mesa, inclinándome hacia ella.

—Escucha, Julieta no me deja tocarla hasta que no arregle esto contigo. Tú más que nadie me entiende. Intenta que solucionemos esta tontería.

Me miró poniéndose de pie.

—Aunque me encantaría que pudieras cogerte a tu novia —habló con sarcasmo—, me traicionaste.

—Yo no te traicioné —dije con fastidio—. Danielle estaba muy mal y, está bien, lo que le dije no fue pensando en ti...

—¡Casi la tenía, Lisa!, y ahora sí la perdí —se le quebró la voz.

—... Lo siento —musité—. Esa nunca fue mi intención...

—Es que ese es el problema, tú sola decides lo que es mejor para los demás. ¿Fue o no lo que pasó con Julieta? ¡¿No se te ocurrió que Danielle era mi Julieta?! —empezó a llorar.

—... Clara...

—Vete —le tembló la boca y se limpió las lágrimas—. Si quieres hacer algo, déjame sola.

En el vino y el café | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now