Capítulo 7 [Corregido]

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[Katniss Everdeen]

Esperaba sentada en un banco bajo un sol que brillaba demasiado. La estación de tren estaba abarrotada de personas y el agobio que eso me producía provocaba que el suelo y lo demás se viera como siluetas borrosas moviéndose de un lado a otro. Estaba mareada, era como mirar a través de la ventana de un tren que viaja a toda velocidad. Me puse de pie con dificultad, con la sensación de tener que buscar con urgencia a alguien entre la multitud.

— No es él...—dije a pesar de no saber a quién me refería—. No es él —repetí desorientada. El sol iluminaba todo hasta el punto de emitir un resplandor blanco que me obligaba a entrecerrar los ojos y las voces de los demás se alzaron hasta ahogar mi propia voz. Me dolía la cabeza.

Aparté a las personas frente a mí para abrirme paso por el andén pero cuántas más apartaba, más aparecían. Me miré las zapatillas cuando el suelo empezó a parecer inestable y todo giraba con tanta rapidez que me tambaleé, inestable, y caí de rodillas. Apoyé las manos en el suelo para no darme un golpe en la cabeza, pero parecía que esa parte del cuerpo había adquirido cien kilos más y me dejé caer sin poder luchar contra el peso. Hice mi mejor esfuerzo por mantener los párpados abiertos pero se me cerraban sin querer, igual que cuando el sueño quiere arrastrarte hacia sus profundidades pero te resistes.

"Te quiero" oí las palabras como un eco lejano, y de pronto, muy cerca.

"Te quiero" repitieron con total claridad.

El cuerpo ya no me pesaba, no había nada que me impidiera levantarme, y lo hice.

Me encontré la estación de tren vacía, sin asientos en el andén para esperar, sin personas y sin cielo.

— Katniss —giré hacia mi izquierda en cuanto la voz de Peeta se hizo presente.

Y ahí estaba él, de pie con la mano extendida hacia mí y una sonrisa amable. Llevaba puesta la misma ropa que cuando visitamos juntos el distrito once durante nuestra gira de la victoria.

— Peeta...—quise moverme hacia él pero mis pies se anclaron al suelo de forma inexplicable. Miré mis pies presa del pánico y la rabia, ¡quería acercarme a él! — ¡Peeta! —exclamé pidiendo ayuda.

— No te quiero, Katniss.

Sus palabras parecieron un conjuro, porque tras pronunciarlas el paisaje se transformó en el salón de su casa. Bajó la mano que antes me ofrecía y se quedó allí de pie, mirándome con tristeza.

— ¿Peeta? —ignoré el eco que emitió mi voz.

— ¿Katniss? —sacudió la cabeza como si hubiera despertado de algún hechizo. Avanzó hacia mí con preocupación.

— Estoy aquí.

Sin emitir una palabra más, sujetó mi rostro entre sus manos y acercó su rostro al mío.

— ¿Por qué te has ido? —reprochó con desesperación y lágrimas sin derramar en sus ojos—. Te quiero.

La escena volvió a cambiar. Nos encontrábamos de pie frente a la puerta abierta del tren. Peeta había llegado a tiempo para detenerme y reclamaba que me quedara con él.

— Te quiero —repitió. Y yo sonreí.

Nos fundimos en un beso que me sumergió en una espiral de felicidad y confusión.

Me sentí algo desorientada cuando no reconocí mi habitación al despertarme. Y mirar por la ventana sólo me ayudó a sentir una sensación de mareo al ver las sombras del paisaje pasar a una velocidad vertiginosa, igual que en mi sueño. Me sequé el sudor de la frente y tragué saliva. El sueño había dejado una sensación de desilusión en mi pecho, como un deseo incumplido.

"There will always be hope" - Peeta y KatnissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora