Capitulo 31

3.7K 194 17
                                    

Con la mirada perdida en algún punto borroso del paisaje que se movía vertiginoso a mi alrededor, volví a tomar un sorbo de mi copa de vino. Había perdido la cuenta de cuantas iban ya, pero sentía el cristal pesado entre mis dedos.

«¿Qué haré cuando llegue allí?»- mi amarga voz interior parecía tan borracha como yo.

«Solo estaré una hora y después huiré como la cobarde que sé qué soy. »- me contesté yo sola- «Menudo plan más malo. »- me compadecí de mí misma.

Yo pensando que no podía ser para tanto, y aquí estoy, en medio de la noche con una copa de vino entre mis manos y con la botella casi vacía.

«He trabajado en el Capitolio y también he vivido allí, pero ¿qué me pasa? »- intenté infundirme valor, pero no funcionó.

«Ese no es el problema.»

«Volveré a ser Katniss Everdeen, la chica en llamas, el Sinsajo. »

Tenía miedo de abrir el baúl de los recuerdos y encontrar a mi vieja yo. A mi falsa yo.

Después de la guerra, al desaparecer, nadie intentó encontrarme. Solo así pude recomponerme y construir la vida que quería llevar de verdad.

Mañana tendría que volver a colocarme la máscara con la sonrisa forzada y amabilidad falsa.

Decidí despegarme de la ventana y volver a la cama con Peeta para recordarme por qué había decidido asistir.

(.....)

- ¡Estas preciosa!- exclamó Effie despues de haber terminado con su trabajo.

Me miré al espejo y pude reconocerme perfectamente. El maquillaje era suave y natural.

Pasé los dedos por la suave tela negra de terciopelo que se ceñía a mi cuerpo. Las mangas me cubrían hasta las muñecas, la espalda abierta no me incómodaba en absoluto y la falda larga se abría desde mi muslo izquierdo. Hacia el final de la cola había enganchadas un par de plumas negras y unas piedrecillas brillantes como diamantes. Los tacones a juego eran negros, cómodos y no muy altos.

- Gracias Effie. - me sentí aliviada de que todavía pareciera yo, pero en versión mejorada.

- De nada cariño. -me sonrió- Vamos, que la limusina nos espera abajo.

Al bajar Peeta me recibió con una gran sonrisa.

- Estas hermosa.- posó un casto beso en mis labios.

- Gracias. ¿Nos vamos?

En menos de un minuto ya habíamos entrado todos al coche. Durante el trayecto a la mansión de la presidenta Paylor, apreté la mano de Peeta y no sé como no se le ha puesto la mano azul por la falta de riego sanguíneo.

- Todo va a salir bien- me susurró al oido. Intenté por todos los medios calmarme; pero no podía. Sin embargo, intenté que no se me notara para no preocupar a Peeta.

Incluso antes de llegar pude sentir los gritos y flashes de las cámaras.

- Todo irá bien. -me sujetó fuerte de la mano cuando nos obligaron a bajar del coche.

Me cubrí los ojos cuando las cámaras apuntaron en mi dirección y la de Peeta. La luz me resultaba cegadora, por el contrario, mi marido parecía un pez en el agua en aquel lugar.

«Tienes que esforzarte un poco. Por Peeta. »

Aparté la mano de mi rostro y me fijé en la alfombra roja que mis zapatos pisaban. Estaba a punto de alzar la mirada cuando la mano de mi esposo me sujetó de la barbilla y me atrajo hacia él. Sus labios acariciaron los míos lo que me pareció un instante. Los gritos y flashes aumentaron.

Pude notar la sonrisa de Peeta contra mi piel antes de que se separase. Me mantuvo sujeta por la cintura y saludó a todos los presentes mientras nos empujaba a ambos hacia el interior del edificio.

Una vez dentro, me sentí más segura. Ya no había tantas cámaras y los gritos se habían ido, a cambio una música de fondo sustituía el barullo de fuera.

Observé el lugar con detenimiento; mucha comida por todos lados y varias mesas, además de una pista de baile.

- Espero que la fiesta sea de su agrado- pegué un brinco por la sorpresa. Era Paylor.

- Sí, claro. Gracias. -murmuré.

- Me alegra que hayan decidido venir.

«Yo no estaría aquí de no ser por cierto individuo rubio de ojos azules que logró convencerme. »

- Ha sido un placer venir, mi esposa y yo admiramos lo mucho que habéis trabajado para conseguir todo esto. Es maravilloso.- dijo mi marido, demostrandome una vez más su capacidad para hablar correctamente.

- Gracias.- asintió con la cabeza cortésmente y añadió-: Me retiro. Que disfruten de la fiesta.

La seguí con la mirada mientras se alejaba y se perdía entre la multitud.

- ¡Hey, vamos a comer!- gritó Johanna. Me cogió del brazo y me llevo al bufet libre.

Ni siquiera la había visto venir, pero me alegro de que haya dicho en voz alta lo que estaba pensado.

(.....)

- Voy a reventar.- dijo Johanna sobandose la barriga.

- No me extraña, te has comido casi toda la comida que hay aquí.- dije yo. Todos nos reímos.

«Al final no ha sido tan mala idea el haber venido.»

- Tenía hambre.- protestó con tono infantil.

- No se notaba.- respondí con sarcasmo.

- Lo que pasa es que estás molesta porque te quité el helado de chocolate- me sacó la lengua.

- Con el chocolate no se juega. - le advertí.

- Parecen dos crias.-comentó Haymitch.

- Pues yo soy feliz con esta "cria"- Peeta me pasó el brazo por la cintura y me atrajo hacia él.

- Pues esta "cria" va hacer que duermas en el sofá durante una semana- dije sonriendo malvadamente.

- ¿Qué? Si yo no he echo nada.- protestó con un puchero.

Sonreí. Era muy mono. Me acerqué y le besé en los labios.

- Oye los pies me estan matando - me agaché y me los quité. Todos me miraron, sobre todo Effie por mi "mala educación". Va, total me da igual- ¿Qué? llevamos 4 horas aquí, no pienso aguantar ni un minuto más con ellos pues....- me paré en mitad de la frase.

El primer disparo logró confundir a todo el mundo.

El segundo hizo que la música de detuviera.

El tercero provocó una avalancha de gente intentado salir hacia la puerta.

Y después nada.

Apenas había sentido las balas atravesar mi cuerpo. La sangre que manchaba mi vestido tampoco había conseguido alertarme de nada.

Solo su cara. Su cara de horror al mirarme, el miedo trepando veloz hacia sus ojos, sus lágrimas bañando sus mejillas, el grito ahogado al correr a sujetarme.

Su contacto logró sacarme de mi confusión y mi cuerpo comenzó a desplomarse entre sus brazos, justo a tiempo, como si mi mente gritara que lo último que quería ver era el precioso rostro de Peeta.

Y eso hizo. En medio del caos mis oídos no oían nada, mi cuerpo no sentía nada y mi boca no se movía. Su rostro lloroso y salpicado con mi sangre fue lo último que ví antes de desvanecerme.

"There will always be hope" - Peeta y KatnissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora