Capitulo 23.

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El paseo por el museo se me hace infinito. Todavía huelo a hospital a pesar de que me he duchado dos veces. Por suerte las pruebas fueron muy bien, no tenia nada mas que un ataque de ansiedad y pocas vitaminas.

«Vamos Katniss, tu puedes» me digo a misma mientras arrastro mis pies por la alfombra roja de terciopelo.

Pronto la sala grande me muestra las imágenes prometidas y no puedo evitar soltar un suspiro cargado de nerviosismo.

Primero observo la sección de mi padre. No sé de dónde han sacado las fotos, pero en una de ellas veo a mi padre serio, como si la foto fuera tomada en una ocasión formal e importante. La voz de un olograma cuenta su vida, pero no me paro mucho a escuchar cuando veo la chaqueta de cuero en una vitrina. La verdad es que es idéntica a la suya. Acaricio su imagen que está puesta en una pantalla electrónica y dejo escapar un par de lágrimas.

Camino un poco más y veo la sección que pertenece al recuerdo de mi madre, pero paso de largo y me dirijo a la de Prim. Observo una imagen de mi patito, mi pequeña hermana que debería haber vivido más años de los que en realidad vivió. También me hacerco a su imagen, esta no está en una pantalla electrónica, más bien está en un cuadro. Ella está sentada, rodeada por una manta y nuestra cabra le lame la mejilla mientras ella sonríe. En cuanto lo veo sé que es el cuadro del que me habló Peeta en el hospital.

Me giro, le doy un beso fugaz y sigo observando un poco más. Las lágrimas se deslizan por la piel de mis mejillas.

-Tranquila, estoy contigo.- Peeta me abraza por la espalda y me acaricia.

- Hay tantas cicatrices...,- susurro.- a veces siento que ya no puedo más, ya nosé cuanto tiempo más voy a aguantar. Dime que podré olvidar esto algún día.- me giro y no puedo evitar suplicarle con la mirada. Peeta me mira con tristeza, y me coloca un mechón suelto detrás de la oreja.- Promete que me ayudarás a superar sus muertes. Por favor.-ruego intentando contener las lágrimas dentro de mis ojos.

-Te lo prometo.- susurra en mi oído al abrazarme de nuevo.

-Gracias.- una tranquilidad absurda inunda mi pecho y se expande por mi cuerpo. Sé que solo son palabras, que solo es una promesa. Pero es muy importante para mi.

-Siempre estaré a tú lado para apoyarte.- dice soltandome.-¿Quieres que volvamos al hotel?- asiento con la cabeza.

(......)

-¿Que te parecen estos vaqueros?- pregunto saliendo del probador. No me imaginaba encontrar ropa a mi gusto aquí, el centro comercial parecía muy pijo desde fuera, pero ha sido todo lo contrario al entrar.

-Me gusta como te quedan.- comenta Peeta, quien no para de mirarme el culo. Sonrío por dentro y decido que los compraré.- Estás guapa con todo lo que te pongas.

- Gracias.- el color de mis mejillas se vuelven un poco más rojas y trato de ocultarlo girando la cara hacia otro lado.- ¿Porque no vas a comprarte algo de ropa?-señalo una tienda de ropa de hombres que hay en frente.

-Me gusta ver como te pruebas la ropa.

-Pero tú también necesitas ropa, mira algo que te guste, yo seguiré aquí y si termino antes me paso por ahí para verte.

-Vale. Iré solo un rato.

- De acuerdo, no tardaré.- dicho esto me da un beso en la mejilla y se va.

Acabo comprando un vestido rojo con manga de tres cuartos ceñido al cuerpo para sorprender a Peeta un día que salgamos a cenar. También me llevo los vaqueros que le gustaron y un jersey azul oscuro ancho.

Cuando salgo de la tienda me dirijo hacia donde se encuentra Peeta, pero cuando veo una tienda de ropa interior tengo la tentación de entrar y lo hago. Miro prendas de seda, de algodón..., pero la que más me gusta es la de encage negro y otro de color rojo. Los conjuntos consisten en un tanga y un sujetador casi transparente.

Una vez comprados los guardo en la bolsa de ropa de la otra tienda para que Peeta no lo vea.

Justo cuando me dirijo a la tienda de ropa de hombres veo a Peeta salir de ella.

-Iba a entrar a verte. ¿Has comprado algo?

-Sí, unas camisetas y unos pantalones.

-Vale. ¿Quieres que demos una vuelta a ver qué encontramos?

-Sí, quiero comprar algunas cosas más.

Para cuando llegamos a casa hemos comprado algunas cosas en cuanto a ropa se refiere, pero hemos encargado unos cuantos muebles para nuestra casa en el 12. Queríamos remodelarla, y hemos encontrado unos muebles preciosos en aquella tienda llamada "IKEA", era realmente grande, e incluso nos perdimos y tuvimos que andar más de la cuenta.

En cuanto toco la cama el cansancio me rodea y me abraza, acogiéndome en el mundo de los sueños.

(......)

Unos labios suaves deciden interrumpir mi siesta. Pestañeo adormilada y me encuentro con dos ojos grandes y azules mirándome.

- Hola.- me besa.

- Hola.- contesto. Una sonrisa tonta se dibuja en mis labios y pregunto-: ¿Qué pasa?

- Son las ocho y media de la tarde y he reservado mesa para cenar esta noche. Sé que estás cansada pero quería que lo supieras por si querías ir.- me acaricia la mejilla y me pierdo en su tacto suave y cariñoso.

- Si, estaría bien salir. Además, ya me he hechado una buena siesta para recuperar fuerzas, así que voy a vestirme y salimos.- le doy un beso y me levanto con pereza.

Cojo la bolsa de la ropa nueva y me meto en el baño para empezar a cambiarme y maquillarme.

Cuando termino de lavarme los dientes y peinarme, empiezo con el maquillaje. Decido ponerme un poco de rimel, un pintalabios rojo a juego con el vestido y delineador de ojos. Me visto con rapidez y salgo del baño colocándome los zapatos.

-Estas hermosa- se termina de colocar el reloj y se acerca a darme un beso en la mejilla.

-Tú también vas muy guapo.- lleva un traje negro con una camisa blanca y corbata roja a juego con mi vestido.

Salimos de casa y nos dirigimos al restaurante. De camino a allí, la gente no para de mirarnos. Me pone de los nervios que no se corten un pelo.

-¿Te has dado cuenta que la gente no para de mirarnos?- le pregunto a Peeta. Parece que mi pregunta lo saca de su ensoñación y vuelve a mirarme a mi en vez de al suelo.

-Sí, la mayoría te miran a ti, y especialmente los hombres, pero lo que no saben es que ya eres mía.- dice con una sonrisa en los labios. Me acerco a él y le doy un beso.

-¿Y eso a qué ha venido?- Pregunta confuso.

-A nada, sólo me apetecía besarte.- respondo con una sonrisa.

Cuando llegamos a nuestra mesa, comemos mi plato favorito y de postre pedimos una tarta que Peeta no deja de examinar minuciosamente para ver qué tal está. Él dice que sus tartas saben mejor pero la verdad es que a mi me saben todas iguales. Decido no decírselo porque no quiero que replique algo ingenioso contra mi.

Cuando llegamos a casa no pierdo el tiempo cambiandome en el baño. Llego a nuestra habitación y trato de abrir el cierre del vestido, pero resulta ser más complicado que cerrarlo.

- Deja que te ayude.- su mano sujeta el cierre de mi vestido y lo baja lentamente. Siento su piel rozar la mía. Cuando el cierre está completamente abierto, dejo caer el vestido al suelo. La tela se arremolina en mis pies y puedo oír el jadeo que se escapa de los labios de Peeta.

- Es nuevo, ¿te gusta?- me doy la vuelta y señalo el conjunto de ropa interior de encaje rojo. Él ya tienes los zapatos y la camisa quitados y me mira boquiabierto.

- Claro que si.- se le escapa en un suspiro.

Sonreí con timidez al darme cuenta de que nuestros cuerpos volverían a fundirse en uno solo esta noche.

"There will always be hope" - Peeta y KatnissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora