Capítulo 4 [Corregido]

6.7K 327 61
                                    

— ¿Vives en una casa de la aldea de los vencedores? —señaló la entrada iluminada por dos farolas cuando llegamos.

— Mmm...Sí, me la dieron cuando gané los juegos— el tono jovial que empleé hasta ese momento, se esfumó.

— ¿Y no te resulta triste? Quiero decir, ¿no te trae malos recuerdos?

— Todo el tiempo —confesé. Hubo un momento de silencio—. Pero también hay buenos recuerdos impregnados en esas paredes —añadí, porque era cierto—. Puede que no sean muchos y que las personas que crearon esos buenos momentos ya no estén conmigo, pero a veces su recuerdo es mejor que nada.

— Te aferras a su recuerdo —concluyó con voz suave y pensativa.

— Y así es como se vuelve loca la gente —traté de bromear refiriéndome a mí en particular, pero me arrepentí de mencionarlo.

No quería darle los datos necesarios para darse cuenta de que yo era la clase de compañía que debía evitarse, de esa que está tan mal de la cabeza que debería acabar encerrada en un manicomio. No quería espantarlo porque, al fin y al cabo, si eso sucedía, mi plan de reconstruir la cabaña se iría al traste y con él toda la cordura que el proyecto me hubiera aportado. Era penosa. Mi vida era penosa. Tanto, que había llegado al punto de depender de un simple extraño.

— ¿No es eso lo que hacemos todos desde que la guerra terminó? —musitó mientras la melancolía pintaba una sonrisa amarga en su rostro—. ¿Aferrarnos a recuerdos hasta volvernos locos?

— Tienes razón —respondí en voz baja. No esperaba que lo comprendiera, pero el nuevo giro de los acontecimientos me hizo sentir rara, como con una sensación de alivio mezclada con curiosidad. Su mirada adoptó, desde el principio de la conversación, un brillo especial, de esos que delatan una vida llena de pesadillas y lamentos; tenía la misma mirada atormentada que yo cuando me miraba al espejo después de un mal sueño. Deseé descubrir qué era aquello que lo hacía sufrir tanto.

Nos miramos a los ojos mutuamente durante un largo rato de silencio. Ambos intentábamos descifrar qué podía haber debajo de la superficie de nuestras emociones, cuál era el causante de nuestros actos y nuestros miedos actuales.

— Pero, tal vez, ¿no deberíamos tratar de construir nuevos y mejores recuerdos que aquellos? —su pregunta retórica me pilló desprevenida. A diferencia de mí, él soñaba con levantarse después de que las circunstancias lo golpearan y lo tiraran al suelo. Él no era la clase de persona que se regodeaba en el dolor y decidía permanecer en él porque fuera más cómodo y seguro; él no era como yo, y ese hecho hizo que me sintiera un poco traicionada.

— ¿Y si eso no es lo que quiero? —pregunté con la voz ronca— ¿Y si me merezco cada segundo de cada pesadilla? —reflexioné en voz alta, más para mí que para él. La burbuja de pensamientos que me había envuelto se rompió.

"No debería hablar de esto con un desconocido".

— Y supongo que ahora te alejarás de mí y me tomarás por una loca —intenté bromear con una sonrisa penosa.

— ¿Por qué tendría que hacerlo? —al parecer no se dio cuenta de mi repentino cambio de humor y me siguió la corriente sonriendo ante mi broma.

— ¿No lo harás?

— ¿Por qué tendría que hacerlo? —repitió. Su tono despreocupado alivió la tensión de mi cuerpo rígido, y a cambio una ligera sonrisa tiró de mis labios—. Bueno, no es que quiera huir ni nada de eso —señaló el cielo estrellado con el dedo—, pero ya ha anochecido y debería buscar alojamiento si no quiero dormir en la calle.

— ¿No tienes donde quedarte?

— Bueno, he venido de improviso al 12, por lo que no me ha dado tiempo a pensar en todos los detalles —se encoge de hombros.

"There will always be hope" - Peeta y KatnissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora