Capitulo 32

3.7K 213 35
                                    

Narra Peeta

Aún seguía mirando sus párpados inmóviles, su rostro pálido y su pelo trenzado. Seguía tan guapa como siempre, pero con menos color;con menos vida.

Mi mano siempre se mantenía entre la suya, esperando una reacción por su parte. Para eso y también para poder mantener la poca cordura que me quedaba. Quería estar a su lado todo el tiempo posible, quería quedarme hasta que despertara. Porque sé que despertará.

- Chico, te he traido algo de comer -me acercó una bandeja de comida como todos los días, y le dije lo que le decía todos los días.

- No tengo hambre.- miré a Katniss y deseé, una vez más, ser yo el que estuviera tumbado en esta cama.

- Vas a morir tú antes que ella, y eso no es bueno porque a ella le queda una vida por delante cuando se despierte, y tú no estarás en ella si no evitas una desnutrición- Haymitch creía, tanto como yo, que Katniss despertaría. De alguna manera eso conseguía que mi esperanza se mantuviera firme.

- Gracias. Puedes irte. - con un asentimiento de cabeza y una mirada triste abandonó la habitación para dejarme solo.

Miré la comida con disgusto. Aunque no me gustara admitirlo, Haymitch tenía razón.

«Tienes que hacerlo por Katniss. »

- Por Katniss. -dije en voz alta.

La primera cucharada de arroz con pollo me supo a cartón, pero no me detuve. Intenté meterme a la boca una cuchara tras otra, pero mi cuerpo parecía indispuesto a aceptar la comida.

«La mitad, por lo menos la mitad. »

Antes de meterme la última cucharada para conseguir mi meta, mi estómago no lo aguantó más. Un ataque de arcadas me obligó a correr al baño. Acabé echando todo por el retrete.

Me enjuagué la boca con agua y me limpié la cara con una toalla.

- Habrá que volver al agua y la fruta- me arrastré hacia el interior de la habitación y cogí la manzana roja sobre la bandeja.

«Sigue siendo comida al fin y al cabo.»

Le di un mordisco pequeño y tragué con cuidado. Después le di un sorbo a la botella de agua. Repetí el proceso hasta acabar con la fruta.

- Lo he conseguido. -suspiré por lo bajo y volví a sentarme al lado de Katniss.

Me sentía exhausto. Me apoyé un poco sobre su cama y sujeté su mano de nuevo.

Mientras acariciaba su piel suave, mi mente y pensamientos volaron hacia el mundo de los sueños.

El prado era precioso. El verde intenso de la hierba hacía un hermoso contraste con el azul del cielo. Me quedé obsevandolo atónito por la forma en la que el rocio de la mañana bañaba las flores y demás plantas.

El contacto cálido sobre mi mano me sobresaltó. Al mirar hacia mi izquierda me encontré con unos ojos grises brillantes.

- Katniss... - su nombre salió de mis labios como una reverencia.

Me abalancé sobre ella rodeandola con mis brazos.

- ¡Te amo! -exclamé entre lágrimas. - No sabes lo mucho que te he extrañado.

- Yo tambien te amo.- sonrió entre mis brazos. - Pero, ¿se puede saber por qué me has extrañado? No me he alejado de ti en ningún momento.- su risa me infló el corazón de felicidad.

- Porque....- no quería arruinar nuestro momento de paz, mi momento de disfrutar de su compañia-, por nada. - dije restandole importancia.

Frunció el ceño como solía hacer. Aflojé el abrazo y acaricié las arrugas entre sus cejas.

- No es nada. - le aseguré.

Deposité un beso en su frente y conseguí una sonrisa suya a cambio.

-¿Peeta?- apenas era un eco en la distancia. - Peeta. - esta vez llegó más claro a mis oídos. - Peeeetaaa. - no veía moverse sus labios, pero sabía que era Katniss. Aunque no la Katniss que tenía entre mis brazos.

La solté y miré hacia todos lados.

- ¿Dónde estás?

- Peeta.

Al despertarme volví a oír mi nombre. Mi mirada encontró su mano acariciando la mía. Anonadado, me quedé un par de segundos mirando ese simple gesto para asegurarme de que no lo estaba imaginando.

Como un resorte mi cabeza se levantó de golpe. Me miró con cara horrorizada.

- ¿Qué te ha pasado? ¿Quién te ha hecho esto?- tomó mi rostro entre sus manos y me miró de arriba a abajo.

Mi voz se ahogó en el mar de emociones que sentía. Y mis lágrimas rodaron libres por mis mejillas al sentir el tacto de sus manos sobre ellas. Sus brazos me envolvieron en un cálido y acogedor abrazo que me permitió aspirar su dulce aroma de nuevo. Intentó consolarme acariciando mi pelo con suaves masajes, pero solo consiguió que mis sollozos se escucharan aún más fuertes por la habitación. La sujeté entre mis brazos también sin poder creerme lo que estaba pasando.

- Shhhh... Tranquilo, tranquilo. - sus diminutas manos subían y bajaban por mi espalda a modo de consolación.

- Te amo- grazné.

- Y yo a ti. - se apartó de mí para acunar mi cara entre sus manos de nuevo y plantar un beso en mis labios. Era un beso que me sabía a gloria y me devolvía a la vida. Una promesa iba inscrita en él: a partir de ahora todo iría bien.

"There will always be hope" - Peeta y KatnissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora