Capitulo XXVII: Me lastimas los oídos, Leclerc

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No lo entienden, necesito entrar al país—Insistí por tercera vez al oficial de migración, quien me tenía retenida desde que había llegado.

No puede entrar sin pasaporte, señorita—Dijo.

Supongo que no entienden qué está pasando, así que déjenme explicarles mejor.

5 horas antes

Algo se empezó a remover encima de mí causando que me fuera despertando lentamente, lo primero que vieron mis ojos fue una montaña de cabellos y un brazo sobre mi cintura, la montaña de cabellos humana tenía su cabeza apoyada en mi pecho, con una de sus manos rodeando mi cintura y uno de sus pies sobre los míos, no pude evitar sonreír al ver la situación.

Toque mi cuerpo al sentir tela sobre ella, no recordaba haberme puesto una camisa de Charles, recordaba quedarme dormida después de que le dije que también lo amaba y de allí mi memoria estaba en blanco. La montaña de cabellos siguió removiéndose hasta que levanto la cabeza y me vio con una sonrisa en sus labios, me dio un beso en la frente y volvió apoyar su cabeza en mi pecho.

Solté una risa al ver tal acción, Charles lucia como un niño pequeño, coloque mis manos sobre su cabello y lo acaricie por un rato hasta que el sonido de un teléfono nos sobre salto a los dos. Charles soltó un gruñido y agarro su teléfono para contestarlo.

—Diga—Dijo colocando el teléfono en altavoz para volver apoyar su cabeza en mi pecho, trate de evitar soltar una risa por la situación, al parecer a alguien no le gustaba que lo llamaran cuando dormía.

—Buenos días para ti también, Princesa—Comento un Joris riendo, a lo que Charles solo rodó los ojos al escucharlo—Ya estás listo?

—Para qué?—Inquirió el monegasco aún apoyado en mi pecho.

—Para que vayamos al aeropuerto.

Al escuchar las palabras de Joris, Charles se levantó rápidamente y se sentó en la cama.

—Dame 10 minutos—Dijo antes de colgar.

Mire a Charles confundida, porque estaba tan apurado y en qué momento de la noche se puso un bóxer.

Él se acercó a mí y me dio un beso en la frente —Me dio frío en la noche—Comento al ver mi confusión antes de entrar al baño para darse una ducha.

Decidí salir de la cama y preparar algo de desayuno para los dos, unos panqueques dulces con frutas eran lo más fácil y más rápido, pero un así después de 10 minutos el monegasco a un no salía.

Cuando iba a buscar al monegasco un mensaje en mi teléfono me interrumpió.

* 1 mensaje de Paolo *
Buenos días, Jules. Espero que ya vallas camino al aeropuerto. Ferrari debió haberte dicho, pero te escribo para recordarte. Nos vemos cuando llegues a España.

"Espero que ya vallas camino al aeropuerto"

Si supieras que estoy en casa de Leclerc y no camino al aeropuerto, Paolo. Aparte Ferrari nunca me dijo nada.

Santa Mierda

Salí corriendo hacia el cuarto de Charles, pero este aún seguía en su baño, así que comencé a tocar la puerta como loca.

—Charles, apúrate—Grite, pero este no abría la puerta—Será mejor que abras la puerta si no quieres tener problemas conmigo, Leclerc—Añadí señalando con mi dedo, aunque no me podía ver.

¿Por qué este chico se tardaba tanto?

Charles abrió la puerta con una sonrisa, lo mire extrañada al ver que ya tenía su ropa puesta—Me tarde más porque no quería que te fueras del cuarto o te sintieras incómoda, por eso me vestí adentro—Comentó saliendo del baño para sentarse en su cama y comenzar a ponerse sus zapatos—Ahora dime por qué gritas como loca que quiere despertar a todo el edificio—Inquirió riendo.

Llegar a la metaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora