12

524 84 5
                                    


Corrí al pequeño cuarto al lado del closet sin esperar por una respuesta y segundos después ya estaba de nuevo a su lado.

Él miró extrañado cada una de las cosas en mis manos y yo solo me agaché ante su pie evitando mirarlo a la cara.

—Necesito subir el ruedo de tu pantalón para asegurarme de que la contusión no haya sido mayor. ¿Puedo hacerlo?—Mi voz titubea estúpidamente mientras aparento que toda mi concentración está puesta en su pie.

Él ríe sonoramente antes de expulsar un "Sí" sereno de sus labios.

Seguido de eso tomo con ambas manos las esquinas del ruedo de su pantalón y lo enrollo hasta donde su musculosa pierna me lo permite.

Inspecciono su bicep femoral intentando ser netamente racional y suspiro mirándolo desde abajo.

—Tuviste suerte de no haberte lesionado el nervio, de ser así, no podrías mover tu pie por al menos una semana.

Él solo expulsa un sonido en asentimiento mirándome con curiosa intensidad, lo que me hace bajar la mirada de nuevo hasta su pie con excesiva rapidez.

—Voy a vendarte primero para facilitar la compresión. Si te duele demasiado házmelo saber y me detendré.

Y sin atreverme a mirarlo comencé con el vendaje. Él soltó algunos quejidos en el proceso, pero no fueron lo suficientemente fuertes como para que me detuviera.

Una vez que el pie estuvo vendado, arrastré con algo de dificultad el gran sillón al lado de la cama hacia él.

—Esto es para elevar tu pie—Dije mientras acomodaba unos cuantos cojines en el sillón.

—No puedes moverlo de aquí, ¿De acuerdo?—Sentencié mirándolo un microsegundo mientras acomodaba su pie sobre los cojines.

—Eres hermoso—Su voz estalló en la habitación después de mucho tiempo. Ahora era particularmente más grave.

—V-voy por... voy por el hielo para las compresas. N-no te muevas.

No estoy seguro de qué fue lo más vergonzoso, si mis tartamudeos o la forma en la que técnicamente corrí hacia el cuartito de despensa para evitar que viera mi rostro sonrojado.

Tardé unos minutos más de los que debería, pero es que mi sistema nervioso necesitaba una recomposición.

Cuando mi respiración estuvo lo suficientemente calmada como para dejar de confundir los colores con los días de la semana, entonces salí.

Fingí aún estar preparando la compresa para evitar su mirada, a pesar de que esta ya estaba totalmente lista.

Volví a tomar asiento al lado de su pie, pero esta vez remplazando el suelo por una silla.

—Esto te ayudará con la inflamación—Dije mientras colocaba la compresa lentamente sobre su pie.

—Yo voy a guiarte para que sepas cómo hacerlo, pero tendrás que hacerlo tú solo cada tres horas durante toda la noche si quieres poder salir de aquí mañana.

—¿Y si no quiero irme mañana?—sobrepuso alardeante.

—Pues prepárate para ser comida de gorila, porque te echaré fuera de mi habitación—contesté imitando su tono de voz.

—Dime una cosa...—Se detuvo unos segundos observando como masajeaba su pie con la compresa.

—¿Por qué haces esto?—Completó.

—¿Hacer qué?

—No te hagas.—sentenció—¿Por qué me ayudaste?

—Por nada en especial. ¿Qué? ¿Hubieras preferido quedarte ahí tirado esperando a que alguno de los guardias venga y te mate?—Dije intentando parecer seguro.

—No estoy hablando de lo que hubiese querido yo. Estoy hablando de ti y del porqué me has recibido, incluso ayudado... Claro, eso no tendría nada de raro si yo no hubiese sido el hombre que entró a robar a tu casa y quien te apuntó a la cara con una pistola.

Mi cara se cuajó inmediatamente ante esos recuerdos y me puse de pie dejando las compresas sobre él con cuidado.

—Solamente te estoy ayudando por compasión. Conozco mejor que nadie la furia de mi madre, pero tú no pareces consciente de nada y estoy tratando de que salgas vivo de aquí—Titubeé mientras caminaba a la mesa de noche y me servía un vaso de agua.

—¿Por qué te importa tanto?, ¿A caso te gusto?—cuestionó con supremacía.

Inmediatamente sus palabras fueron procesadas por mi cerebro el agua que estaba tomando tomó un rumbo distinto al que debería haciéndome atragantar.

Tardé aproximadamente tres minutos en recuperar mi respiración, a pesar de que mi cara seguía roja de punta a punta y él reía con diversion desplomado en el sillón.

—Tú también me gustas—dijo con serenidad, pero sus ojos seguían sonriendo.

Y fue como echarle leña a una llama de fuego. Me seguía costando volver a estar consciente en tiempo y espacio, y sentí que debía hablar para que él dejara de hacer conjeturas no tan falsas, pero no podía, simplemente no sabia qué decir.

Cuando finalmente pude hacerlo...cuando finalmente pude hablar, evidentemente fue para desviar el tema.

—Te colocarás las compresas por quince minutos cada tres horas durante toda la noche. Te dejaré algunas toallas a la mano para que puedas ir cambiándolas. Procura no dormirte dejando la compresa sobre el pie y tampoco la dejes por más de quince minutos o podrías quemarte—Dije lo más seguro que mi voz me permitió.

—Por cierto—repuse—No puedes dormir aquí afuera porque alguien podría entrar en cualquier momento de la noche. Te prepararé algún colchón dentro del closet para que puedas dormir.

—¿Acaso tienes un amante nocturno?—Bromeó.

Yo resoplé con irritación y estuve a punto de marcharme a preparar la que por esta noche sería su cama cuando su voz me detuvo.

—Gracias—Lo escuché decir por primera vez.

Me volteé hacia él y lo miré a los ojos después de mucho tiempo. Asentí mientras sonreía para después marcharme, ahora sí, a preparar su cama.

Cuando todo estuvo listo lo ayudé a llegar hasta allí y a acomodarse en el esponjoso colchón, pece a que él decía poder solo.

—A pesar de hay abanicos, dejaré la puerta entreabierta para que esto se ventile. Pase lo que pase no salgas de aquí y mucho menos hagas ruido, ¿me escuchas?—Sentencié.

Él solo asintió mirándome de una forma graciosa.

—Buenas noches—Dije antes de darme la vuelta para salir, pero su voz me frenó en el acto otra vez.

—¿No dejarás que yo también te dé las buenas noches?—Dijo acercándose con dificultad, y sin esperar una respuesta a su pregunta, me besó.

Un beso carnal, explosivo y fantasioso.

No era realmente consciente de lo mucho que me gustaba hasta que mis labios estuvieron encima de los suyos, hasta que sentí el impacto que conlleva el choque de su piel contra la mía, el sabor dulce que me hace saborear su boca entera, sin pausas.

"Ya no es mi primer beso" ese pensamiento con el que hace poco me martirizaba queda en segundo plano cuando la tibieza de su lengua se enlaza con la mía; el desespero me abarca junto al éxtasis que me brinda aquel acto, suprimo un suspiro y con más ahínco prosigo porque, aunque me falte el aire y mi parte consciente o lo poco que queda de ella diga que está mal, siento que en estos momentos puedo sobrevivir a base de besos, húmedos, calientes, vivaces.

Cuando físicamente es incapaz continuar nos separamos en un chasquido. Él me observa con devoción sin perder ningún detalle, y es entonces cuando la vergüenza me consume.

Me pongo de pie más rápido que nunca antes y salgo de allí con velocidad dejando su cara iluminada y su risa divertida atrás.

𓆜ㅤ𓈒ㅤׂㅤ🐚 ㅤ🪼 𓇼 ⭒ 𓆡ㅤ𓈒ㅤ🫧 ⭒ㅤ𓈒ㅤׂㅤ

No es habitual, pero necesito saber si les está gustando la historia, porque estoy pensando en dejar las actualizaciones de esta historia en segundo plano.

By the way ¡Gracias por leer!

Burbujita - Br!ghtwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora