18

400 62 1
                                    


—Eso fue increíble—murmuró cuando los créditos que daban por terminada la película comenzaron a aparecer.

—¿Estás llorando?—lo miré con extrañeza agachando la cabeza para poder cerciorarme de lo que creía.

—Es que fue... fue un lindo final, ¿no te parece?

Un sonido incierto salió de mi boca sin que lo pudiera controlar, porque definitivamente no sabía cómo reaccionar a eso.

—Gracias por la película—Inclinó su cabeza hacia arriba para poder verme a los ojos.

La vista era increíble.

Suspiré agarrando valor para lo que estaba a punto de decir, aspirando el olor de su cuello, ya algo embriagado.

—El viernes tengo una cita.

Su respuesta tardó en llegar, pero después de un largo suspiro respondió tartamudeando tal y como la primera vez que lo conocí.

—¿T-tú... tú tienes pareja?

—No precisamente, bueno... no por el momento.

Él asintió sin decir alguna otra cosa, pero su respuesta corporal decía muchas, tantas en realidad...

—Se lo pedí varias veces, pero verás... él es un poquito berrinchudo. No quiere aceptar que mis besos le gustan tanto como a mí me gustan sus ojos, su cabello largo, su culo perfectamente dibujado y esa bata que lleva puesta hoy.

Y cuando lo miré directamente al finalizar tales cualidades, pareció caer en cuenta de a quién me refería.

—¿H-hablas de m-mí?—Inclinó su cabeza nuevamente hacia arriba dándome el mejor de los panoramas.

Y reí.

—¿Todavía te quedan dudas?

—Es... es que no entiendo.

—Tendrás una cita conmigo el viernes; tan sencillo como eso—Simplifiqué.

—¿U-una cita?

—Sí—confirmé entretenido.—Vendré a buscarte. Prepárate para un día increíble, y procura verte así de bonito como ahora.

—¿P-por qué?—Respondió con un sonrojo estremecedor abrazando su cara.

—¿Tiene que haber un porqué?

—No exactamente, pero me da curiosidad saber qué pretendes que hagamos estando aquí encerrados.—El tono en su voz era jovial y desalentado, lo que me hizo recordar una vez más lo inocente que era aquel chico, y aunque lo intenté, la risa expresiva que salió desde lo más profundo de mi garganta no me ayudó a ocultar los pensamientos que brotaron de mi cabeza ante la idea de estar a solas con él, aunque él no se diera cuenta de nada.

—Tengo algo en mente. Tú sólo espérame listo.

Su reacción fue la que esperaba, tal vez porque omití la parte donde le cuento que eso que tengo en mente es llevarlo a la carrera.

Es algo que se me ocurrió en el camino sin sentido aparente.

Sin duda, es algo mucho más arriesgado que el robo a dicha mansión, pero el deseo de sacar a esa princesa de su castillo de arena y espabilarlo un poco para que haga frente a la sanguijuela que tiene por madre me mueve mucho más.

Y seguro de que el viernes lo convenceré de acompañarme, me despedí.

—Tengo que irme, precioso—apreté su mejilla aún en mi lugar—, ya me regañaron en el trabajo porque quiero vacacionar aquí antes de tiempo.

—¿Qué trabajas?—frunció el rostro dándose la vuelta sobre mi pecho apartándome por fin de su cuello y cabello, los cuales me había mantenido oliendo hasta ahora.

—Después te cuento, tengo que irme.—Aparté su mentón de mi pecho y guié su cara a la mía para darle un beso de despedida que se prolongó el tiempo suficiente como para que mis pantalones se elevaran en la parte delantera.

Maldición.

Esa era la única parte negativa de los besos con él. No importa si es el beso más sencillo, siempre ocasiona cosas que yo tengo que resolver tal cual un adolescente en su minuto de testosterona.

—¿No vendrás hasta el viernes?—su voz llega hasta mis espaldas una vez que me levanté e inclino mi cabeza por sobre mi hombro para verlo.

—No creo que pueda, bonito. Tengo mucho trabajo, pero el viernes estoy aquí para verte.

Él emite un sonido resignado y melancólico. Río un poco por su actitud y camino hacia adentro nuevamente para robarle un beso más, lo que hace que mi entrepierna me recuerde algunas cosas a través de algún tipo de electroshock, entonces, por inercia, llevo mi mano hasta allí y fricciono con un gesto de dolor.

—¿Qué tienes?—Win agarra mi cara en ambas manos con un semblante preocupado.

—Tengo que irme—Apreté los dientes para poder responder.

No puedo tener sexo con él todavía, y si permanezco un minuto más aquí, es seguro que mandaré todo a la mierda.

—No luces nada bien. No pueden regañarte en el trabajo si estás enfermo. No es justo.

Él secaba el sudor que producía mi frente con concentración y preocupación a la vez, y yo sólo lo miraba rogando porque se alejara.

—Estoy bien. Te veo el viernes.—Traspasé los ventanales en un parpadeó y una vez fuera me maldije por tener que devolverme hasta él.

—¿Qué perfume usas?—Pregunté desde afuera.

—Hmmh. No lo sé...—su rostro denotaba confusión por la repentina pregunta—Mi mamá los compra sin etiqueta para mí. ¿Te gusta? Puedo regalarte alguno.

—No, está bien—Balanceé mis manos desesperado por marcharme.—¿Puedes darme un poco de ese que traes puesto?

La confusión en su cara aumentó considerablemente, pero solo asintió y fue en busca de lo pedido.

Regresó con un pequeño frasco ovalado y cristalino en las manos, el cual tomé con rapidez tratando de hacer contacto nulo con él.

Me sorprendía a mí mismo, porque nunca había hecho uso de todo mi autocontrol con nadie, y este niño lo tenía todo, o incluso un poco más.

Dejé de auto-juzgarme y sobrepuse la idea de que esto sólo era cuestión de tiempo. En cuanto tuviera sexo con él toda esa intensidad física y emocional disminuiría,

Traté de convencerme de eso durante todo el camino a casa.

𓆜ㅤ𓈒ㅤׂㅤ🐚 ㅤ🪼 𓇼 ⭒ 𓆡ㅤ𓈒ㅤ🫧 ⭒ㅤ𓈒ㅤׂㅤ

Burbujita - Br!ghtwinWhere stories live. Discover now