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—¡Vaya! Hasta que despiertas—Expulsé en cuanto su cara somnolienta se asomó fuera del closet.

—¿Qué hora es?—preguntó.

—Son las 7:05–Balbuceé cerrando mis ojos ante el gran esfuerzo que conllevaba ignorar su voz particularmente ronca y desgastada.

—¿Estás jugando? ¡Es jodidamente temprano todavía!

—Yo no pienso lo mismo, o ¿Te tengo que recordar nuestra situación?—Lo miré de pies a cabeza con recriminación.

Él soltó un quejido con los labios e intentó caminar hacia mí con rostro adolorido, por lo que recordé concretamente la situación.

—Quédate ahí—Pedí acercándome.

Lo ayudé a retroceder hasta que pudo reposar sus pies en el sillón más cercano, y entonces me acerqué lo suficiente para quedar sentado al costado de su pie.

—¿Cómo pasaste la noche? ¿Hiciste lo que te pedí con las compresas?

—Sí—Respondió y yo lo miré con recelo ante el tono carente de sinceridad en su voz.

—Bien—Suspiró desinteresadamente —Lo hice solo por la primera hora, después me quedé dormido y no volví a despertar en toda la noche.

Suspiré irritado pidiendo al cielo por paciencia. Su falta de tacto y compromiso eran una de las pocas cosas que verdaderamente me hacían enojar en la vida.

—Tú pie sigue igual de hinchado que ayer—Suspiré airado nuevamente—Si te esfuerzas por caminar es muy probable que las cosas empeoren.

Ahora te pregunto; ¿Qué pretendes que hagamos?—Lo miré más que enojado llevando ambas manos a mi cintura.

—No tienes que enojarte por eso, desde ayer te dije que puedo irme—Respondió mirando mis cejas fruncidas con gracia contenida.

Sinceramente nunca había tenido tantas ganas de golpear a alguien como ahora.

—¿Tú no entiendes el español o no escuchaste lo que acabo de decir.

Estaba irritado demás.

—Si fuerzas tu pie un poco más, ¡una milésima más!—aclaré—un mes no bastará para que recuperes el caminar.

—¿Entonces qué?—Me miró directamente mientras preguntaba.

—No lo sé—Solté frustrado llevando mis cabellos hacia atrás. —Aunque todo esto es tu culpa—Sentencié descontento. —Yo no tendría porqué estar pasando por esto. Debí acusarte desde la primera vez que llegaste.

—¿Y por qué no lo hiciste?—Frunció las cejas mientras retenía una sonrisa.

Daba la impresión de que él sabía la respuesta.

—Voy a prepararte la compresa para que la pongas de nuevo. No te muevas de aquí.

Cualquiera hubiera dicho que huí por la forma en la que técnicamente corrí hacia el closet en busca de la compresa, pero según yo, solo estaba intentando ser productivo.

Cuando regresé mi cara se cuajó al verlo echado en mi cama como si fuera suya. Sentí el humo escurrir por mis oídos ante su cara de excepcional descaro.

—Sé que no te caigo tan bien, pero disimula un poco—Dijo con una tranquilidad que me parecía irritante.

—¿Podrías bajar de mi cama?—Gruñí con los dientes apretados.

—Achhh—Suspiró antes de hablar—Es lo suficientemente grande para los dos, ¿no lo crees?—Me miró sin alguna expresión predominate.

—¡Baja de mi cama ahora, no volveré a repetírtelo!—Dicté respirando mas lento poniendo todo de mí para mantener la calma.

Burbujita - Br!ghtwinWhere stories live. Discover now