Cartas

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Después de clases, los chicos salían directo hacia la práctica del club de música. Seiya quien supervisaba el calendario para ver cuando sería su siguiente presentación por parte de la escuela Teshigawara, notó que sería dentro de un mes, en el festival de verano. La escuela haría algún tipo de quermes para recaudar fondos y enviarlos a los centros de reciclaje y protección animal.

— ¿Qué pasa, Seiya?.– Preguntó Taiki.

— En un mes es la presentación.– Dijo el pelinegro.

— Tenemos tiempo, confíen.– Dijo Yaten.

Haruka iba con ellos oyendo lo que decían sus amigos. Al llegar, el rubio fue directamente a su casillero y sacó un par de hojas que son las notas del piano que había escrito en la clase de arte. Al revisar dichas hojas encontró un sobre blanco sin emisor, lo que le pareció extraño. Abrió aquel sobre y solo contenía unas cuantas palabras, palabras que se interpretarian de forma amenazante.

"Te vigilamos"

Esas dos palabras le hicieron quedar estático por un momento. Ideó un plan de inmediato para mantenerse al margen. Guardó la carta y la volvió a sellar para dejarla en su casillero, la persona que haya dejado ese sobre volverá a dejar otro para darle un nuevo mensaje.

— ¡Hey Tenoh!.– Yaten tocó el hombro de Haruka para sacarlo del trance.— Deja de holgazanear y ayúdanos con la batería, ¿Quieres?.– El platinado jaló a Haruka para llevarlo hasta donde estaban unas cajas en las que contenían las piezas de dicho instrumento.

Pasada las horas en su práctica, los chicos rumbeaban en la cancha de la escuela Teshigawara mientras bebían un jugo, pronto darían las seis, hora en la que la escuela cerraría. Todavía algunos compañeros jugaban basquet y otros se dedicaban a observar. Haruka estaba pensativo, ¿Quién rayos dejó eso ahí?, ¿Y si era una broma de muy mal gusto?. Lo peor es que, ¿Cómo carajos abrieron su casillero si este tenía combinación de números?. No tenía miedo sino intriga.

De ahora en adelante sería más precavido. El rubio miraba a cada uno de los chicos que jugaba basquet, si alguien dejó ese sobre con el mensaje, debería ser de alguno que se quedara hasta tarde en el instituto.

De regreso a casa, Haruka aún pensaba en lo acontecido en el club, solo esperaba que todo eso haya sido una broma. Sin embargo, cuando llegó a casa, en el buzón de su puerta tenía un sobre desconocido. De nueva cuenta era una carta sin emisor, arrugó la hoja fastidiado. Si era una broma no estaba siendo ya divertido.
Se metió a casa mientras iba refunfuñando.

Afuera se desató una lluvia torrencial, en la casa de Seiya todo estaba silencioso. El pelinegro se encontraba leyendo una carta que recibió esa misma tarde, no era algo de que preocuparse, solo se trataba de un aviso para su madre. Una carta proveniente de la familia Kaioh, pero de por sí ya es extraño viniendo de ellos.
Guardó el comunicado y fue hasta donde su madre quien estaba en su estudio.

— Madre...– Tocó la puerta del estudio el pelinegro. Después de unos segundos se abrió la puerta mostrando a una mujer de figura esbelta y el tono de cabello negro.

— ¿Pasa algo, Seiya?.– Preguntó serena la mujer.

— Te enviaron esto. Lo encontré en el buzón de la casa.– Kou extendió el sobre amarillo a su madre.

— ¡Oh!, ¿De verdad es para nosotros?.– La madre incrédula tomó el sobre.

— Si, el remitente es de los Kaioh.– Aseguró el joven Kou. Después, Seiya se marchó dejando a su madre leer el sobre.

La noche cayó y con ello la lluvia cesó. Seiya tomó su saco rojo y salió de casa, camino sin rumbo fijo por las calles mientras veía los autos pasar y las luces de la pequeña ciudad. Pasó por la casa de Usagi Tsukino, la chica que le flechó el corazón con su dulzura. Sonrió con tristeza y melancolía, nunca se fijaría en alguien como él. Solo es un vocalista de una banda que nisiquiera es famosa entre la multitud escolar y social. Se sintió un completo perdedor, nunca llegaría a los talones de ese tal Chiba.

Sin esperarlo, llegó hasta el edificio donde Haruka reside. Así que entró sabiendo que el portero de ese lugar ya lo conocía por ser el mejor amigo de Haruka. Cuando llegó hasta el departamento, se sorprendió al ver la puerta entreabierta de Tenoh, este curioso llamó al rubio pero no hubo respuesta, de pronto oyó la melodía de un piano que se notaba distante.

Entró en silencio y merodeó por todo el lugar buscando a Haruka hasta que lo encontró en su habitación con las luces apagadas y una lámpara iluminando al joven pianista dándole un toque tenue. Seiya se quedó de pie mirando al joven tocar, la melodía le recordaba a una canción que él mismo escribió pero que aún estaba incompleta. Cuando la canción terminó, Haruka cerró la tapa del piano de golpe.

— ¿Cuanto tiempo llevas ahí, estrellita?.– Preguntó Haruka sombrío como si lo hubiesen descubierto ocultando un cuerpo recién asesinado.

— Lo suficiente como para decir que la canción que escribí la acabas de terminar.– Dijo Kou sonriendo socarrón.— ¿Me vas a matar por eso?, ¿No debería ser yo por robarte mi canción?.– Preguntó aún con su sonrisa.

— ¡Es broma!.– Exclamó Haruka y con un sonido de las palmas de su mano, se encendieron las luces.

— Tu puerta estaba abierta así que me preocupé al verla así y entré.– Dijo Seiya saliendo de la habitación junto a Haruka.

El rubio le ofreció algo de tomar a su compañero y este aceptó. Más tarde se dispusieron a ver una película de acción, las favoritas de Seiya.

— De verdad, a veces pienso que te pareces mucho a ese actor.– Señaló Seiya al personaje en la pantalla.

— Cosas tuyas Kou, siempre dices eso. Desde que íbamos en la secundaria decías eso.– Le recordó Haruka.

— ¿Qué?, Cabello rubio, tez blanca y esas expresiones, creo que tú serias su doble.– Continuó Seiya burlándose.

— Es un señor ya, no creo que yo podría ser su doble. Ha de tener como unos cincuenta y tantos años.– Ambos muchachos comenzaron a reír por las locas ideas que tenían sobre ese actor. Sólo era un actor japonés de quien sabe dónde y quién sabe quién.

Seiya a pesar de reír con Haruka, tenía una incomodidad y de cierta forma un carga de conciencia. ¿Cómo evitarlo?. Bebió su soda de uva de un solo trago buscando calmar esa sensación y olvidarlo por un momento más.

Haruka solo siguió riendo, Seiya es su mejor amigo y con él no requería más amistades. Desde niños fueron inseparables.

Al día siguiente en otra parte, Michiru salía de la escuela. Miraba su celular, ¿Donde estaría?. Al levantar la mirada vió el auto rojo de Mamoru estacionado frente a ella.

— Sube.– Le dijo sin expresión alguna.

— ¿Qué?.– La joven se quedó estática.

— Te explicaré. Pero sube.– Michiru no podría creer lo impredecible que podría ser Mamoru. Así que sin pensarlo ya demasiado, subió al auto de su compañero.

El auto arrancó y se perdió entre las calles libres de tránsito. Al mismo tiempo, Haruka y sus amigos salían del instituto, el rubio estaba ya muy preocupado pues no paraba de recibir cartas anónimas de quien sabe quién. Los chicos iban bromeando pero Tenoh estaba tan ausente entre esas bromas que de pronto notó en la calle que iba un auto a toda velocidad color rojo. El auto se detuvo en un semáforo, Haruka miró algo en particular, dentro de ese auto iba una chica a la que reconocería en donde sea por ese tono aguamarino.

Tenoh se detuvo en seco llamando así la atención de los chicos.

— ¡Hey Haruka!, ¿Qué pasa?.– Le preguntó Taiki al ser el primero en notar la actitud de Haruka.

— ¡Reacciona Tenoh!.– Exclamó Yaten pasando su brazo alrededor de los hombros del rubio.

Haruka bajó la mirada y rápidamente su expresión cambió a una de enfado.
El rubio en su arranque de ira, salió corriendo dejando a los muchachos muy confundidos por su actitud y al mismo tiempo preocupados.






¡vamos!, hacer enojar a Haruka es como jugar con fuego.

Esperen el próximo capítulo ;)

Para soñar. Sin espacio, sin tiempo.Where stories live. Discover now